La pobreza de las naciones (II)

Les decía la semana pasada que la decadencia , el claro retroceso del país, se iría haciendo notar. De hecho, ya se nota. También destacaba que no había que caer en el pesimismo. Habrá cosas que funcionarán muy bien, y otras bastante mal. Sin llegar a los límites del subdesarrollo, tendremos que acostumbrarnos a vivir con una serie de contradicciones . A  modo de ejemplo solo hace falta que miren un país latinoamericano. Los teléfonos móviles funcionan bien, pero los autobuses de línea son un desastre. O Perú, con una reputación gastronómica world class mientras las calles no están ni asfaltados. U otro ejemplo, si quieren. Este de país desarrollado: los Estados Unidos. No son similares los pueblecitos de Nueva Inglaterra, con un nivel de vida envidiable, que los de Alabama o de Misisipí, donde se puede ignorar los clientes negros que hacen cola para ser atendidos -experiencia que yo he vivido-. Claro que los habitantes de Alabama nunca han exigido tener los derechos sociales de los estados del norte, y que nosotros reclamamos cuando nos pretendemos comparar con Dinamarca o Francia . Con todo ello quiero decir que nuestras expectativas también tendrán que ir evolucionando. Las aspiraciones se tendrán que limitar al entorno local, porque cualquier comparación externa devendrá absurda.

¿En que me baso al decir que ya se detecta el deterioro? Pues en muchas cosas. Lo que sucede es que, como decía, nos vamos acostumbrando y no somos suficientemente consciente. Por ejemplo, tomemos el servicio de entrega de paquetes. Un paquete puede tardar solo un día en viajar de Alemania al aeropuerto de Barcelona. Pero dos días, tres, o cuatro, en ser librado al destinatario catalán. ¿Por qué? Sencillo. Hasta el aeropuerto de Barcelona la responsabilidad es de los alemanes. Pero, una vez aquí, toca sufrir. Si es Correos, ya ni hablamos. Pero incluso si se trata de empresas internacionales (DHL, FedEx, UPS, etc.) en el momento que se llega a su red local, la cosa se deteriora. Y estas empresas no pueden hacer nada, porque la estructura y los vicios de la economía laboral de país no se pueden cambiar. Muchas veces he encontrado un papel en el buzón diciendo que el repartidor había pasado y que yo no estaba cuando, de hecho, no era cierto porque yo no me había movido de casa. Hace unos días un amigo me comentaba el mediocre servicio de asistencia posventa que había recibido de IKEA. Claro, todo es perfecto en IKEA -un producto impecable- hasta que el servicio se tiene que apoyar en la estructura laboral local. Y los señores de IKEA no pueden hacer nada. Es el país.

Las aspiraciones se tendrán que limitar al entorno local, porque cualquier comparación externa acontecerá absurda

En el ámbito público -concretamente de los servicios sociales como por ejemplo enseñanza, sanidad, etc.- es notará un deterioro claro. De hecho, ya se empieza a notar. La sanidad sin ir más lejos. A los médicos se les paga mal. A las enfermeras, también. Lo cual lleva a que el profesionales de este ramo se vayan fuera, a otros lugares de la Unión Europea (UE). Y aquí se contrata personal inmigrante que está dispuesto, porque no le queda otra remedio, a aceptar salarios bajos. Y no entramos en el material sanitario que se ha ido quedando viejo y que no se puede reponer por falta de recursos. A la enseñanza mejor seria dedicarle un artículo para ella sola. La calidad de nuestro sistema educativo, por mucho que se repita lo contrario, deja mucho que desear. Este, el de los enseñantes, es un colectivo extremadamente corporativista -quiero decir que, según ellos, nunca hacen nada mal-. Pero la realidad es otra, y alguien nos tendría que explicar muchas cosas. El tema de la inmersión no implantada realmente, sin ir más lejos, no es nada más que uno de los aspectos del fracaso. Se pueden incluir otros que solo la escuela puede enseñar (habilidades lectoras, civismo, cultura general, etc.).

Otras cosas del sector público que flojean e irán a peor: el mantenimiento. Ya se detectan demasiadas áreas públicas sin asear, calles brutas, baldosas levantadas, pavimentos con chichones y hoyos que no se veían desde que murió Franco, tramitación de expedientes eterna, etc. Yo vivo en Sant Cugat y la degradación es evidente y ostentosa.

Por el contrario hay algún sector propio catalán que es envidiable y habrá que mantener: el sector distribución, por ejemplo. Supermercados, y grandes superficies ligadas al territorio. Admirable el trabajo que se ha hecho. La UE y sus normativas sobre el gran consumo no son ajenas. Y esto también afectará a sectores maduros que hace tiempo que exportan y que no pueden dejar de cumplir normas (industria manufacturera, agroalimentaria, etc.), de lo contrario sus productos no pueden ser vendidos más allá del Pirineo. Pienso que, en general, aquellos que pretendan mantenerse sin degradación, tenderán a la robotización para no depender tanto de personas, que es el aspecto fundamental que fallará en nuestra casa.

En líneas generales yo diría que todo lo que dependa de empresas obligadas a cumplir estándares exteriores, funcionará bien. Tenderá a la mediocridad todo aquello que dependa exclusivamente de nosotros, que esté demasiado ligado a personas y a servicios locales, que no tenga trascendencia exterior o que no esté sujete a normativa europea (empresas meramente locales: de mantenimiento doméstico, de hostelería; servicios públicos en el sentido más amplio: vivienda, Justicia, seguridad, transporte, etc.), o que no sufra competencia exterior.

Un resumen del que pronostico? Siendo miembros de la UE es fácil resumirlo en una frase: Pobrets però alegrets!

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