La invasión de las pantallas

Cada vez hay más pantallas
y cada vez las tenemos más cerca.
De una pantalla en la sala de cine, a una pantalla en el comedor de casa.
De una pantalla en el comedor, a una pantalla en la palma de la mano.
De una pantalla en la mano, a una pantalla dentro de las gafas.

Del cine a la tele,
de la tele al móvil,
del móvil a las gafas.

De tenerla a diez metros a sólo un metro.
De tenerla a un metro a sólo un palmo.
De tenerla a un palmo a sólo un centímetro.

A medida que se acercan las miramos menos acompañados.
A medida que se acercan somos menos anónimos.

De una pantalla en una sala con trescientas personas
a una pantalla en un comedor con cuatro personas
a una pantalla de móvil que miran como mucho dos personas
a una pantalla en las gafas que sólo puede ver una persona.

Antes nos reuníamos para mirar juntos una pantalla.
Ahora cada uno mira su pantalla.

De contar cuánta gente mira una pantalla,
a saber quién es cada persona que la mira.
De saber quién es a saber cómo es.

Cuánto más se acerca la pantalla más te conoce.
Cuánto más te conoce más intenta quedarse.
La invasión de las pantallas.

Si quieres resistir, busca el directo antes que el streaming.
Comparte momentos con alguien, si puedes que algunos sean con mucha gente.
Busca situaciones que tengan olor.

Y si es necesaria una pantalla, escoge la distancia.

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