El Puerto de Valencia, icono de la industria valenciana | iStock
El Puerto de Valencia, icono de la industria valenciana | iStock

¿Necesita reindustrialitzarse el País Valencià?

Investigadores reflexionan qué ha pasado y hacia donde hay que ir en una sociedad en la que el paro en el sector industrial ha llegado a la cifra más baja desde 2006

El 4 de febrero de 1983 el gobierno de Felipe González decretaba el cierre de los Altos Hornos de Sagunto. Marcó el inicio de un año y medio de duras protestas: vagas generales, cierres, cortes en la AP-7, manifestaciones... pero el proceso conocido como reconversión industrial era imparable. Esta emblemática industria valenciana clausuró definitivamente en octubre de 1984. Ahora, la crisis del Covid-19 ha puesto de manifiesto, más claramente que nunca, que la panacea del turismo hace aguas tal como lo hemos concebido hasta ahora en un contexto de emergencia climática y de tensiones globales. Hacemos retrospectiva y recordamos el esplendor industrial del País Valencià y nos preguntamos: ¿Sería posible volver? Y más importante, ¿cómo tendría que ser?

Es este un tiempo para repensar la economía -aunque sea de manera forzada-, para saber qué quiere el País Valencià. El portal Argos de la Generalitat Valenciana refleja que el porcentaje de ocupación en la industria ha logrado los valores más altos en 2020 desde 2007: entonces daba trabajo al 8,79% de los trabajadores, mientras que en abril de este año ocupaba al 16,56%. Por el contrario, el paro en el sector industrial ha llegado a la cifra más baja desde 2006, con un 12,59% a fecha de 31 de julio de 2020 (la crisis del Covid-19 no ha parado esa bajada).

Además, si consultamos los datos públicos del Instituto Nacional de Estadística sobre el Índice de Producción Industrial, veremos que del año 2002 al 2020 ha ido bajando despacio en el País Valencià, pasando de cerca del 140 a alrededor del 100 (sin contar que en abril, en pleno confinamiento, cayó a un 65). Sin duda, el sector que más peso ha perdido en el territorio valenciano es el de los bienes de consumo duradero, que ha pasado de un índice de 350 a un por debajo del 100, además de los bienes de consumo, los bienes de consumo no duraderos y los bienes intermedios. En cambio, han mejorado los datos de la industria energética y se mantienen los bienes de equipo. A pesar de esto, el País Valencià continúa con un índice por encima de la media estatal, con 102,2 respecto a 96,3, según datos de junio de 2020.

Del campo a Ford

Primero, hacemos un mapa de la industrialización valenciana. Lo dibujará el catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universitat d'Alacant (UA), José Antonio Miranda, quién nos recuerda que el País Valencià tuvo "un importante crecimiento de la industria" entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. La agricultura todavía era el sector principal de la economía valenciana, y fue precisamente ella la que favoreció el desarrollo de industrias como la química (por los fertilizantes y explosivos para la perforación de pozos para el riego) o la industria de la madera (que se modernizó por los embalajes que requería la exportación de la fruta, cosa que lo empujó a producciones con más valor añadido como la de los muebles). La industria metal-mecánica también tuvo su esplendor, sobre todo alrededor de Valencia, para alcanzar la demanda de medios de transporte para las cosechas y de maquinaria para el riego, los trabajos del campo y la transformación de los productos agrícolas; a pesar de que también se expandió este sector en Alcoi, relacionado con la producción papelera y textil.

La industrialización tuvo una evolución relevante en áreas de agricultura más pobre, como explica Miranda. Se refiere a comarcas de la provincia de Alicante, donde a partir de actividades tradicionales empezaron a elaborarse bienes de consumo básicos, de tecnología sencilla, como la mencionada de Alcoi, el calzado en el Vinalopó, el juguete en la Hoya de Castalla y la producción de esteras y alfombras en Crevillente. En la provincia de Castellón, la industria del calzado se expandió en la Vall d'Uixó y, aprovechando la disponibilidad de materia prima, la industria cerámica tuvo una notable expansión en la comarca de La Plana (junto con el municipio valenciano de Manises).

"La mayor parte de estas actividades se caracterizaban por el predominio de las empresas de pequeño tamaño y una fuerte concentración en espacios fuertemente especializados sectorialmente. Sin embargo, antes de la Guerra civil también se instalaron en la región algunas empresas de gran tamaño, con una localización más independiente, como la Unión Naval de Levante, la Compañía Valenciana de Cementos Portland y la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo", desarrolla el catedrático Miranda. Después, con la dictadura de Franco y el aislamiento internacional del Estado español, la demanda se debilitó; no fue hasta los años 60 cuando las industrias valencianas experimentaron "una impresionante expansión" impulsadas por el crecimiento de la economía española y por la exportación de productos metálicos, muebles, juguetes, textiles, cerámica, calzado, textil y alimentos elaborados. El País Valencià dejó de basar su economía en la agricultura "para convertirse en una economía industrial y de servicios".

