Mercè Pàniker i Alemany, referente y líder feminista

Las criaturas aprendemos por imitación, con modelos y con el ingrediente necesario del amor y el afecto. Esto es así durante la niñez, la adolescencia y la juventud. Cuando yo era pequeña, en la posguerra, los únicos modelos que nos mostraba el franquismo a las mujeres eran la mujer madre, esposa abnegada y sumisa o bien las monjas y santas. Fuera de esto, todo era pecado. Eran días oscuros y grises en los que te marcaban las únicas vías por donde transitar. Cualquier pequeña cosa que deseabas fuera de esto era una lucha contra padres, madres y contra el entorno. Salir, estudiar, trabajar, ir al cine sola, conducir... viajar. Todo estaba prohibido para una mujer. Incluso estudiar Filosofía en la Sorbona, como era mi caso, era una quimera imposible. Enseguida me di cuenta de que para ser libre tienes que ser independiente económicamente. En los años 60, las mujeres rebeldes nos reflejábamos en Simone de Beauvoir o Virginia Woolf. Queríamos ser escritoras y, sobre todo, libres.

Yo era rebelde y de muy jovencita opté por la libertad. Después de mucho luchar por los derechos de las mujeres y, sobre todo, por su independencia económica, un día conocí a la referente más importante que he tenido: mi maestra. Mercè Pàniker i Alemany, de la que el año pasado se celebró el centenario de su nacimiento. Por este motivo, el Institut Català de les Dones (ICD) y el Govern me denominaron comisaria.

Durante un año, junto con su familia, hemos estado rescatando del anonimato y de la invisibilidad a la gran personalidad que fue Mercè Pàniker i Alemany. Si hubiera sido un hombre, no nos habría costado tanto. No había referencias en ninguna parte.

Era una mujer internacional y una mujer libre de prejuicios. Como le gustaba decir, era hija de un emigrante. Tenía una gran personalidad. Era fuerte, inteligente, luchadora y visionaria, alegre y divertida. Miraba siempre hacia adelante y sin rencor. Era una mujer singular y fuera de serie. Pero, por encima de todo, era una mujer con valores.

"La guerra no nos sirve para nada; las mujeres queremos paz y acuerdos", resumía Mercè Pàniker el liderazgo en femenino

Valores como empresaria y como directiva con liderazgo y autoridad moral. Comprometida con la sociedad y con la transformación del mundo y siempre poniendo la visión de las mujeres en el eje fundamental de su vida. A pesar de que no le gustaban las etiquetas, era una gran feminista. De pura cepa. Coherente con lo que pensaba, decía y hacía. Y es que yo creo que ser feminista es una manera de colocarte en la vida.

Nació libre como todas nacemos, pero a ella, hace 100 años, la madre y el padre le dieron autoridad y las mismas oportunidades que a sus hermanos. Casi adolescente, la dejan interna en Alemania por la guerra; después, en la posguerra española, estudia Ciencias Químicas, se licencia en 1943 y se va a hacer un Máster en Leeds, Inglaterra.

Ella vino muy impactada de la IV Conferencia Mundial de la Mujer de Pekín, y cuando lo explicaba siempre decía que el resumen final solo es uno: "Dar poder a las mujeres". Por eso creó Fem Visió y participó muchos años en el lobby europeo de mujeres y en Naciones Unidas Mujer.

Tuve el gozo de organizar con ella y con la colaboración del ICD el primer Congreso Mujer y Economía en 1994 y, después, crear la Associació Internacional Fem Visió.

Resumía el liderazgo en femenino de este modo: "Las mujeres lideran las empresas con visión de mujer y aplicando las habilidades que han aprendido en sus responsabilidades familiares a lo largo de la historia y que son la inteligencia emocional, escucha activa, voluntad de negociación y de unión y de acuerdos por el bien de todo el mundo. La guerra no nos sirve para nada. Las mujeres queremos la paz y los acuerdos".

