Ingeniero y escritor

¿Qué le pido al nuevo presidente?

14 de Mayo de 2024
Xavier Roig VIA Empresa

Ignoramos a estas alturas quién será el nuevo presidente de la Generalitat. Ni tan solo si habrá uno nuevo ahora o tendremos que ir a elecciones otra vez. No importa. La lista de cosas que menciono es y será válida, al menos para mí. Empiezo.

 

Primera. Que tenga una visión completa del país y que conozca el territorio. Sobrevolarlo como hacía alguno de sus antecesores en el cargo es muy útil. Ver cómo está cultivado, donde están los polígonos industriales, cómo enlazan las carreteras y las vías de tren, los centros productivos, etc. Tener el país en la cabeza ayuda a tomar las decisiones de una manera mucho más eficaz y coherente.

Segunda. Que haga un esfuerzo para conocer la historia económica, productiva y mercantil, que ha hecho del país un caso específico. Un caso tanto válido que hoy hace que Catalunya sea la décima región europea en recepción de inversiones y proyectos. Y, sobre todo, que no tire esta tradición por la ventana torciendo los modelos económicos que lo han hecho posible.

 

Tercera. Que sea consciente que el problema más grave que hoy tiene el país es la productividad. El más grave de todos. Porque sin una buena productividad no hay excedente económico y, entonces, nada sobre el que está edificada nuestra sociedad es válido: cohesión social, estado del bienestar, democracia, etc. Los países pobres no pueden repartir riqueza y, por lo tanto, no tienen paz social. Es decir, no tienen paz.

"Los países pobres no pueden repartir riqueza y, por lo tanto, no tienen paz social"

Cuarto. Que asuma que la riqueza del país -como la de todos los países cuerdos- no se encuentra en las riquezas naturales. El país no tiene. Es montañoso, difícil de cultivar. No tiene minas ni petróleo. Pero tiene gente. Y la riqueza de un país es el grueso de su gente. Cómo se organiza y cómo trabaja. Cómo se arremanga cada día para hacer que las cosas funcionen. Por lo tanto, esta gente hay que seleccionarla y formarla. Inmigración y educación son claves.

Quinta. Que se meta en la cabeza un hecho que el populismo intenta hacer olvidar a los políticos: el pastel del PIB de un país suma 100. Si un sector se ve sobreestimulado, hay otro que se ve perjudicado. Por lo tanto, que elija bien los sectores sobre los que hay que apostar. No se puede permanecer inactivo porque hace falta siempre recordar que -aunque por razones diferentes a las que quiero significar- la moneda mala siempre se come a la buena. Las malas hierbas, si no se limitan, se comen siempre el cultivo.

Sexta. Que se obsesione en un hecho claro y simple: el PIB en valor absoluto no quiere decir nada. La India tiene un PIB de 3.400 mil millones de dólares. El de Bélgica es de 580 mil millones de dólares. Una sexta parte. Pero, puestos a elegir, ¿qué prefieren ser? ¿Ciudadanos indios o belgas? Un ciudadano belga dispone de un PIB de 50.000 dólares al año. Uno de indio, solo de 2.400. Catalunya tiene demasiada población para lo que produce. Nuestra riqueza per cápita se ha visto reducida los últimos veinte años.

Séptima. Que recuerde que el empresariado real, aquel que mantiene el país en marcha, no se encuentra en las organizaciones empresariales oficiales -que no son nada más que desafortunados montajes políticos barceloneses, degeneración política hispanizada de las intenciones iniciales del señor Ferrer Salat-. El auténtico empresario catalán no está organizado. Hay centenares, miles, a los que el poder político tiene absolutamente olvidados. Y esto no es del todo malo -el empresario tiene que pasar desapercibido y odiar el exceso de intervencionismo político-. Simplemente hay que recordar que no conviene actuar contra la masa sanguínea que circula por las venas económicas del país. Porque corremos el riesgo de cargárnosla.

"El auténtico empresario catalán no está organizado"

Octava. La pandemia ha causado una buena reacción en Europa: la reindustrialización. Hay que apostar por la industria, sin complejos, luchando contra los sectores poco o mulamente productivos. Y aprovechar las ayudas -Catalunya no las aprovecha nunca lo suficiente- que vienen de Europa. Y recordar que, para salvar una industria, conviene hacerlo todo. Si hace falta, coger un avión para ir a ver al propietario, se encuentre donde se encuentre. Insisto al recordar a algún otro presidente pasado. Muchos miles de familias han vivido y viven de aquellos viajes en avión que se hacían para decir a los inversores y productores que Catalunya no es por casualidad la décima región de Europa en inversiones foráneas.

Colofón. Es triste reconocerlo, y hace de mal decir, pero los países pobres no van a ninguna parte. Si Catalunya ha sobrevivido es porque era más rica que los territorios de su entorno. Este fenómeno, por razones diversas, se ha visto afectado los últimos decenios. Por muchas razones, pero, sobre todo, debido a unos malos gobiernos. Como última cosa le pediría al nuevo presidente que, por favor, cambie la tendencia económica que, los últimos años, ha cogido el país. Si lo hace, pasará a la historia. Y, para un político, seamos claros, ¿es que hay una honra más grande que pasar a la historia?