Londres, Washington, Beijing: condenados a repetir la historia

El inversor Ray Dalio explica los cimientos de los cambios y los regresos históricos en su último libro Principios para enfrentarse al Nuevo Orden Mundial

El inversor norteamericano y autor Ray Dalio | EP El inversor norteamericano y autor Ray Dalio | EP

Ray Dalio es nada más y nada menos que el inversor más importante de su generación. Fundador y director de inversiones de Bridgewater Associates, el hedge fund más grande del mundo –y la cuarta empresa privada más grande de los Estados Unidos, según Fortune– , la perspectiva del empresario es única a la hora de observar desde lo más alto de la economía global toda la estructura productiva y de capital, desde los despachos hasta la base de la innovación; desde el mundo del trabajo hasta las grandes entidades financieras que regulan e informan las políticas monetaria y fiscal del mundo. En su libro Principios, –publicado el 2017 con gran éxito en ventas y recepción en todo el mundo– Dalio optó por una suerte de manifiesto , un decálogo para la vida y las finanzas en el mundo contemporáneo. Su última propuesta es mucho más ambiciosa. Principios para enfrentase al Nuevo Orden mundial (Deusto, 2022) estudia, con economía e historia en la mano, cuáles serán las tendencias que marcarán el mundo que saldrá de las grandes crisis que se suceden.

Se atribuye a Santayana aquella máxima que decía que quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Dalio, en las reflexiones publicadas a su nuevo volumen, advierte que este castigo está mucho más determinado de lo que el pensador norteamericano –supuestamente– consideraba en esta cita. La idea del Gran ciclo arquetípico que marca los razonamientos del autor sugiere una suerte de eterno regreso histórico; unas condiciones que se van repitiendo con el paso de los siglos y que acaban concretándose en tendencias políticas y económicas homólogas. Si bien el prospecto de volver a algunos de los episodios del siglo XX no es lo más esperanzador, el giro de Dalio a la reflexión que abre este párrafo deja espacio para la acción. Quién sabe la historia también está condenado a repetirla, pero está preparado para enfrentarla. "La razón por la cual las personas subestimen la posibilidad que se den grandes acontecimientos es que raramente los han experimentado en sus vidas", argumenta el inversor. Conocer la historia, pues, deviene un ejercicio de imaginación.

El nuevo orden mundial que augura Dalio parece dictado desde Beijing

Según Dalio, el mercado es la palanca que activa todos los dispositivos del gran ciclo. Al inicio del volumen, el inversor considera que "por encima de cualquier otra cuestión, el factor determinante es la lucha por la creación y la distribución del poder y la riqueza". Es curioso, sin embargo, cómo separa explícitamente esta contingencia de "aspectos como la ideología y la religión" –es decir, como excluye, de hecho, una cierta información ideológica de la batalla por poder y riqueza; como si la ideología no fuera, de hecho, en su núcleo precisamente la producción y sostenimiento de relaciones de poder–.

Una de las constantes históricas que encuentra Dalio es el establecimiento de un hegemon imperial, una única fuerza que sitúa sus intereses en el centro y por encima del desarrollo global. En su estudio, y sobre una fórmula de "poder relativo" que condensa la riqueza y la capacidad de influencia de una potencia en un momento dado respecto de las de su entorno, el empresario establece que siempre ha habido un centro global principal, el ascenso de la cual coincide con el declive del anterior. Pese a la tendencia a la multipolaridad que las RR.II. encuentran en el mundo globalizado contemporáneo, Dalio avisa que este desarrollo se está replicando: el ascenso en poder relativo de China coincide con la caída del de los Estados Unidos del mismo modo que se cruzaron las influencias de la potencia norteamericana con la del imperio británico a finales del XIX y principios del XX; o talmente como este sustituyó la potencia expansionista neerlandesa un siglo antes. El nuevo orden mundial que augura Dalio parece dictado desde Beijing.

Engranajes de cambio

Si bien los que Dalio identifica como "desórdenes internos" de las grandes potencias han cambiado en su concreción en las últimas décadas –el que hace un siglo podría haber sido una guerra civil o una revolución hoy hace más cara de desigualdad económica, fragmentación política o afebliment de los sistemas de partidos, entre otros muchos ejemplos– los factores de caos externo que llevan a un cambio en la Orden global están muy presentes en la actualidad económica. "Guerras comerciales, guerras económicas, tecnológicas, de capital y militares" son los indicadores de que las placas tectónicas se mueven en una organización geopolítica que mostrado todos los signos de estar siendo sustituida. Los current events, además, solo apuntan hacia una escalada de estas tensiones, en cuanto que si bien las escaramusses económicas protecciones arancelarias intermediando han estado a la orden del día, todavía no se ha disparado el primer rasgo de una verdadera guerra comercial. Aún así, y en medio de un conflicto cómo el de Ucrania que cómo argumentaba Javier Solana tiene el riesgo de convertirse en proxy war, Dalio ve cerca las turbulencias. "Un golpe empieza una guerra militar, a menudo se activan también las otras formas de guerra".