Las mujeres no somos ningún tema, no somos un sector, no somos parte de la bolsa de la diversidad, no se nos puede diluir con otros temas

Se dirigía a las jóvenes: "Mujeres, sed independientes económicamente y sabed que podéis hacer lo que vosotras queráis y os propongáis".

Era una mujer libre, independiente y autónoma emocionalmente, que rompía todos los moldes y las normas establecidas. Tuvo criterio propio en todo y para todo hasta el último día de su vida. Nunca le importaba lo que pudieran decir de ella. Ella explica en sus memorias que su madre era valiente y feminista; y así la crió.

Tenía una visión feminista de la economía, pues decía que todo se tiene que mirar con ojos de mujer. Ella se dirigía a las asambleas de los empresarios y politics diciéndoles: "Tenemos que hablar de la microeconomía, que es la economía de las familias, la que hace funcionar el mundo; dejad de hablar y focalizaros solo en la macroeconomía, que no aporta nada al pueblo".

En una última carta que ha encontrado su hija justo hace unos meses, escribía: "El sistema patriarcal no funciona. El imperativo del éxito, la competitividad, la acumulación de riqueza, la prioridad de la economía, la ley de la fuerza, esto ya no funciona". Y hace 20 años ya les decía a los politics: "Ya es hora de que pongáis paridad en los puestos de poder. A las mujeres, como personas humanas, les interesa el mundo entero y es urgente que entren en el poder".

Se adelantó al feminismo ecológico y cósmico. Nos decía: "La apertura de pensamiento quiere decir tomar conciencia de que todos estamos unidos. La unidad del universo es una realidad y las mujeres creadoras de vida tenemos la responsabilidad y podemos hacer de este mundo, un mundo mejor".

Hace falta voluntad política y transformaciones radicales en la organización de la sociedad: los usos de los tiempos y espacios, la economía con perspectiva de género y al servicio de las personas, corresponsabilidad en los cuidados y un 50% de mujeres en puestos de responsabilidad

En sus últimos discursos, apuntalaba muy bien lo que es la cuarta ola de feminismo. "A las mujeres nos interesa el mundo entero, para mejorar la humanidad. Y, ahora, más que nunca, es urgente; mujeres, entrad al poder".

Estas palabras todavía me resuenan dentro de la cabeza, y es que las mujeres no somos ningún tema. Las mujeres no somos un sector. Las mujeres no somos parte de la bolsa de la diversidad. No se nos puede diluir con otros temas. Nosotras, las mujeres, somos la mitad de la población y por eso nos interesa todo lo que pasa en la sociedad y el futuro de esta sociedad. Porque sabemos que nosotras defenderemos mejor los derechos de las futuras generaciones y del planeta.

No queremos más comisiones y subcomisiones para "hablar de mujeres". No queremos que la clase política nos arrincone a "hablar de mujeres". No queremos que se hable de nosotras, de la situación de discriminación y de falta de derechos humanos solo el día 8 de marzo y que se reduzca en declaraciones y actos simbólicos. Queremos hechos y no palabras.

Nosotras queremos hablar de economía, de finanzas, de presupuestos,... Y de cómo organizamos la sociedad en equilibrio y en igualdad por el bien común.

La lucha de las mujeres ha conseguido los derechos y las Leyes de Igualdad, ahora hace falta que se cumplan y, por eso, hace falta voluntad política y transformaciones radicales en la organización de la sociedad: de los usos de los tiempos y de los espacios, de la economía con perspectiva de género y al servicio de las personas, corresponsabilidad de toda la sociedad en los trabajos de cuidados y que todos los puestos de responsabilidad, de arriba abajo y de manera transversal, estén ocupados en un 50% por mujeres.

Las mujeres tenemos que dar visibilidad a nuestras líderes y referentes, para conocernos y reconocernos, y, sobre todo, porque no queden en el anonimato.

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