Yo también quiero una mujer

Hace unos años, yo estaba en una reunión con otros emprendedores. Era la única mujer a la mesa, un hecho que pasa bastante a menudo. La reunión empezaba a hacerse demasiado larga pero parecía que sólo yo tenía prisa para acabar. Tenía que ir a buscar los niños en la escuela, pero creo que también era la única en esto.

Mientras yo sufría por el tiempo, alguien hizo un comentario sobre los desafíos de los emprendedores: el riesgo, la cantidad de trabajo, el estrés, la incertidumbre, la responsabilidad. Todo el mundo decía la suya y después alguien añadió: "y todo el tiempo perdido con la familia". "Sí, sí", dijo otro. "Pero al menos nosotros tenemos la suerte de tener el apoyo de nuestras familias, porque todo esto no sería posible sin nuestras don…" Me miró a mí y se paró a media palabra. Yo pensaba "acaba, acaba la frase: Todo esto no sería posible sin nuestras MUJERES". Pero no acabó. Y alguien lo salvó con un "sí, sí, suerte del apoyo de nuestras familias."

"Todo esto no sería posible sin nuestras MUJERES"

Cuando por fin acabó la reunión, marché corriendo a buscar los niños y durante todo el trayecto pensaba "yo también quiero una mujer!". Ahora yo trabajo con mi marido: somos una pareja de emprendedores (este hecho en si mismo merece un libro, pero este artículo no se trata de esto). Tenemos tres hijos (también se puede escribir mucho sobre esto, pero este artículo tampoco trata de esto).

Entre mi marido y yo, hagamos todo lo posible y de la mejor manera posible para dividir las responsabilidades de la familia y de la empresa. Pero no siempre ha sido así. De hecho, antes de crear nuestra empresa, yo era la mujer de un emprendedor. Yo era la MUJER que estos emprendedores dicen que tienen suerte de tener. Mi marido marchaba lunes por la mañana y si nos volvía a ver antes de sábado por la noche ya era un grande qué.

Més info: Sólo una madre

Durante 8 años me quedé en casa cuidando a los tres niños, mientras él estaba fuera trabajando. Hice todo el posible porque él no tuviera ningún tipo de estrés por temas de niños o de la casa. Pero, para hacerle todo lo más fácil posible, yo me encontraba sola la mayor parte del tiempo, haciendo frente a un duro trabajo y al hecho de tener que subir tres hijos. No me quejo de aquellos años y de la oportunidad de ver a mis niños hacer sus primeras pasas o de decir sus primeras palabras. Pero no diré nunca que el trabajo de "ama de la casa" es fácil, porque no es.

Y quizás por eso, después de esta reunión tenía el gran deseo de tener una mujer como la que tenían ellos. No es que quisiera una nanny para cuidar los niños. No, yo quería una mujer: una persona a la familia para cuidar y hacerse cargo de todas las responsabilidades y el estrés del día a día de la familia. Una mujer que diera todo su amor a la familia y que hiciera crecer los niños con los valores de la familia. Una mujer que ofreciera la tranquilidad que todo está controlado en casa y que los niños están sanos y felices.

"Entre ser emprendedora y ser la mujer de un emprendedor, yo elijo ser emprendedora. Porque de las dos cosas, es la menos difícil"

Pero ahora que soy emprendedora, entre ser emprendedora y ser la mujer de un emprendedor, yo elijo ser emprendedora. Porque de las dos cosas, es la menos difícil. Que no se me interprete mal: no cambiaría nunca el hecho de ser madre ni el tiempo que pasé en casa a cuidando los niños, pero entre quedarme hasta tarde al trabajo o correr hacia casa a gestionar la vida de los niños, es mil veces más fácil quedarme hasta tarde al trabajo. Confesáis todos los que, con la excusa que necesitáis trabajar hasta tarde, os quedáis al trabajo sólo para evitar la hora de los baños.

Y si no me creéis, preguntadle a mi marido. Justamente el otro día, uno de nosotros dos necesitaba quedarse a la oficina y el otro había vuelto a casa a hacer la cena por nuestros tres adolescentes. Él me decía a mí: "No te preocupes, ya me quedo yo, tú puedes ir a casa" mientras yo le decía: "No, no, ya me quedo yo; tú puedes ir a casa y descansar…". Aquella vez gané yo y él fue a casa a hacer la cena de los niños, porque nosotros no tenemos la suerte de tener una mujer como los otros.

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