A los años 60 el País Valencià deja de basar su economía en la agricultura "para convertirse en una economía industrial y de servicios"

El año 1974 llegaron dos grandes empresas en Valencia: ese año se establecieron filiales de las multinacionales norteamericanas Ford (en Almussafes) e IBM (en la Pobla de Vallbona). La factoría automovilística es, desde finales de los años 80 y hasta la actualidad, "el principal producto de la exportación regional", y ha generado un importante clúster satélite.

Y no nos podemos olvidar de los Altos Hornos del Mediterráneo, una filial de los Altos Hornos de Bizkaia. Es el símbolo de la gran pérdida de la reconversión industrial de los años 80 en el País Valencià. Originariamente fue una iniciativa de principios del siglo XX del empresario vasco Ramón de la Sota para explotar el yacimiento de hierro de Ojos Negros, en Teruel; hizo un ferrocarril propio que llegó hasta el actual Puerto de Sagunto, para exportar sin depender de nadie, y generó un núcleo poblacional en su sede con inmigrantes del resto del Estado. En el momento de su cierre, tenía 3.332 trabajadores. Hoy en el Puerto de Sagunto encontramos empresas como Arcelor Mittal, Thyssenkrupp Galmed, uno de los principales nodos logísticos de la distribución de Mercadona o la fabricante de latas de refrescos Crown Holdings.

La doctora en Ciencias Económicas y Empresariales de la Universitat d'Alacant, Mª Jesús Santa María, resume que toda esta evolución ha desembocado en una estructura industrial valenciana dual: una en el litoral norte del País Valenciano, con sectores de tecnología mediana-alta como la cerámica, maquinaria y equipo, la industria del automóvil, la industria alimentaria y la industria química; y en el sur de Valencia y en la provincia de Alicante, con sectores manufactureros tradicionales, aunque aquí también encontramos una industria "con un peso significativo" relacionada con la alimentación, el plástico y los productos metálicos.

La pérdida del polo industrial valenciano

La desindustrialización del País Valencià se explica, en buena parte, por la misma razón que vivió un proceso similar al resto del Estado español: por la incorporación en la Comunidad Económica Europea, cuando tocaba adaptar la estructura productiva continental y dónde, según algunos autores, especializarse en el sector terciario y los servicios era la condición no escrita para entrar (es decir, olvidarse de la industria, con más valor añadido, y dejarla para los países del centro de Europa).

El catedrático José Antonio Miranda va más allá y señala que "el proceso de desindustrialización ha afectado en mayor o menor medida a todas las economías occidentales" debido a "la externalització de servicios" de las empresas industriales por el proceso de globalización, que provocó el "desplazamiento de la producción manufacturera en países con menores costes laborales". La tendencia, asegura, "afectó fuertemente la industria valenciana" porque estaba "integrada mayoritariamente por sectores de demanda débil y tecnología fácilmente accesible, intensivos en trabajo poco calificado, que se encontraron con una creciente competencia de los nuevos países industrializados, con costes laborales mucho más bajos". Estos, precisamente, estaban por debajo de la media en los EE.UU. y en buena parte de Europa, lo cual era "una ventaja comparativa" hasta que se elevaron los salarios. Miranda pone el ejemplo del calzado del cuero, donde los países del Extremo Oriente exportaban el 5% mundial en la década de los 70, cifra que subió hasta el 40% en 2000.

La pérdida de impulso del crecimiento industrial en el País Valencià fue similar a la del conjunto del Estado español hasta el siglo XXI, por lo cual la participación valenciana en el valor añadido bruto industrial se mantuvo relativamente constante. Pero desde 2003, perdió peso a más velocidad que el resto de autonomías, una tendencia que "se acentuó" con la crisis financiera de 2008. Miranda sostiene como causa "el rápido crecimiento" del turismo y de la construcción, que menguaron " las inversiones en las industrias valencianas y acentuaron el retroceso del sector secundario".

Coincide Santa María: "El proceso de terciarización y el fuerte desarrollo turístico desplazó la actividad económica del interior hacia zonas litorales, generando una dinámica negativa a las áreas industriales". A pesar de que ve más importante la "fuerte competencia de los países emergentes, en particular en China", donde se van deslocalitzar muchas producciones por los menores costes de la mano de obra, como decíamos. Recuerda que la crisis económica del 2008 profundizó " la dinámica negativa" y "experimentó un importante retroceso en términos de valor añadido, empresas y ocupación": "Durante los primeros años de la crisis desapareció prácticamente un 30% de las empresas y de la ocupación de la industria del País Valencià".

