El trabajo de campo es el que más se ha visto perjudicado en la pandemia | iStock
El trabajo de campo es el que más se ha visto perjudicado en la pandemia | iStock

Las investigadoras también lo tienen más difícil

Un análisis del Ministerio de Ciencia e Innovación admite los obstáculos a las mujeres científicas pero el nuevo plan de impulso a la ciencia no contempla la perspectiva de género en su planteamiento

Las lecturas con perspectiva de género del cual ha pasado durante el confinamiento son muy variadas y la que pone los ojos sobre la ciencia vuelve a mostrar como las diferencias entre hombres y mujeres se han intensificado estos meses. La Unidad de Mujeres y Ciencia del Gabinete del Ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, ha publicado un análisis de lo que ha supuesto hacer ciencia durante el confinamiento y alerta que "sin ser una novedad, porque está ampliamente documentado en la literatura especializada como la maternidad y los cuidados asociados suponen uno de los frenos importantes en las carreras de las científicas, durante la pandemia este desequilibrio ha salido a la luz de forma muy evidente". Una idea queda muy clara en el texto: "Lo que pasa en casa importa, también para el Sistema de I+D+i".

El documento Género y ciencia frente al coronavirus (junio 2020) recoge la realidad del sistema de innovación español que, aunque ha encontrado que muchos proyectos de investigación han tenido que aplazar parte de sus experimentaciones y trabajo de campo en las diferentes disciplinas, no ha parado en España durante el confinamiento. "Esto se ha hecho en unas condiciones en las cuales en los hogares donde se hace ciencia y se innova, no siempre hay un reparto igualitario del trabajo doméstico y de cuidados", alerta.

Madres sin tiempo

La Doctora con la que hablamos, que prefiere mantener su anonimato, tiene una hija de dos años y medio. Una edad en que la dedicación es muy intensa para los padres y durante el confinamiento reconoce que, aunque ha tenido "la inmensa suerte" de poder alternarse con su pareja en el cuidado de su hija, "la desigualdad que se genera en la carrera científica cuando eres madre es real en circunstancias normales y no ha hecho más que agravarse durante esta época".

La científica está centrada en estudios sobre Inteligencia Artificial en València y desde su experiencia apunta que es "muy consciente" que este problema no es único para las investigadoras, puesto que ha afectado a la mayoría de madres trabajadoras de este país. "Quizás lo que sí es más particular de nuestro gremio es el hecho que 'si te mueves de la foto, ya no sales'. El trabajo es tan competitivo y las posibilidades de estabilización son tan pocas, que cualquier bajada en tu producción científica te sitúa a la cola para conseguir una plaza en universidades y centros de investigación, o para conseguir proyectos, o te ocasiona serios problemas para justificar tu trabajo en los proyectos que ya tienes concedidos. Espero equivocarme, pero sinceramente creo que este patrón por pandemia acabará con la carrera investigadora de muchas investigadoras, especialmente de las que estaban empezando", apunta pesimista.

"En esta profesión, si te mueves de la foto, ya no sales. Creo que la pandemia acabará con la carrera investigadora de muchas investigadoras, especialmente las que estaban empezando"

Durante el confinamiento, el largo tiempo vivido en casa le ha servido a Rosa Adam Ortiz para investigar mucho. "Me he pasado el confinamiento escribiendo, más todavía que cuando estábamos en normalidad, pero no tengo hijos y mi pareja también se dedica a la ciencia", cuenta esta investigadora postdoctoral del Instituto de Tecnología Química, centro mixto de la Universitat Politècnica de València (UPV) y el CSIC. La situación contraria es la de Soledad Valero Cubas, Doctora en Informática, programa en Inteligencia Artificial y Reconocimiento de Formas, e investigadora del Grupo de Tecnología Informática e Inteligencia Artificial del Departamento de Sistemas Informáticos y Computación de la UPV, quien asegura que "no he investigado poco, simplemente NO he investigado", así en mayúsculas. La científica reconoce que "durante la pandemia, sólo he podido emplear mi tiempo en la docencia, puesto que ha requerido una adaptación extra de los materiales que ha consumido absolutamente todo mi tiempo. Esto unido a guiar a mis hijos en su propia docencia, me ha dejado cero tiempo a la investigación".

Valero Cubas: "Durante la pandemia, sólo he podido emplear mi tiempo en la docencia, puesto que ha requerido una adaptación extra de los materiales que ha consumido absolutamente todo mi tiempo"

Cómo explica Valero Cubas, del escaso tiempo que han tenido las mujeres para publicar en estos meses de pandemia también alerta el documento del Ministerio, que también reconoce la importancia de la producción de publicaciones como activo de la carrera científica. El texto reconoce que esto ha ido en detrimento de la actividad investigadora de las mujeres y referencia el papel Who is doing new research in the time of COVID-19? Not the female economists, publicado por Oriko Amano-Patiño, Elisa Faraglia, Chryssi Giannitsarou y Zeina Hasna, en que se explica los efectos del confinamiento en cuanto a la división de tareas domésticas entre hombres y mujeres y la producción investigadora.

