Empresa, cultura y sociedad digital

¿Ciencia ficción o escenas de un futuro cercano?

18 de Enero de 2023
Genís Roca

Tienes un hijo de siete años y te gusta leerle cada noche un cuento antes de ir a dormir. Es por eso que le dices a tu ordenador “escríbeme un cuento que leído no vaya más allá de los quince o veinte minutos, en el que salgan delfines y tortugas pero en ningún caso tiburones ni arañas, en el que el protagonista se llame Pau y viva una aventura divertida en la que él es el héroe y el malo sea un pirata con la pata de palo, que refuerce los valores de la amistad y la colaboración, que haga amar la naturaleza y eduque en la cultura de la sostenibilidad, y que tenga un final dulce y sereno, que me hace falta para ir a dormir”. Y al cabo de un minuto lo tendrás. También le puedes pedir que te escriba quince, y no sólo uno, y que te los impriman con letra grande, ilustraciones y tapa dura, y que te lo envíen a casa mañana mismo envuelto para regalo. ¿Se han acabado los escritores humanos de cuentos infantiles?

 

Tienes una empresa de ascensores y le pides al ordenador que te componga 800 horas ininterrumpidas de hilo musical libre de derechos de autor. Nunca más un humano va a componer música para ascensores.

"los alumnos también le pedirán a su ordenador que les redacte la respuesta a los ejercicios que les has puesto. No han copiado: ni tan solo han hecho el trabajo"

Eres profesor de primero de bachillerato y le pides al ordenador que coja el temario de una asignatura y te sugiera cómo organizar los contenidos para poder impartir la materia en doce clases, con un esquema de qué debes tratar en cada sesión, y que te proponga ejemplos prácticos y anécdotas para hacer más amena la clase. También le pides que te proponga los ejercicios que encargarás a los alumnos. Resulta que los alumnos también le pedirán a su ordenador que les redacte la respuesta a los ejercicios que les has puesto. No han copiado: ni tan solo han hecho el trabajo. Pero tú tampoco.

 

Los abogados de la defensa y la acusación han presentado en formato electrónico sus exposiciones de los hechos, las pruebas, los peritajes y sus argumentos. El juez le pide al ordenador que en base a esta información, todo el marco legal del país y todos los antecedentes judiciales de la historia, haga una propuesta de la sentencia. La máquina le entrega el borrador junto a un cálculo de la probabilidad de recusación, que es muy bajo. El juez firma la sentencia sin ni tan solo leerla.

El médico, con más de quince años de experiencia, mira atentamente en la pantalla la mamografía de su paciente. No ve nada en ella. Lo vuelve a mirar, atento a unas pequeñas manchas blancas que se ven en la parte inferior de la mama derecha. Después de una atenta inspección descarta cualquier problema y comunica a la paciente que puede estar tranquila, que la mamografía ha salido limpia y todo está bien. La paciente le agradece la opinión y pide por favor que se lo mire también el ordenador. En diagnóstico por imagen el porcentaje de error de los humanos es insoportable en comparación al de las máquinas.

"No tienes ni idea de cuáles de esas canciones han sido compuestas e interpretadas por humanos y cuáles por inteligencias artificiales"

Estás haciendo tareas en casa, poniendo lavadoras, fregando suelos, limpiando lavabos y sacando el polvo de la librería. Le pides al ordenador que te ponga “música animada” y empieza a sonar una lista de reproducción que te gusta y hace que de vez en cuando, entre tarea y tarea te pares un momento para bailar. No tienes ni idea de cuáles de esas canciones han sido compuestas e interpretadas por humanos y cuáles por inteligencias artificiales. Hay una que se parece mucho a Bruce Springsteen, también por la voz, pero vete tú a saber. Pero no importa, la lista te gusta y pones una lavadora de ropa de color.

Pides un crédito al banco para poder hacer obras en tu restaurante. Ya toca hacer cambios en la cocina y la bodega de vinos, y todo cuesta dinero. En el banco analizan tu situación económica y la evolución histórica de tu negocio, así como la tendencia de todos los restaurantes de tu calle, de tu pueblo y de tu país en los últimos cien años. Lo combinan con tendencias macroeconómicas y la previsión climática y turística de tu entorno en los próximos años. Te deniegan el crédito. Ninguna persona ha participado ni en el análisis, ni en la decisión, ni en hacértela saber.

Llamas al servicio de atención y ya no te contesta esa voz metálica que te manda pulsar el uno si quieres hacer una consulta, dos si quieres hacer una queja, tres si quieres un presupuesto o que esperes si no sabes lo que quieres. En vez de eso te responde alguien muy amable que te dice “hola, buenas tardes, ¿en qué te puedo ayudar?”, y tú le explicas y te contesta, te pide alguna aclaración y te lo resuelve. “¿Te puedo ayudar en algo más?” y tú dices “no, no, está perfecto. Muchísimas gracias. ¿Cómo te llamas?”. Y la voz te contesta “soy un robot de atención al público”.

Recibes una carta muy amable, incluso cálida y sensible, en la que te comunican que lamentablemente hay una caída de la demanda que ha acabado por hacer necesaria una reestructuración de los equipos. Lo sienten mucho, pero estás despedido. Sospechas que ninguna persona humana ha participado en la decisión, ni tan solo en escribir la carta. Un sistema ha detectado que un parámetro estaba por debajo de lo que tocaba y era necesario reducir en 14.700 euros la estructura de costes. Otro algoritmo ha redactado la carta. Te llega por correo electrónico.

Lees un artículo en VíaEmpresa sobre futuros distópicos. El autor da a entender que diferentes ejemplos que te parecen aberrantes podrían acabar siendo cotidianos en el futuro. Pero tú sabes que es imposible, así que tranquilo.