Qué tenemos que hacer con Vueling?

Este verano ha sido otro golpe nefasto para Vueling y, por extensión, para el aeropuerto de Barcelona , donde la compañía ejerce un rol mayoritario, puesto que su actividad representa alrededor del 40% del total. De esta forma, desde mayo el Prat se ha convertido en el aeropuerto con más retrasos de Europa, una triste marca que curiosamente, o no tanto, no ha merecido la atención que requería su gravedad.

Los especialistas ya nos han explicado con cierto detalle lo porque de las incidencias y retrasos que acumula Vueling, sobre todo en los meses de máxima afluencia. En resumen, una praxis que bordea siempre los límites de la normativa internacional –reducido tiempo de parada de las aeronaves, insuficientes aviones y tripulaciones de reserva, overbooking...- con el afán de minimizar costes para mantener precios competitivos y maximizar beneficios para los accionistas del grupo IAG. Una praxis, también, en que la más mínima incidencia produce caídas en cadena de todo el sistema operativo.

Una buena hoja de servicios

Cómo apuntábamos antes, la importancia de Vueling para Barcelona es muy elevada y el mal funcionamiento de la compañía los tres últimos veranos es una de las amenazas más graves para mantener los niveles de calidad imprescindibles para la actividad turística de Barcelona y buena parte de Cataluña.

Cuando hace unos años Iberia decidió abandonar el Prat en favor de Barajas como base operativa casi exclusiva, algunos ya apuntamos que si la compañía de bandera española dejaba la ciudad, otros, de bandera o de un bajo coste entonces todavía emergente, ocuparían su lugar. Y así ha sido, sobre todo gracias al fenómeno Vueling, que ha contribuido a disparar el nivel de actividad del aeropuerto del Prat y, por extensión, la afluencia turística en Barcelona.

"El mal funcionamiento de Vueling es una de las amenazas más graves por matenir los niveles de calidad del turismo de Barcelona y Cataluña"

Complementariamente, Vueling también ha contribuido que los catalanes estiércol de Europa nuestro verdadero espacio turístico doméstico y que disminuimos sustancialmente nuestra actividad turística convencional al resto del Estado. Dicho sea de paso, a menudo se comenta la disminución de visitantes españoles en Cataluña pero la caída del turismo catalán en España es también considerable y la oferta de destinos de Vueling, y otras compañías, ha contribuido de forma decisiva.

Más competencia para corregir un dominio abusivo

Reconociendo todos los aspectos positivos que ha tenido el fenómeno Vueling para Barcelona y su aeropuerto, resulta evidente que la excesiva dependencia de un solo operador nos sitúa en una posición de debilidad y quedamos demasiado condicionados a sus vicisitudes operativas y empresariales.

Barcelona y Cataluña necesitan ser menos dependientes de Vueling. Dado que el Prat se acerca rápidamente a los límites de saturación, tenemos que pensar que Girona y también Reos tienen que acontecer la cuarta y la quinta pista del aeropuerto de Barcelona. Así podremos disponer fácilmente de nueva oferta que introduzca verdadera competencia porque la posición oligopolística de Vueling no lo estimule a consolidar sus actuales comportamientos abusivos.

Cuarta y quinta pistas en Girona y Reos

La opción de volar vía Girona o Reos, para los catalanes puede representar una cierta barrera psicológica pero el aumento del tiempo de desplazamiento desde el área de Barcelona se compensa con un acceso fácil e inmediato a unas instalaciones mucho más pequeñas que las que en el Prat. Para los visitantes foráneos -cuanto más lejanos sean, todavía más- emplear media hora o una hora para llegar al centro de Barcelona no los es muy relevante si tienen buenas conexiones en transporte público, porque en vehículo privado ya están.

La política comercial y la operativa interna son responsabilidades de AENA, que para Girona y Reos ya nos prometió Zapatero. Igualmente quedan en manso de Madrid las conexiones con trenes de alta velocidad y la anunciada pero todavía pendiente estación del AVE al aeropuerto de Girona, para no hablar del fiasco del alta velocidad al Campo de Tarragona. Transporte por carretera y promoción sí que son en manso del gobierno de Cataluña y por aquí habría que avanzar.

"Vueling ha contribuit que los catalanes estiércol de Europa nuestro espacio turístico doméstico y disminuimos la actividad turística al resto del Estado"

En Barcelona no le tendría que importar ceder parte de la esponerós crecimiento anual de actividad de su aeropuerto a favor de una competencia que, en realidad, es un complemento y que tendría que disminuir la hegemonía y la dependencia de Vueling. La capitalidad del país también se ejerce con cesiones inteligentes. El famoso y eficaz comité para promover nuevas rutas al Prado tendría que contemplar el conjunto de los tres aeropuertos operativamente como uno sólo y no limitarse a perseguir oferta intercontinental, sino también a introducir competencia en los vuelos europeos.

El omertà como derivada de las situaciones de oligopolio

Finalmente, quiero referirme a la cortina de silencio que apuntábamos más arriba y que minimiza –y, por eso mismo, distorsiona- la gravedad de las consecuencias del comportamiento de Vueling durante los últimos veranos.

Cuando cualquier excusa nos es presentada como un ataque al turismo y a la prosperidad de Barcelona –sean protestas políticas o actuaciones municipales más o menos acertadas para contener la saturación- resulta sorprendiendo la benevolencia con que se tratan los conflictos generados por Vueling. Igual como hizo en su momento en la dura pugna en qué consiguió sacar del tablero la competencia de Spanair, Vueling utiliza su capacidad publicitaria para poner sordina a actuaciones que en otras circunstancias habrían generado una atención y una reprobación mucho más elevadas.

Aquí entraríamos ya en la dependencia de nuestros grandes medios de comunicación de la publicidad de las grandes empresas y ahora no nos entretendremos. Pero es evidente que la situación de dominio que Vueling ejerce en la oferta aérea de Barcelona se refuerza y tiene como víctima colateral la credibilidad de nuestros grandes medios de comunicación.

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