'Talento Z', imprescindible en la ecuación de cambio social

Hace unas semanas, el director general de ESIC, Eduardo Gómez Martín, compartía una reflexión en un acto dirigido a jóvenes preuniversitarios: "¿La generación Z es una generación perdida o incomprendida?". Es una reflexión a la que he estado dando vueltas en los últims tiempo y que, lejos de lo que se considera, me lleva hacia un camino de esperanza. Existe una cierta voz de alarma que sentencia que los jóvenes de esta generación son irresponsables, no se implican, no se comprometen, son volátiles, están desmotivados... Y es posible que algunas de estas circunstancias sean ciertas, pero es que es una generación acostumbrada a vivir en la permanente idea de crisis.

Si bien es cierto que se dice que todo tiempo pasado fue mejor, también lo es que toda generación tiende a pensar que las demás, sobre todo las más jóvenes, se encuentran en una situación de inferioridad, irresponsabilidad o falta de compromiso. Pero lo que sucede es que el paradigma social ha cambiado y a algunos los pillan ya demasiado lejos ciertos conceptos que la generación Z domina hoy en día.

Esta generación Z es el estandarte de la lucha por los derechos de las mujeres, de los animales, del planeta y de otras muchas causas en las que nuestra generación apenas había reparado. Una Greta Thunberg con esta edad y este grado de compromiso habría sido impensable décadas atrás.

Los jóvenes, acostumbrados a vivir en contextos cambiantes y volátiles, han decidido apostar por algunos valores que no lo son: su voz, su lugar en el mundo, la pasión, los sueños, el compromiso con un propósito mayor, ser y sentirse parte de un todo... Es por eso que los jóvenes de hoy en día no se aferran a trabajos durante décadas, acomodándose en lo que antes era un lugar de trabajo para toda la vida, porque nunca han conocido este concepto. En cambio, buscan, se mueven, participan, luchan, se unen al resto... Porque la identidad se ha convertido para ellos en un hecho vital más importante que la productividad.

Es una generación que ha ido perdiendo en los últimos años algunos de los 'assets' que conducían hacia el progreso a las generaciones anteriores

Por eso las marcas se vuelven cada vez más humanas, las empresas invierten más en responsabilidad social y cada vez hablamos más de los derechos y valores de las personas. Porque aquellos que han nacido con todo, solo pueden perseguir lo que no se puede comprar. Y eso es lo que los hace diferentes.

Se han hecho derramar ríos de tinta, especialmente este últim año, sobre la importancia de adaptarse al cambio. Pues bien, puede ser que la generación Z ya venga con esta calidad de serie.

Es lo que podemos denominar el talento Z. No es que la generación Z se encuentre perdida, ni que las presentes circunstancias la desaprovechen, sino que se trata de una generación que ha ido perdiendo en los últimos años algunos de los assets que conducían hacia el progreso a las generaciones anteriores. Un camino hacia el progreso que, efectivamente, ha cambiado y para el que la generación Z parte con ventaja.

A su favor, cuentan con capacidades para las que otros han tenido que luchar y ellos han adquirido de manera casi natural: digitalidad, adaptación, flexibilidad, inconformismo, espíritu crítico, capacidad autodidacta...

Este talento Z les hace tener una visión diferente sobre las cosas, este thinking out of the box, esencial ante el momento de cambio que estamos viviendo, y eso muy probablemente sea uno de los principales atributos que los haga más capaces de afrontar este cambio de paradigma al que muchos todavía se resisten. Los jóvenes de hoy en día poseen una visión sin límites que los hace afrontar los retos desde una óptica diferente y que, estoy seguro, les permitirá encarar los viejos retos de una forma totalmente renovada.

A su favor cuentan con capacidades para las que otros han tenido que luchar y que ellos han adquirido de manera casi natural: digitalidad, adaptación, flexibilidad, inconformismo, espíritu crítico, capacidad autodidacta...

Por eso, coincido plenamente con la conclusión subrayada por Eduardo Gómez Martín en el acto de Generació ESIC: "Los jóvenes de hoy en día no son una nueva generación perdida, sino una generación incomprendida", a la que le ha tocado tener que transformar el mundo en un contexto complicado, pero que tiene las capacidades y valores claves necesarios para definir el futuro de todos a pesar de hacer frente con éxito a los retos del mañana. Y es tarea nuestra ayudarlos en este camino.

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