Santa María: "El proceso de terciarización y el fuerte desarrollo turístico desplazó la actividad económica del interior hacia zonas litorales"

El decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunidad Valenciana (COIICV), Salvador Puigdengolas, no duda en señalar culpables ante la desindustrialización: "Viene de la pérdida de interés que han tenido las diferentes administraciones respecto a la industria a nuestro territorio. Parecía que era una cosa negra, que contaminaba, que había que quitarse de encima... cuando en realidad es todo lo contrario: en la industria, con los diferentes sistemas de gestión, de lo que trata es de reducir todos los desperdicios y ser una industria no contaminante, ayudar en la economía circular, reutilizar al máximo los recursos".

El catedrático Miranda explica que las industrias que mejor han resistido la competencia internacional han sido las de la energía, el material de transporte, la química, el caucho y los plásticos, y las industrias de la alimentación. "En general, parece que han sido los sectores con un nivel tecnológico más alto y menos caracterizados por la pequeña empresa los capaces de afrontar mejor el reto de la globalización, gracias a su mayor productividad y capacidad de innovación", observa. En todo caso, matiza que los sectores tradicionales "no han desaparecido totalmente" y que muchas empresas "han resistido" gracias a mejoras "desde el punto de vista organizativo, tecnológico y comercial". El año pasado la industria llegó a representar casi el 17% del PIB valenciano, pero este año ha bajado al 13%.

Interesa la reflexión que hizo la exdirector estratégico de La Marina de València, Ramon Marrades, al diario Valencia Plaza. Hablaba sobre una primera desindustrialización en el País Valencià, la pelmaza y manufacturera que ya hemos mencionado, y una segunda, la de la industria de la construcción y de los grandes acontecimientos. Esta, señalaba, también se ha deslocalizado en países emergentes y ha dejado atrás muchísimos edificios, equipamientos y polígonos industriales a medias o sin uso.

El año pasado la industria llegó a representar casi el 17% del PIB valenciano, pero este año ha bajado al 13%

En declaraciones a VIA Empresa, el economista Marrades sostiene que todo esto ha dejado unos "espacios industriales que están infrautilitzados". Amante del urbanismo, apunta que "la economía del hábitat es una vía de especialización con muchísima oportunidad" para dar salida a esos vacíos en los pueblos y ciudades valencianas: "No tenemos que hablar de construir más, sino de aprovechar mejor los activos que tenemos, de aprovechar los agujeros que nos han dejado las quiebras urbanísticas para hacer ciudades mejores".

¿Es adecuada una reindustrialización en el País Valencià?

Las fuentes consultadas lo ven necesario. El catedrático José Antonio Miranda dice que "parece obvio que convendría tener una economía más diversificada, sobre todo menos dependiente de los servicios de bajo valor añadido y de la construcción, que son tan sensibles a la coyuntura económica y que, con sus bajos niveles salariales, contribuyen a mantener baja la renta per cápita regional". Pone el ejemplo del País Vasco y Navarra, que "con fuertes sectores industriales" están entre las comunidades autónomas "con mayor renta per cápita": "Nos indica que fomentar el crecimiento de la industria puede ser una estrategia adecuada para el futuro".

En los mismos territorios se refleja Puigdengolas, quien subraya que la industria en el País Vasco supone entre el 20 y el 25% de su PIB, lo cual "implica trabajos estables, de más calidad y salarios más altos, con lo cual tienen un nivel de vida mucho más alto" que al País Valencià, que se ha "centrado en el sector turístico". "Sin injuriarlo", matiza, y añade que "todos los sectores son complementarios" porque no se puede "canalizar todo el esfuerzo de la Administración o de una sociedad en un único sector", pero defiende que, en ese conjunto, "los pesos tienen que ser equilibrados, y el que se ha perdido es el equilibrio de la industria".

Puigdengolas: "Los pesos tienen que ser equilibrados, y el que se ha perdido es el equilibrio de la industria"

¿Hacia donde tendría que orientarse una reindustrialización en el País Valencià? Miranda sostiene que interesa desarrollar los sectores donde se puede ser más competitivo, como son los de un "contenido tecnológico alto, poco intensivo en mano de obra, elevado valor añadido y demanda fuerte". "Esto no quiere decir que la experiencia acumulada en las industrias tradicionales no tenga valor. También en éstas se puede contar con empresas competitivas buscando los nichos de mercado adecuados, incrementando la productividad y diferenciando el producto con innovación tecnológica, diseño, moda y redes comerciales eficientes", sostiene.

La tecnología abre puertas, la burocracia...

