Ingeniero y escritor

Negociaciones. ¿Y la sociedad económica?

01 de Agosto de 2023
Xavier Roig VIA Empresa

No es este un lugar para opiniones puramente políticas, salvo que tengan fuertes implicaciones económicas. Y ahora es el caso. Ha habido elecciones en España y parece que las fuerzas catalanas tendrán un protagonismo relevante. Sobre todo si tenemos en cuenta los exiguos resultados obtenidos. Es de suponer que la negociación de los partidos catalanes con los partidos españoles se tendría que abordar bajo dos vertientes: la política y la económica. En la primera no entraré, ya he dicho que este no es el foro más apropiado. En la segunda no solo me veo autorizado sino, incluso, requerido. Los países que lo centran todo en la discusión política son los más atrasados. Al fin y al cabo, gobernar en democracia tiene por objetivo mejorar las condiciones de vida de los electores. Y gobernar sin recursos económicos adecuados resulta ser un acto de digestión tan pesada como inútil.

 

La macroeconomía catalana necesita estar bien gestionada. Hay cosas donde algunos podemos influir. Por ejemplo, alertando de la necesidad de repartir el roscón del PIB entre sectores productivos y rehuyendo las economías perezosas de las cuales hacemos gala últimamente. Otro aspecto sobre los que tiene influencia un gobierno es aquel que afecta las infraestructuras.

"Los países que lo centran todo en la discusión política son los más atrasados"

Muchos países han acordado, desde hace años, que las infraestructuras que ofrecen un servicio local -por muchas repercusiones económicas que tengan- necesitan ser gestionadas por entidades locales que persigan la optimización organizativa y económica. Así lo hacen muchos países, sean federales o centralizados. Ya les expliqué que en Francia, las cámaras de comercio gestionas puertos, aeropuertos y polígonos industriales.

 

Las demandas de Catalunya vienen de lejos y se explicitaron por primera vez en el memorial de agravios que se presentó al rey Alfons XII. Y después, cuando Francesc Cambó, regidor del Ayuntamiento de Barcelona, se encaró con Alfonso XIII durante su visita a la ciudad. La realidad es que podemos hacer una lista de la cual, yo diría, ninguna organización económica del país puede estar en desacuerdo. La detallo:

-Gestión aeroportuaria completa (la Generalitat solo nombra el presidente del Port; el resto es del Estado).

-Enlace de las tierras del Ebro con la frontera por una vía de ancho europeo de carga de gran capacidad. Si el País Valencià se quiere conectar que lo pida.

-Gestión de todas las líneas ferroviarias de ámbito catalán.

-Gestión de carreteras y autopistas que pasan por Catalunya.

-Gestión de las subvenciones españolas y europeas a empresas catalanas.

-Establecer una cuota de solidaridad económica de contribución con España que sea justa. Que se pueda calcular por avanzado el dinero que hace falta detraer de los impuestos que pagan los catalanes (incluidas las empresas) como cuota por formar parte de España.

Todo ello con las dotaciones económicas necesarias, claro. Ya sé que algunos dirán que la lista es corta. A mí también me lo parece. Pero he tratado de hacerla con la intención que no pueda ser rechazada por ninguna organización económica ni empresarial. Por el simple hecho que es lógica y ya se aplica en otros países de Europa. Por lo tanto, incluso, el representante económico y empresarial más botifler no lo tendría que rechazar.

"El equipo económico que tendría que negociar la investidura debería ser mixto: político-sociedad civil"

Hecha la lista (la mía solo es un ejemplo), los partidos o partido que tenga la sartén por el mango tendría que reunirse con las patronales y círculos y cámaras catalanas y formar un equipo de negociación. Es decir, el equipo económico que tendría que negociar la investidura debería ser mixto: político-sociedad civil. Porque esto que he puesto en la lista no lo necesitan los políticos, no. Lo necesita el país.

¿Por qué esta exigencia no la hacen las organizaciones civiles? Ahora es la hora. Y los partidos no se podrían negar. ¿O es que el país ha dejado de existir?