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¿Los polos opuestos se atraen o buscamos la media naranja?

18 de Agosto de 2023
Cristina Salvador VIA Empresa

¿Es cierto que los polos opuestos se atraen? ¿O más bien buscamos una media naranja (romántica, profesional, de amistad...) idéntica a nosotros?

 

Pensamos en nuestro grupo de amistades, en las personas del trabajo con las que mejor relación tenemos, en las comunidades con las que nos sentimos afines... A menudo son demasiado iguales a nuestra identidad o personalidad y eso tiene una explicación. Nuestra amígdala descarta de entrada lo que no es habitual, no le gustan las personas o situaciones inesperadas o distintas.

Todas las personas tenemos sesgos por cómo nuestro cerebro está cableado. Y es que tenemos un cerebro que gasta mucha energía – más del 20% a pesar de suponer solo un 2% de la masa corporal – y tiende a ser amante de la rutina y, por tanto, un punto vago.

 

Cada día nuestro cerebro se encarga de procesar millones de estímulos. Y este proceso se produce en la amígdala, que es la responsable de gestionar la amenaza y el miedo. La amígdala es la responsable de nuestra supervivencia, de hacer suposiciones y de sentir emociones que causan que nos sintamos atraídos por ciertas personas (más afines). Dado que este proceso es muy rápido y eficiente, el sesgo en la mayoría de los casos no es consciente. El cerebro tiene un patrón de conexiones neuronales que nos hacen preferir lo que parece afín, competente o valioso... según nuestro criterio sesgado, por supuesto.

Requiere mucho esfuerzo parar a pensar el porqué de algunas decisiones y abrir la mente – y nuestra vida – a la diferencia por tener una vida más rica y estimulante

El córtex cerebral está asociado a la empatía y la razón. Es dónde nos formamos impresiones de las personas. Y cuando una impresión pasa a ser categoría es cuando nos dejamos llevar por estereotipos. La mayoría de las decisiones que tomamos son emocionales. De esto habla también Daniel Kahneman en su libro Piensa rápido, piensa lento. Si te dejas guiar por la intuición con relación a una persona, seguramente tu opinión tendrá sesgo. Requiere mucho esfuerzo parar a pensar el porqué de algunas decisiones y abrir la mente – y nuestra vida – a la diferencia por tener una vida más rica y estimulante.

Verna Myers, una de las personas más influyentes en diversidad e inclusión, nos dice que "los sesgos son las historias que nos inventamos sobre las personas antes de saber quiénes son en realidad". Y, como bien sabemos, tendemos a enamorarnos de las historias que (nos) contamos. Y a creérnoslas.

Los sesgos más habituales en todos nosotros se pueden resumir en el modelo SEEDS del Dr. David Rock del Instituto de Neuroliderazgo. Ellos nos habla de las cinco categorías más comunes:

  • Afinidad: nos tiende a gustar más alguien similar a nosotros.
  • Razón: nos gusta más alguien que piensa como nosotros.
  • Experiencia: tendemos a aconsejar según nuestras experiencias.
  • Distancia: tendemos a preferir alguien más cerca de nosotros (en edad, cultura...).
  • Seguridad: tendemos a escoger la vía más segura, el que ya hemos probado y conocemos.

 

Desde comida, música o ropa hasta personas, tendemos a categorizar y tener preferencias. Algunas pueden ser inocentes. Pero cuando se trata de preferir a unas personas respecto a otras; podemos discriminar. Hay que entrenar nuestra forma de pensar para reducir los sesgos inconscientes y promover la inclusión consciente. Si volvemos a la media naranja o los polos opuestos, concluiríamos que si pensamos rápido y dejamos que nuestro cerebro actúe con inercia, optaríamos por la “media naranja”. Pero si queremos tener una vida más rica, nos abriríamos a personas que – de entrada – consideramos diferentes o incluso opuestas a nosotros.

Los viajes nos dan grandes oportunidades de explorar culturas diversas, aprovechémoslos para aprender y aplicarlo a nuestro entorno social y laboral al volver a lo cotidiano

De hecho, cuando exploramos desde la curiosidad nos damos cuenta de que las diferencias son muy subjetivas y que, objetivamente, no nos separan grandes cosas entre personas. Los viajes nos dan grandes oportunidades de explorar culturas diversas, aprovechémosles para aprender y aplicarlo a nuestro entorno social y laboral al volver a lo cotidiano.

La vida, con conciencia inclusiva, es más rica y placentera. Las organizaciones también lo son. En las empresas, la cultura inclusiva nos aporta mejores resultados económicos y de productividad, más capacidad de atracción del talento (especialmente de la generación Z), mejor engagement de los equipos actuales (según Great Places to work 5,4 veces más fidelización), mejor toma de decisiones, más colaboración y aprendizaje, mayor capacidad de creatividad e innovación... ¿Todavía preferís la clásica media naranja?