Sobre las publicaciones como medida de la excelencia, la investigadora Yolanda Giménez Molina también reflexiona sobre como la biología del género "ofrece diferencias y mientras no se enmiendan en el terreno laboral, por compensación, no se conseguirá igualdad". Esta Doctora en Biología Molecular o Celular e investigadora del Departamento de Neurobiologia en el Instituto de Neurociencias, un centro mixto de Investigación del CISC-Universidad Miguel Hernández, opina que "la producción en ciencia tendría que tener un ritmo individual, puesto que en éste y en la producción vinculada a éste, están implicados múltiples factores empezando por el ámbito de estudio, los recursos o la condición personal de los miembros activos de la investigación".

Giménez Molina: "La biología de género ofrece diferencias y mientras no se enmiendan en el terreno laboral, por compensación, no se conseguirá igualdad"

Y es que publicar y conseguir becas es el reto. Por ejemplo, Rosa Adam Ortiz ha trabajado en el departamento de Química Orgánica de la Universitat de València, a la ECPM de la Université de Strasbourg (Francia) y al Leibniz Institute of Catalysis (Alemania) y ha publicado 34 artículos científicos en revistas indexadas, pero confirma que el momento de máximo auge de la carrera investigadora es muy difícil para las mujeres. "Tienes que salir al extranjero, porque es fundamental, y al volver, ser independiente. Las becas son muy competitivas y si te coincide con la maternidad, se hace más complicado. Por ejemplo, las becas Ramón y Cajal, las más anheladas, contemplan un periodo extra de un año para pedirlas desde que tienes hijos y el tiempo es igual para hombres y mujeres. En cambio en Europa esto no pasa porque no es igual para los dos, no estás compensando a las mujeres", explica.

Adam Ortiz: "Las becas son muy competitivas y si te coincide con la maternidad, se hace más complicado"

Aun así Giménez Molina asegura que aparte de la reciente crisis y su posible efecto sobre la brecha de género laboral, "todavía queda mucho para cambiar en el sistema de I+D, para compensar lo que la condición biológica nos impone como mujeres y unido a esto contar que la situación familiar y sanitaria de un hogar importa, afecta a sus componentes y no tiene por qué hacerlo del mismo modo, sobre cada uno de ellos".

¿Pocas mujeres liderando?

El documento del Ministerio de Ciencia también es crítico con el escaso papel de las mujeres en los equipos de I+D+i sobre el Covid-19, a pesar de la abundancia de investigadoras: "Teniendo en cuenta que las mujeres representan buena parte del personal investigador en ciencias de la vida y de la salud, es de esperar una presencia importante de mujeres liderando e integrando equipos de investigación en las convocatorias sobre Covid- 19. De momento, se conocen sólo algunos equipos y comités que se han formado para la toma de decisiones en investigación frente a la Covid-19 y la composición no es muy alentadora", apunta el texto.

En este sentido, Rosa Adam Ortiz apela al síndrome del Impostor: "A las mujeres nos cuesta mucho creernos las cosas, e imagino que en una situación como esta del Covid a mí también me daría vértigo porque dudas mucho ti misma".

El nuevo Plan de impulso, vacío de género

Para resolver las desigualdades, el texto propone líneas futuras de trabajo en que se contempla el teletrabajo, donde la gestión y la producción de la I+D+i tendrán que integrar la perspectiva de género y "servir para reducir brechas, liberar tiempos, posibilitar alternativas a los desplazamientos y redefinir criterios de excelencia en la carrera científica, una vez probado que es posible la internacionalización de la ciencia sin una continua movilidad internacional". En opinión de Rosa Adam, crítica de entrada con el nuevo Plan de choque para la ciencia y la innovación, decepciona porque "no se puede limitar la investigación sólo a la biomedicina, no se puede infravalorar la ciencia básica". En su opinión, el texto sólo habla de la retención de talento y cuando se llega a liderar grupos es cuando se ve la carencia de mujeres: "Aquí es donde caemos las mujeres".

Ciertamente el Plan de choque presentado por el gobierno de Pedro Sánchez no hace ninguna mención ni al género ni a las desigualdades de género en el texto. En ninguna de las 31 páginas del documento que el presidente español ha presentado en la Moncloa hace una semana aparece la palabra "género" ni tampoco "mujer" o "brecha".

Si la última herramienta que la ciencia española quiere aplicar ignora la perspectiva de género que, en cambio, esta Unidad de Mujeres del ministro Duque sí que advierte que es capital para retener el talento, hay una incongruencia evidente en el mensaje que se envía. ¿Importa o no importa la desigualdad de género entre los científicos? Lo que pasa en casa importa, también para el Sistema de I+D+i, ¿o no?

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