En 1994, la marca de neumáticos Pirelli lanzó una campaña publicitaria con el campeón olímpico de los 100 metros lisos y de salto de longitud Carl Lewis. En la foto tomada por Annie Leibovitz, se ve al entonces hombre más rápido del mundo en el momento justo antes del disparo de salida. La icónica foto captura a la perfección la potencia de Lewis a punto de explotar: su posición, sus músculos en tensión perfectamente delineados y su concentración. De fondo, un cielo nublado que ha dejado caer unas cuantas gotas sobre la pista.
Sin embargo, Carl Lewis lleva unos llamativos zapatos de tacón rojos. La vista se debate entre admirar la belleza de un cuerpo perfecto y el atractivo fatal de los zapatos. Fatal porque la foto es en realidad el primer fotograma de una secuencia que estamos viendo a cámara lenta en nuestra mente: arranca con toda su potencia, resbala y se estampa contra el suelo. El texto del anuncio era: “La potencia sin control no sirve de nada”. Si lo viste, seguro que lo recuerdas. Si lo ves ahora por primera vez, no lo olvidarás.
Pirelli utilizó posteriormente el eslogan con la atleta francesa Marie-José Pérec y con el futbolista Ronaldo cuando fichó por el Milán, que patrocinaba la marca de neumáticos.
"Desde que compró Twitter en 2022, Musk ha aprobado el 83% de las peticiones de información sobre usuarios de la plataforma, algunas de gobiernos de países tan democráticos como Turquía o India"
Como la foto de Leibovitz es de esas que no puedes sacar de la cabeza, me aparece de manera recurrente, ligada a eventos en los que casualmente la potencia se desata sin control. Piensa en las porras de los policías contra los votantes del 1-O, imágenes que la misma Leibovitz habría firmado; en el Catalangate, donde un estado usa software espía mercenario como Pegasus contra ciudadanos inocentes a quienes en principio debería proteger; piensa en Putin y el cierre indiscriminado de medios nacionales críticos con el régimen y la expulsión de medios internacionales; piensa en los asesinatos indiscriminados de Hamás en octubre del año pasado; en la reacción genocida de Israel. Podríamos seguir. Todos son ejemplos de potencia que, una vez desatada, solo puede tener consecuencias nefastas. Nos hacen falta más Pirelli.
Quizás esa era la intención de la fiscalía francesa cuando hace quince días dictó la detención del creador de Telegram, el multimillonario franco-ruso-emiratí-santkittsinense Pavel Durov. Parece que en la raíz de todo está la falta de control de Telegram sobre las actividades delictivas que se cometen —terrorismo, blanqueo de capitales, pederastia, compra y venta de personas y otras cosas muy feas— y la falta de colaboración con las autoridades francesas en la lucha contra estas lacras.
El ejemplo más reciente es del pasado viernes, de Brasil. Después de un tira y afloja con el juez del Tribunal Supremo de Brasil Alexandre de Moraes, Elon Musk ha decidido cerrar los servicios de X en el país. X no ha cumplido con el plazo impuesto por el juez para nombrar un nuevo representante legal. El juez ha ordenado la suspensión total de la plataforma hasta que X cumpla con las órdenes judiciales y pague las multas pendientes.
El conflicto comenzó en abril, cuando el juez ordenó la suspensión de decenas de cuentas de X acusadas de difundir desinformación, muchas de las cuales eran seguidores del expresidente Jair Bolsonaro. Musk ha defendido la libertad de expresión como un pilar de la democracia y ha dicho de todo al juez Moraes en su plataforma. El juez también ha dado a empresas como Apple y Google un plazo de cinco días para eliminar X de sus tiendas de aplicaciones y ha anunciado multas a quienes intenten acceder a la plataforma mediante VPN. Después de la disputa con las autoridades del Reino Unido por llamar a la guerra civil en relación con los ataques racistas de agosto, ahora Musk se enfrenta a Brasil.
"En quince días de diferencia hemos visto los intentos —por ahora exitosos— de poner control a la potencia de plataformas como Telegram y X, plataformas que descontroladas tienen el poder de desestabilizar individuos, gobiernos y sociedades"
¿Clausura justificada o ataque a la libertad de expresión de un juez polémico con ansias de protagonismo? La verdad es que es poco relevante. Que no va de libertad de expresión lo demostraría el hecho de que Musk nunca ha tenido problemas en proporcionar datos a gobiernos autoritarios cuando se lo han solicitado. Desde que compró Twitter en 2022, Musk ha aprobado el 83% de las peticiones de información sobre usuarios de la plataforma, algunas de gobiernos de países tan democráticos como Turquía o India. Pre-Musk era del 50%.
En quince días de diferencia hemos visto los intentos —por ahora exitosos— de poner control a la potencia de plataformas como Telegram y X, plataformas que descontroladas tienen el poder de desestabilizar individuos, gobiernos y sociedades. En el caso de Telegram, algunos tecno-libertarios nos quisieron colar que el asunto iba de Liberté, cuando en realidad es un tema de Egalité ante la ley y de Fraternité con todos los perjudicados por estas actividades. Muy similar al caso de X en Brasil, que el asunto no va de Progresso o no Progresso, sino que va de Ordem social. La foto de ambos casos, eso sí, sigue siendo la de Pirelli: toda la potencia del mundo con tacones de aguja.