La doctora Santa María señala que hay sectores tradicionales con "posibilidades reales de crecimiento". Cita el sector del calzado, con producciones personalizadas y de alto valor añadido; o el textil con "tendencias innovadoras", con "textiles técnicos e inteligentes o funcionales" para sectores específicos y con soluciones en materia de sostenibilidad. "Las estrategias competitivas apuntan a la entrada en nuevos subsectores de la aplicación y la utilización de nuevos materiales y nuevas tecnologías", añade.

Por su parte, el decano del COIICV pide "un plan de industrialización que sea factible": "Lo que no podemos hacer son castillos en el aire con programas basados en el conocimiento teórico y no en el práctico. Habría que hablar con los diferentes sectores estratégicos de Alicante, Valencia y Castelló y generar unos hubs, unos concentradores, que permitirían que las diferentes industrias fueron sinergéticas, que se ayudaran las unas a las otras porque los recursos los tomáramos de aquí y no tuvimos que ir afuera a buscarlos. Uno de los grandes problemas que tenemos es que no conocemos al vecino del lado, que nos ofrece el mismo producto que el que viene de fuera".

Afirma que hay contactos con la Administración, pero suspira que ésta "es un gran dinosaurio a quien le cuesta mucho moverse". Por eso, exige una "más ágil" y "capaz de adecuarse a las necesidades y riesgos" de la economía global. Puigdengolas pone el ejemplo del papel de la industria valenciana con el Covid-19: "Tenemos un sector textil impresionante, capaz de reconvertirse para generar recursos o materiales para el sector sanitario. Y hemos comprado mucho del material fuera. La readaptación desde el punto de vista productivo es rápida. El problema viene con la burocracia: para poder comercializar un producto sanitario, tienes que pasar una serie de requisitos y cumplir unas normas. Todo es muy lento. Para poder certificar un Equipo de Protección Individual (EPI), tienes que ir a un Real Decreto y a un proceso de certificación o de normalización que exigen unos ensayos tipo. ¿Cuántos institutos tecnológicos los pueden hacer? Sólo uno. Así que se ve colapsado y no permite agilidad en la disponibilidad de productos para cubrir las necesidades de un determinado sector, en este caso del sanitario".

Por lo tanto, desde el COIICV piden "políticas de incentivación de la industria", principalmente en la "basada en el conocimiento". Puigdengolas recuerda que en el País Valencià hay "grandes universidades públicas y privadas" en las cuales se imparte la titulación de ingeniería industrial, lo cual favorece, en su opinión, "una industria basada en el conocimiento y en la industria 4.0, es decir, la industria de los datos". Sostiene que ahora mismo el gran problema que tiene el territorio valenciano "son los gastos energéticos", así que aboga para enfocar esa reindustrialización hacia "las economías sostenibles y verdes".

Precisamente sobre la crisis sanitaria, la doctora Santa María observa que se puede ver la repercusión sobre "numerosos sectores manufactureros" por el "número de trabajadores afectados por ERTE": "Además, esta crisis ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad que supone depender de inputs y suministros procedentes de países lejanos, desarticulando las cadenas de valor global. Numerosas empresas se han visto en la necesidad de paralizar sus producciones al interrumpirse el aprovisionamiento regular de inputs. Esto supone un incentivo añadido a la apuesta por la reindustrialización". Considera que desde hace unos años "existe un renovado interés por la industria", que destaca por su "capacidad de generación de ocupación de calidad, para acceder a los mercados exteriores o por su papel para equilibrar la población y la ocupación en el territorio".

"Sin duda, lo que ha despertado el interés en el fortalecimiento de la industria es la estrecha conexión entre industria e innovación. El sector industrial contribuye de manera relevante al progreso tecnológico, tanto mediante la generación de innovaciones de producto y de proceso, como por su consumo de innovaciones tecnológicas generadas por otros sectores. De hecho, la industria es el principal consumidor de innovaciones del sector servicios. Por lo tanto, necesitamos una base industrial sólida para incorporar estas estrategias y fortalecer la presencia de servicios avanzados a nuestra sociedad, lo cual es considerada como indicador de progreso de un país", defiende la profesora de la UA.

Santa María cree que una buena brújula es el Plan Estratégico de la Industria Valenciana 2018-2023, que señala como grandes sectores a reforzar la automoción, la alimentación, el químico, el metal, el plástico, el cerámico, el textil y el calzado. "Todos estos sectores industriales valencianos pueden mejorar su competitividad, pero para lo cual se enfrentan al reto de incorporar más inputs de conocimiento, como calidad, diseño, servicio postventa, logística o uso de TIC. La digitalización y la industria 4.0 tienen que formar parte de las estrategias de las manufacturas valencianas. Además, es necesario incorporar talento y conocimiento a las empresas, así como promover el aumento de su tamaño mediante la cooperación, el networking, la innovación abierta y la política de empresas tractores", aporta la doctora.

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