La economía de las relaciones

Un nuevo ciudadano, productor de valor y empoderat bajo el paraguas de la economía colaborativa, reclama garantías y privacitat a las empresas y los Estados

Cada vez es más frecuente intercambiar pisos con desconocidos, disfrutar de comidas locales preparados por anfitriones, viajar en coche compartido y descubrir una ciudad con los vecinos. La economía colaborativa engloba todas estas experiencias en que caen las barreras entre la producción y el consumo y donde empresas y administraciones públicas tienen el reto de desconstruir y reinventarse. "Se tiene que reconocer la figura del ciudadano productor, esta capacidad que tenemos de producir e intercambiar valor directamente entre nosotros", reclama Albert Cañigueral (@AlbertCanig), conector de OuiShare por España y Àmerica Latina, la asociación que esta semana ha convertido Barcelona en un laboratorio de la economía colaborativa con la celebración del OuiShare Fest.

Con el lema Desconstruir, combinar, reinventar, este "think-and-don-tank" creado el 2012 en París para fomentar una sociedad colaborativa ha reunido durante dos días más de 80 ponentes y 400 asistentes para debatir sobre movilidad y turismo colaborativo, ciudades localmente autosuficientes (Fab City) y democracia participativa (Civic Tech). "Las decisiones que tomemos hoy sobre cómo utilizamos la tecnología serán tan importantes como las decisiones sobre como gestionar la tierra en la época agrícola, o sobre como gestionar la industria durante la revolución industrial", aseguran.

En este escenario, España lidera el ranking de países europeos en el uso de plataformas de economía colaborativa. Según el estudio Cuestiones clave a las cuales se enfrenta la economía colaborativa en Europa del European Collaborative Economy Forum (EUCoLab), presentado este septiembre en Bruselas, un 6% de los españoles utilizan plataformas de economía colaborativa, mientras que la media europea se sitúa en el 5%. "El segundo mercado de BlaBlaCar es España y para Airbnb es el tercer país, siendo Barcelona la quinta ciudad del mundo", ejemplifica Cañigueral.

El taller de Airbnb
Airbnb cuenta con 2,3 millones de alojamientos distribuidos en 191 países, una cifra que duplica el número de habitaciones del grupo hotelero más grande del mundo. Cómo pasa con esta nueva comunidad de viajeros, el éxito de estas plataformas ha puesto de manifiesto un vacío legal caracterizado por la ausencia de garantías para usuarios, consumidores, productores y proveedores. En este sentido, el promotor del OuiShare Fest cree que se tiene que reformular la pregunta: "No nos tenemos que preguntar como podemos encajar la economía colaborativa en el marco legal actual, sino a quien beneficia la regulación que tenemos hoy endía ".

La innovación no está exenta de obstáculos y retos. Según el responsable de políticas públicas de Airbnb para España y Portugal, Ángel Mesado (@angelmesado), "sólo se podrá avanzar con políticas públicas constructivas que tengan en cuenta al ciudadano como productor particular". Es decir, el reto actual es resolver esta asimetría regulatoria que, al final, comporta una asimetría competitiva. "Queremos un diálogo que tenga una visión comprensiva, una regulación que entienda los efectos de la transformación digital; la definición de usuario como ciudadano productor no está reconocida por el Ayuntamiento de Barcelona; la conversació corporativa está negando la conversación del ciudadano", ha argumentado Mesado.


Ángel Mesado de Airbnb durante el OuiShare Fest Barcelona.

El mantra del Big Data
Por primera vez, en un festival de economía colaborativa también se ha hablado de política colaborativa: el uso de la tecnología para la reforma de la governança. "La gente no conoce sus derechos digitales", avisa Francesca Bria, comisionada de Tecnología e Innovación Digital del Ayuntamiento de Barcelona, que ha añadido que "una ciudad no puede ser smart si no es abierta, democrática y sostenible; la tecnología no es el primero".

En un contexto en que la información y los datos son lo más importante, como se articula el poder? De quién son nuestros datos? Según Genís Roca (@genisroca), socio-presidente de RocaSalvatella y experto en la transformación de las empresas provocada por el uso de la tecnología digital, "los datos no son nuestros y sí, tendrían que serlo".

El problema del Big Data es que no podemos controlar qué pasa con la información que hemos generado. Con la excusa de dar un mejor servicio, personalizar los productos y ofrecer más seguridad, las empresas y los estados absorben todos nuestros datos personales. Ahora bien, según Gemma Galdon (@gemmagaldon), doctora en políticas públicas y experta en seguridad, la primera pregunta tendría que ser "qué se considera dato personal?" Mi DNI, la dirección de casa, la IP de mis dispositivos, donde dormí el pasado jueves?


Genís Roca y Gemma Galdon a el OuiShare Fest.

Se tienen que poner límites. "Siempre que hay un movimiento tan contundente como el que vivimos, se necesita un movimiento social, puesto que si no, con la excusa de la seguridad se cometerán abusos", advierte el socio-presidente de RocaSalvatella, que añade que "este movimiento no lo liderarán los mercados y los Estados".

Galdon es contraria a poner toda la responsabilidad a los ciudadanos. "Escogemos Facebook porque no tenemos alternativa. Zuckerberg dice que la privacitat acabará desapareciendo, pero cuando él se compra una casa, también compra las 13 casas del cercando. Tener un espacio de intimidad es importante", ejemplifica.

Cómo lo podemos hacer porque los datos y la tecnología mejoren la sociedad y no sólo la cuenta de resultados de algunas empresas? Luchando. "Yo no me refio del regulador, Bruselas ha tardado ocho años a hacer un reglamento de protección de datos", concluye Genís Roca.
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