Barcelona y Madrid, dos maneras de hacer negocios

Los altos ejecutivos de las dos ciudades se diferencian en aspectos tan sencillos como la ropa, las reuniones de negocios o las normas de cortesía

Barcelona y Madrid , sexta y séptima al top ten de las ciudades europeas preferidas para hacer negocios, según el último estudio de consultora Cushman & Wakefield. Un margen de distancia pequeño y resultado de valorar elementos como las oportunidades de mercado, el transporte y la comunicación con otros capitales, donde difieren poco. Pero la realidad es que las dos urbe tienen entidad propia, desde la presencia de los ejecutivos que conforman el tejido empresarial, hasta el saber estar.

Los madrileños, más clásicos a la hora de vestir
Todo empieza con la ropa, donde el vestido de hombre en color oscuro continúa siendo el rey. No obstante, los empresarios catalanes hacen una pasa adelante: "Las prendas de ropa son más ceñidas, combinan americana y pantaló de color diferente, y no suelen traer complementos", explica la asesora de imagen corporativa y personal shopper Andrea Villalonga (@AndreaVilallong). En el caso de la corbata, su uso se está perdiendo, "podríamos decir que no los gusta ir ligados".

Mientras que Villalonga define la vestimenta de Barcelona como vanguardista, habla de los madrileños como clásicos. Incluso, más ostentosos, puesto que "siguen el protocolo, dan importancia a los complementos como los botones de puño y mantienen las corbatas con rayas de colores y pequeños dibujos".

Si los hombres son el polo de un imán, las mujeres son el otro, totalmente opuestas. "La empresaria madrileña no tiene miedo de ser femenina, la catalana sí", afirma con rotundidad la personal shopper, que añade que "la feminidad es un obstáculo en su carrera como directiva". Sitúa este fenómeno en la franja de edad de los 35 a los 50 años, en la que llevar vestidos, faldas y colores parece prohibido. En este sentido, las nuevas generaciones y las directivas de Madrid han sabido olvidar los complejas y se atreven a ser más creativas.

Falta incorporar el usted
Igual que con la vestimenta, el protocolo continúa estando en primera línea en cuanto a los modales en el caso de Madrid. La asesora va más allá y destaca el que se denomina saber estar: "Ellos mantienen las normas de cortesía y el buen trato al cliente. Esto no significa que los catalanes sean mal educados, sino que se están perdiendo las formas más rigurosas porque creen que están anticuadas".

El poco uso del usted es el ejemplo más significativo, una palabra que, por ella, los jóvenes están olvidando. "La gente cree que con el tú a tú se llega a los objetivos más rápido y no se dan cuenta de que la profesionalidad no tiene nada que ver con esto".

En Barcelona no gusta mezclar el profesional con el personal
A priori, los madrileños son más abiertos y efusius. Los catalanes, por el contrario, son más reservados y necesitan una segunda o tercera reunión para mostrarse más cercanos. Y precisamente es en los encuentros de trabajo donde la diferencia se hace más patente.

El experto en protocolo y miembro de la Asociación Catalana de Protocolo y Relaciones Institucionales Julio Panizo (@JulioPanizo) afirma que a la capital española es más habitual hacer reuniones en una comida de trabajo que a la oficina. Todo el contrario que en Barcelona, donde se prefiere la sala de juntas o el despacho y donde se trae un control riguroso de la hora. "En el momento en que una comida sobrepasa las 15:30 o las 16 horas, sienten la obligación de volver al trabajo". Esto, por Panizo, es un signo de cómo intentan separar la vida personal de la profesional.

Y las cenas? "Muy común por unos, pero casi impensables por los otros". Por norma general, implica mantener una relación personal fuera de la compañía y este es un estilo más reservado por Madrid. Desde el punto de vista del experto, se sienten más cómodas en ambientes informales y saben utilizar a nivel profesional todo el que extraen de las situaciones más distendidas.

A pesar de todo, Julio Panizo insiste en que la conclusión final no tiene que ser que los ejecutivos barceloneses son más serios o fríos, sino que dan un margen de tiempo más amplio para incluir las relaciones profesionales en el círculo íntimo.

En todo esto, hay un detalle curioso: "Sea cual sea la relación, todo el mundo intenta no hablar de fútbol porque las discrepancias están casi aseguradas".

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