Una nueva industrialización

Hay que decirlo con mucha prudencia, pero parece que estamos avanzando hacia lo que denominan una nueva normalidad. El adjetivo "nueva" es acertado porque significa que intentaremos no volver allá donde estábamos. Espero que sea así, puesto que los fuertes sustos que hemos vivido los últimos 20 años en el ámbito económico, financiero, social, ecológico, y ahora sanitario, nos han ido convenciendo de la fragilidad de nuestra situación y de la necesidad de cambio. Al hablar de esta nueva situación a menudo escucho hablar de "sociedad postindustrial" o de "sociedad de servicios" y me parece que esta expresión es el resultado de una dificultad, muy lógica, de definir como pensamos que será, y de un cierto convencimiento que en ella se tiene que ir acabando el papel de la actividad industrial. Me gustaría explicar mi pensamiento al respecto.

Pienso que las sociedades europeas que se configuraron los últimos tres siglos tienen en el campo económico, entre otros, algunos ragos comunes que cito: el descubrimiento en el planeta de muchos recursos naturales, algunos de carácter mineral y otros combustibles; el gran progreso científico y tecnológico que permitió convertir los minerales en metales y de generar energía útil quemando los combustibles; la organización del trabajo humano de forma colaborativa que aumentó mucho su eficiencia y productividad; y haber basado el aumento del bienestar material, personal o colectivo, en muy buena parte en la utilización de los aparatos, las herramientas o los instrumentos "fabricados". Es evidente que, aunque con enormes situaciones de explotación y muy mal repartido, el bienestar global ha aumentado mucho.

"Es evidente que, aunque con enormes situaciones de explotación y muy mal repartido, el bienestar global ha aumentado mucho"

Es por eso que pienso que, así como hace 4.000 años, pasar de la recolección a la agricultura fue un gran paso adelante, también lo ha sido el reciente salto de la artesanía a la industria. Y por eso me pregunto si, ahora que tenemos nuevos conocimientos, nuevas tecnologías, nuevas oportunidades y también nuevos retos, no sería bueno que, además de generar nuevos escenarios, uno de nuestros vectores de futuro fuera precisamente rediseñar la industria, aprovechando los rasgos positivos que seguimos encontrando. He aquí algunas pocas de las muchas ideas que pueden ayudar a la reindustrialización.

Tenemos que seguir "fabricando" y "utilizando" máquinas, puesto que nos liberan de muchos esfuerzos y nos permiten hacer o tener cosas que, sin ellas, no podríamos; pero no nos tenemos que "apropiar" de ellas para poderlas utilizar. Tenemos que pasar de la propiedad al acceso o a la utilización colectiva. Está claro que hay instrumentos de carácter personal y de utilización continuada, pero muchos de utilización sólo puntual. Si lo hiciéramos así obtendríamos todos, tanto o más bienestar con un stock global mucho más pequeño de elementos materiales, supondría un ahorro importante de recursos naturales y aumentaría el reaprovechamiento.

Tenemos que dejar de obtener energía útil quemando combustibles y obtenerla transformando en eléctrica la que de forma directa o indirecta, en cantidades muy superiores a las necesidades, el sol nos envía. Además, esto aumentaría las posibilidades de autoconsumo, disminuiría el coste y mejoraría mucho la eficiencia de todo el proceso de captación y utilización.

Tenemos que incorporar a nuestras actividades económicas, de educación, o de cuidado personal, nuevas máquinas basadas en las tecnologías digitales. Pero tendríamos que dar prioridad a aquellas innovaciones que complementan y mejoran nuestras capacidades, por ante aquellas que simplemente las sustituyen. No se trata de que las máquinas nos echen, si no de que nos ayuden más, permitiéndonos mejorar la calidad de nuestro trabajo y el acceso a tareas que no nos parecían posibles. Tenemos que ver como reorganizar el trabajo industrial de forma que las tareas de poco valor añadido las puedan ocupar las máquinas y las personas puedan pasar a nuevas tareas de más calidad; esto tendría que reducir las grandes diferencias salariales.

"No se trata de que las máquinas nos echen, si no de que nos ayuden más, permitiéndonos mejorar la calidad de nuestro trabajo"

Creo que es urgente que estos próximos años, dentro de un esfuerzo colectivo de renovación de nuestro sistema industrial, sigamos potenciando sus aspectos más positivos, hagamos una revisión profunda de las empresas o las organizaciones que se mueven y empecemos a establecer unos sistemas de valoración que tengan en cuenta, además de la riqueza creada en términos de PIB o de número de puestos de trabajo, su aportación a algunos de los objetivos que he citado, y a otros muchos que seguro que se pueden añadir. Esta nueva valoración otras finalidades tendría que ser explícita y tendría que servir, tanto para influir en las decisiones de consumo de los gobiernos como para estar a la base de nuevas medidas fiscales. Seguro que también podría afectar a muchos de nuestros hábitos de consumo.

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