Quien más quien menos hemos disfrutado las últimas semanas de un pequeño periodo de vacaciones. Durante unos días hemos dejado de lado las rutinas diarias y ahora toca volver a coger el ritmo. Cuando estamos de vacaciones, normalmente, nos sentimos bien y relajados porque elegimos lo que queremos hacer, somos nosotros quien generamos el entorno que queremos. Y, ¿por qué no lo hacemos todo el año?
La realidad es que las circunstancias laborales y personales son muy diversas, a menudo complejas y no siempre agradables, ¿pero nos tenemos que resignar? Yo creo que somos capaces de mejorar, aunque solo sea un poco, nuestro entorno, sencillamente cambiando nuestra actitud. Una actitud positiva, una sonrisa y un "buenos día" hacen milagros, incluso en contextos y personas que parecen imposibles. El reto es no dejarse contagiar por el mal humor de la gente que se levanta cada día con el pie izquierdo, sino contagiar nuestra felicidad.
Una actitud positiva, una sonrisa y un "buenos día" hacen milagros
El impacto de estos pequeños cambios, impulsados por cada uno de nosotros, tendrá más efecto si va acompañado de actuaciones promovidas desde las organizaciones para potenciar un buen clima laboral y detectar y neutralizar personas tóxicas. Saldremos ganando, en primer lugar, las personas, pero también las compañías, porque un buen ambiente de trabajo siempre mejora la productividad.
Si no lo logramos y solo conseguimos sentirnos bien durante las vacaciones, con lo cual volver al trabajo resulta una pesadilla, quizás nos tendríamos que plantear cambios. Evidentemente, hay circunstancias personales y laborales que hacen imposible cambiar nuestra vida, pero en muchos casos no es así, sencillamente estamos acomodados. ¡Yo creo que merece la pena intentarlo!