Las externalidades geopolíticas siempre van de la mano durante grandes cambios globales de brechas de riqueza e inestabilidad económica. La creación de riqueza y su relación con el crédito y la política monetaria son, según Dalio, el "principal factor que impulsa los ciclos económicos" se embrinquen con las transformaciones en las formas de gobierno y en la Orden mundial que identifica el autor. De hecho, si se cambia la perspectiva de los factores externos del desorden hacia los internos –aquellos que desestabilizan las estructuras globales desde dentro de los estados, y no en sus relaciones entre ellos– al núcleo se encuentran "la quiebra de las finanzas públicas combinada con la existencia de grandes brechas" en el poder adquisitivo.

La coincidencia de estos desórdenes, desde la economía a la geopolítica, es históricamente la previa de un "cambio importante en el orden mundial" –algo que se acerca, si se sigue el estudio de Dalio, en el contexto internacional actual–. Más allá de las puras relaciones de poder, o en la misma tendencia, informándolas, el inversor encuentra una serie de puntos clave que pueden concretar la tendencia del cambio que los otros conflictos anuncian. El fundador de Bridgewater lista hasta 18 engranajes para este cambio, desde la reserva de moneda hasta la fuerza militar; entre los que destacan también cuestiones como la competitividad de las empresas, el estatus de la moneda de una potencia como estándar de cambio en el comercio global o la preeminencia de un idioma como lingua franca de los poderes internacionales. Cuando empieza el declive de unos y el ascenso de otros, el conflicto es inevitable, porque la paz –militar, política, económica y comercial– no responde a los intereses de nadie. "Luchar y perder es el peor escenario posible, pero retirarse sin hacer frente no es deseable".

El inexorable futuro

El tiempo de cambios, así, no es ninguna sorpresa si se cuenta con las herramientas analíticas que usa Dalio. Los cambios son disruptivos, sí, pero también esperados si se atiende a la lectura que hace de los factores históricos que preceden a la sustitución de un orden imperante por una nueva estructura hegemónica global. Más allá del cruce estricto entre las dos potencias en conflicto, China y los Estados Unidos, el autor identifica dos grandes claves que establecerán no solo quién mandará en el mundo que viene, sino cómo se organizará este. En primer lugar, la escalada de la tecnología –con nuevas herramientas cómo la computación cuántica– hacen que el empresario sea "optimista en el largo plazo por los nuevos descubrimientos que vendrán". En segundo, la redistribución de la riqueza pasará a formar parte central de las políticas económicas, con una aceleración especialmente a los países que cuenten con divisas de reserva, con "el ánimo de derivarla de los que más tienen a los que no tienen".

"Si los Estados Unidos cierran el acceso de China a algunas tecnologías esenciales, esto indicaría que se dispara el riesgo de una guerra de tipo militar"

En cuanto al enfrentamiento directo entre el imperio saliente –los Estados Unidos– y el potencial sucesor –China– Dalio considera poco probable una confrontación abierta, y espera que el choque se concrete mediante "el deseo de influir el más posible en los países de su área y región". En el centro de todo, un factor complementario a la economía. Según el autor, la guerra tecnológica para llegar primero a estas grandes innovaciones será "mucho más seria que la comercial"; y en este sentido es la potencia asiática la que toma la posición líder, en cuanto que está invirtiendo muchos más recursos en ramas clave, como la IA o la supercomputación. En el acceso a la producción tecnológica está, de hecho, el principal riesgo de enfrentamiento directo entre ambos países. "Si los Estados Unidos cierran el acceso de China en algunas tecnologías esenciales, esto indicaría que se dispara el riesgo de una guerra de tipo militar".

El nuevo libro de Dalio denota no solo la capacidad que la posición y la experiencia otorgan al autor para leer como pocos lo que vendrá; sino un enorme interés para comprender los motores del sistema-mundo y para adaptar sus actividades a cómo será estos en los próximos años. La aproximación histórica del autor otorga al lector una cierta seguridad de que aquello que se trata no es pura divulgación, reflexión sin ninguno otro cimiento que la experiencia personal; sino una investigación encaminada con patrones identificables. La elección, además de situar el diagnóstico en las páginas previas a su genealogía aporta un acompañamiento a los lectores por la densa historia de los imperios económicos y políticos y los innumerables factores que la hacen funcionar. Dalio tiene la virtud de hacerse entender en entornos de elevada complejidad, y Principios para enfrentarse al Nuevo Orden Mundial es, así, una gran lectura con la que aprender pero, especialmente, debatir.

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