Volvemos con fuerza

Después de unos días de descanso hemos retomado el ejercicio leyendo a la prensa que la Unión Europea no puede contar con una España que tiene un Gobierno en funciones, precisamente en un momento tan crítico para nuestro continente. En este mismo digital el lunes explicaban que las comunidades autónomas recibirán este año 4.000 millones de euros menos a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) por el hecho de no haber podido ratificar en el Parlamento el acuerdo cerrado el mes de abril pasado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF).

Cierto es que, todo y la carencia de Gobierno, el sector empresarial hemos sido capaces de mantener la actividad y, incluso, de incrementar el volumen de las exportaciones meses atrás. Pero también tengo que decir que la mayoría de personas que dirigen empresas con quienes me he ido saludando últimamente coinciden con estar bien tips de la carencia de liderazgo y habilidades negociadoras de nuestros políticos. Si a nuestras empresas negociáramos así con socios, inversores, proveedores o colaboradores ya no habría tejido empresarial.

Pero el que es más preocupante es que no se den cuenta que en estos momentos del año, la incapacidad de hacer coworking o de ir más allá del simple diálogo por el diálogo está provocando graves perjuicios que empiezan a pasar factura a la economía productiva. Sin demasiado esfuerzo, a mí me venden a la cabeza unos cuántos de estos perjuicios: de entrada, la parada y el retardo de medidas de cualquier índole como consecuencia de no tener presupuestos del Sido aprobados; esto agrava todavía más el atraso en la mejora y desarrollo de infraestructuras que tienen que facilitar la movilidad de personas y mercancías potenciando la actividad a los territorios; otro perjuicio es el hecho que la inestabilidad política provoca que las empresas congelen o tengan retenidas ciertas inversiones por la inseguridad jurídica que comportan situaciones como el actual; el mismo pasa con el marco laboral que continúa sin adaptarse a la realidad de las necesidades de producción, para no hablar de las reformas de vainica todavía pendientes como la fiscal, la educativa o la judicial.

Y cuando rumiava sobre este escrito todavía me vendía a la cabeza otro perjuicio que tiene que ver con la imagen del país al exterior y que ahora han corroborado los medios, tal como he expuesto al inicio de este artículo. Si habéis tenido la oportunidad de moveros por otros países, estaréis de acuerdo conmigo que el nivel y la calidad democrática del Estado dista mucho el ideal de países más versados a un diálogo permanente entre políticos y representantes de las empresas, de los trabajadores, del ámbito formativo o del ámbito social. Un diálogo que va más allá del solo hecho de escucharse y es que sorprendentemente ver desde la praxis española, los países modernos y civilizados tienen una sociedad empresarial tan potente y comprometida con el interés general y de las personas que, incluso los presupuestos del Estado se han contrastado, debatido y acordado previamente.

Si queremos, nosotros también nos podemos gobernar con este modelo y, como que pienso que es una voluntad compartida, lo haremos realidad. A la postre, la Cecot es un instrumento al servicio de las empresas y del país,y hemos vuelto con fuerzas suficientes para provocar una reEvolució de los ámbitos que consideramos críticospara lograr una sociedad de progreso equiparable a la otros países europeos. Así que, nos implicamos?

 

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