Etnógrafo digital

Twitter, China e internet dentro de internet

13 de Octubre de 2022
Act. 13 de Octubre de 2022
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Los usuarios de Twitter continuamos pendientes del serial del verano: el de la no-compra de Twitter por parte de Elon Musk. Nunca antes habíamos asistido en directo a una no-compra de este calibre. El precio que Musk y Twitter acordaron inicialmente era de 44.000 millones de dólares, 54,20 dólares por acción.

 

Las razones que ofrecía Musk era que el pajarito se había excedido en su celo para preservar la plataforma libre de odio y que desplataformando perfiles como el de Trump y su caterva había ido más allá de la ley. Él, que es un “absolutista de la libertad de expresión” enderezaría la situación. También acusaba Twitter de saber crecer suficiente -300 millones de usuarios activos son pocos comparados con los cerca de 3.000 de Facebook o 1.500 de Instagram- y de no saber monetizar suficientemente bien el servicio. También hablaba de mejoras cosméticas como la longitud de los tuits o el botón de editar o de filosóficas como abrir el algoritmo de recomendación de contenidos. McGuffins, para despistar.

Al principio Twitter se hizo el perezoso y miró de impedir la compra, pero una vez visto que poco podrían hacer, cambiaron sus propios principios por unos otros, que con el bolsillo lleno hace mejor pasar. Cuando todo parecía dicho y hecho, Musk no lo vio claro y probó de desdecirse aduciendo que el 5% de perfiles falsos que Twitter decía tener era como mínimo y que esto era otro precio. El caso terminó en un tribunal de Delaware dónde por lo que parece Musk tenía pocas posibilidades de poder tirar atrás el compromiso de compra.

 

Musk es un tuitero empedernido; aboca lo que piensa y Twitter es su agencia de relaciones públicas

Y de repente, el caso hizo un giro de 180º (repetirlo con la cantinela de Carles Porta para más efecto). Resulta que finalmente parece que no habrá caso por qué, ahora sí, Musk quiere comprar. Ha renegociado un precio por acción de 50 dólares en lugar de 54 -un ahorro de 3.300 millones- y parece que la compra tirará adelante. ¿Cómo se entiende? Seguramente leer entre tuits nos puede ayudar.

Musk es un tuitero empedernido; aboca lo que piensa y Twitter es su agencia de relaciones públicas. Su verborrea en más de un lío. Sin ir más lejos, el otro día salía la noticia en el Financial Times de que las fuerzas ucranianas informaron de cortes de redes en la red de comunicaciones por satélite Starlink cuando estaban rompiendo las líneas enemigas y reconquiriendo territorio. La red Starlink, propiedad de Musk, decía el FT estaba cofinanciada por él mismo, el gobierno norteamericano y donaciones de micromecenas para ayudar Ucrania. Musk comentaba la noticia acusandola de falsa y daba el dato de cuánto le costaba a su empresa la ayuda a las tropas ucranianas: 80 millones hasta ahora que serán más de 100 a finales de año. Tampoco sabemos si es cierto porque hay secretos empresariales de estado y empresariales por todos lados, pero parece que pese a lo que diga Musk, parte del pastel si que lo pagan los contribuyentes norteamericanos.

Algunos usuarios le sacaron tuits anteriores dónde decía que la tecnología de Starlink nunca serviría para la guerra, mientras que otros le preguntaban por el criterio que seguía a la hora de ceder su tecnología a un bando o al otro. Musk respondía que estaba bien informado, que tenía contacto permanente con cargos de responsabilidad de un bando y el otro y que sabía lo que se hacía. Y aquí es dónde entra, y no es ningún secreto, China.

El mismo Musk ha dicho en Twitter (¡dónde sino!) que su objetivo es crear X, en palabras suyas, “la aplicación total”. Para entender que es una “aplicación total” nos tenemos que ir a China y bajarnos el WeChat de Tencent. WeChat empezó siendo una aplicación de mensajería hace once años y hoy es imposible vivir en China sin utilizarla. En WeChat se pueden hacer cursos, sacarte el carnet de conducir, encontrar pareja, jugar, pedir hora en el CAP, mandar dinero y también chatear. Es lo que se conoce como una uber-aplicación. En Occidente no hay nada similar. Musk ha dicho recientemente de WeChat: “Básicamente, vives en WeChat en China. Si lo podemos recrear con Twitter tendremos un gran éxito”. Las alianzas con la China no se quedan solo en este desiderátum: Tencent, el propietario de WeChat tiene el 5% de las acciones de Tesla.

El error sería pensar que Musk quiere comprar Twitter para hacer una versión mejorada; la clave es pensar que puede llegar a ser Twitter con la visión de Musk y dónde pueden llegar los proyectos de Musk con los datos masivos de Twitter. Pensad que en Twitter hay el polvo del planeta; desde los programas del corazón hasta la geopolítica internacional. Para Musk esto hoy vale 44 mil millones de dólares. Pero es que si es capaz de hacer crecer Twitter a niveles de Facebook (casi el 50% de la población mundial) el valor es incalculable.

El error sería pensar que Musk quiere comprar Twitter para hacer una versión mejorada

 

Para ponerlo en perspectiva pensad en el modelo de IA GPT-3 de Open AI, lanzado en mayo del 2020. Entrenado con todos los textos en abierto de la web, dos corpus bibliográficos, Wikipedia, IIRC o el equivalente a 10.000 años de lectura, es capaz de generar textos nuevos que habitualmente son indistinguibles de los escritos por un humano. Su imitación es que no “sabe” nada de lo que ha pasado con posterioridad al 2019, el año que fue entrenado.  No sabe qué está pasando en Ucrania ni si en Irán hay una revuelta o no. Pese a esto, con los textos que “leyó” hasta el 2019 es capaz de generar un ensayo sobre la situación de Ucrania y a teorizar hasta una inevitable invasión rusa.

Una “aplicación total” X, evolución de Twitter, al nivel de WeChat generaría todavía muchos más datos de sus usuarios, de más calidad y a la vez el efecto plataforma -como más gente la utiliza más gente atrae- la haría crecer hasta niveles insospechables. El hecho que haya funcionado en China y que en Occidente todavía no exista es lo que ha hecho cambiar de parecer a Musk sobre la no-compra de Twitter. Si sale, Twitter será una especie de internet dentro de internet, exactamente lo que ya es WeChat en China.