La gran transformación de los aeropuertos

Los aeropuertos de todas partes están cambiando. Se trata de un cambio profundo, sin precedentes, que se ha acelerado debido a la pandemia del coronavirus. Un cambio que nos hará percibir y vivir estas infraestructuras como nunca antes lo habíamos hecho. De centros de transporte en origen, se están transformando en grandes contenedores de actividades económicas tan diversas como centros comerciales, ciudades aeroportuarias, plataformas logísticas o aparcamientos de larga duración para aeronaves. La lista de actividades es larga y la clave de vuelta de todo es la diversificación. Si antes del Covid-19 había aeropuertos que apostaban por el monocultivo, que se centraban en un solo segmento de negocio, la pandemia está haciendo del todo inviable esta estrategia. El eslogan es fácil de retener: diversificar o desaparecer, reinventarse o morir.

El origen de todo hay que ir a buscarlo a los grandes aeropuertos hub del gigante asiático y de los países del golfo, en Oriente Medio. En el Extremo Oriente y al Sudeste asiático, en países como China, Corea del Sur o Malasia, todo empieza con la construcción de grandes centros de conexiones, aeropuertos conectados globalmente con un número muy elevado de pasajeros que van para conectar con otros vuelos. En países como Qatar o Emiratos Árabes Unidos, de la mano de grandes compañías aéreas, como Emirates o Qatar Airways, y sin la presión añadida del precio del petróleo, replicaron el modelo asiático y se echaron a la carrera para convertirse en los aeropuertos más conectados del mundo. Ya sea en el Extremo Oriente o en el Middle East, este proceso de mundialización de los aeropuertos propició la multiplicación de las actividades económicas que acogían.

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Con un número tan elevado de pasajeros en conexión y con la necesidad de incrementar los ingresos, los gestores aeroportuarios de aquellos países detectaron una oportunidad inmejorable de hacer crecer los ingresos aeroportuarios: poner el foco en las actividades comerciales e inmobiliarias, más allá de los ingresos tradicionales asociados al aterrizaje y al despegue de los aviones.

"En países como Emiratos o Qatar los aeropuertos han puesto el foco en las actividades comerciales e inmobiliarias, más allá de los ingresos tradicionales asociados al aterrizaje y al despegue de los aviones"

Sólo fue cuestión de tiempo, y no mucho, ver transformados aeropuertos como el de Dubai en grandes centros comerciales con una anchísima oferta de tiendas y de restauración dirigida al viajero, ahora transformado en cliente del aeropuerto. Atrás quedaban los tiempos en que las compañías aéreas monopolizaban la atención del aeropuerto y eran capaces de someterlo a su ley. Con el surgimiento de nuevos segmentos de negocio finos hacía poco impensables, el pasajero acontecía el centro de atención del aeropuerto y hacia él había que mirar. A los aeropuertos de Extremo Oriente, como por ejemplo el de Incheon, en la capital surcoreana, han sido capaces de ir mucho más allá. La diversificación de las actividades es máxima y en 2015 se hizo público el proyecto de construcción de un complejo vacacional, con acceso directo desde el aeropuerto, dirigido especialmente a los pasajeros en conexión. El proyecto, en construcción en la actualidad, es un cumplido resort de recreo que contempla varios casinos, centros comerciales, hoteles e incluso un parque temático.

En la vieja Europa las cosas no van tan rápido. En el Estado español, con casi un gestor aeroportuario único, se sigue la misma estela que en el resto del continente. Y si echamos un vistazo a los aeropuertos catalanes, la tendencia no cambia. La diversificación de las actividades económicas en las infraestructuras aeroportuarias catalanas continúa siendo en buena medida una asignatura pendiente. Apenas superando lo que parece el pico de la segunda oleada del Covid-19, todavía hay aeropuertos catalanes que apuestan por el monocultivo. Atrás quedan los años en que el low-cost lo aguantaba todo. Aeropuertos como el de Girona o Reus necesitan imperiosamente diversificar su actividad, necesitan reinventarse con urgencia, favoreciendo el surgimiento de nuevas actividades económicas ligadas a otros segmentos de negocio. Las opciones son muchas y hay que saber escoger: potenciar los ingresos comerciales e inmobiliarios asociados a la creación de centros comerciales, favorecer el turismo de congresos u otras actividades más especializadas, como por ejemplo la actividad logística o la industria aeronáutica, son opciones a considerar.

En último lugar, hay que mencionar la singular situación en que se encuentra el gran aeropuerto comercial del país, el aeropuerto del Prat. Y es que, a pesar de la pandemia, el de Barcelona aspira a convertirse en uno de los aeropuertos de referencia del Mediterráneo Occidental, trabajando día a día para atraer compañías aéreas de los cinco continentes y convertirse así en un centro de conexiones global. Con este propósito, pero, sorprende que proyectos del todo estratégicos para la infraestructura, como la construcción de la terminal satélite o la ejecución de la ciudad aeroportuaria, acumulen un retraso considerable y no tengan una fecha clara para su puesta en servicio. En estos momentos, probablemente más que nunca, es cuando el aeropuerto tendría que dar un paso adelante decidido impulsando los proyectos de mayor valor añadido tal y cómo han hecho otros aeropuertos del mundo.

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