Por qué es tan cara la seda?

Un metro de tejido de seda cuesta aproximadamente 120 euros: sus características físicas explican la exclusividad del hilo del capullo del gusano Bombyx ori

Consuelo Llobell lleva un expolió rosa traigo de seda como Fallera Mayor de València | EP Consuelo Llobell lleva un expolió rosa traigo de seda como Fallera Mayor de València | EP

La Fallera Mayor de València luce, como cada año, un vestido de seda, este año hecho con el tejido de la empresa Vives i Marí. El espolín ha sido tejido manualmente con material de primera calidad y ha costado 9.618,78 euros. Los humanos hemos estado produciendo seda durante siglos. Este tejido se usa para ropa, sábanas y cordeles. La seda es tan apreciada que incluso da nombre a una ruta de comercio de oriente a occidente. El filamento de la seda proviene de unas proteínas segregadas por las glándulas salivales del gusano de seda (Bombyx mori), es decir, la oruga de la mariposa de la seda. Y más concretamente de los capullos que rodean el gusano cuando está haciendo la metamorfosis. Por qué es tan cara la seda?

Los primeros a usar esta sustancia y elaborar el tejido fueron los chinos, y tanto la valoraban que se dice que estaba prohibido sacar gusanos fuera del imperio y que se castigaba con la muerte a quién lo intentaba. La principal zona de producción de gusanos de seda, y por lo tanto de hilo de seda es China, y concretamente los cantones de Jiangsu, Zhejiang y Sichuan. Brasil, Tailandia y Vietnam también producen, pero la china es la de mayor calidad.

Maria Luisa Llorens es la secretario del Colegio del Arte Mayor de la Seda de València tiene una experiencia de 40 años en el sector sedero valenciano. Según explica la portavoz, la seda es un artículo con una producción bajísima y con unas características muy especiales de alta calidad y extraordinaria resistencia; una conductividad térmica singular, fuerza y robustez. Además se puede teñir de manera muy fácil y no causa irritación a la piel.

La cría de gusanos de seda actualmente es todavía un trabajo muy manual y que sólo se puede hacer durante unos meses al año, en primavera. Cuando crecen, los gusanos de seda comen costantmente y se los alimenta cinco veces al día con hojas de mora. Después de 45 días de rumiar y crecer, los gusanos están listos para madurar.

Un cuc de seda

Un gusano de seda

Tienen una glándula especial que segrega la seda en forma de filamento para envolverse en un capullo. Una fibra de seda es un hilo continuo, muy fino, pero muy largo, a diferencia de fibras de otros materiales como la cachemira o la lana merina de yak. En el momento previo a la eclosión del capullo es cuando los productores de seda intervienen.

Los capullos se tienen que deshacer con vapor de agua y estirar el filamento, un trabajo muy preciso y complicado. Para conseguir el hilo de seda, el gusano no tiene que haber salido del capullo, cosa que la convierte en un tejido no vegano. Si la mariposa ha salido, el hilo se rompe, por lo tanto no se puede aprovechar para hacer seda de máxima calidad. "De un capullo sale una fibra de unos 800 a 1.200 metros", dice Llorens. Enroscando fibras se produce hilo y estos se usan entonces para coser y producir tejidos. "El más fino es de dos cabos", dice Llorens.

El dicho "ir como una seda" proviene, precisamente, de la facilidad de este hilo para tejer. No obstante, la seda tiene una dificultad añadida, porque es muy fina y por lo tanto se tienen que usar muchos hilos. "En un centímetro de tejido tienes que poner entre 80 y 120 hilos", explica.

De un capullo sale una fibra de unos 800 a 1.200 metros

Un kilo de seda natural costa 150 euros. Una vez trabajada y tejida, "un damasco sencillo de seda cuesta aproximadamente 150 euros el metro y a partir de aquí, incrementado calidad y acabados puede subir hasta 350 o 400 euros el metro", calcula Llorens. El tejido tradicional y no industrial obviament es más costoso.

El coste de producir seda se ha incrementado con el tiempo de manera significativa. Uno de los hechos que explica este incremento es que el cliente espera tejidos de seda impolutos y, dado que esta es una fibra natural, cuenta con imperfecciones, mucho tejido se descarta, incrementando el coste final. Esto siendo así, los controles de calidad también se han incrementado para asegurar la perfección del producto final.

"Las características físicas de la seda hacen que pueda transformar texturas, por eso se mezcla con lanas o lino, como complemento por matitzar otros artículos", explica el director técnico del empresa Teixidors, Jaume Mas.

La seda se produce básicamente en granjas de gusanos y si la gestión de estas granjas es orgánica y sostenible, esto siempre hará incrementar el precio. Además, el lustre del tejido de seda se consigue combinando hilos de diferente color en la trama, diferenciándolo otros textiles y subiendo el ticket. Los acabados son también cruciales a la hora de justificar el precio de una pieza de seda: el lavado, la brillantez y un largo etcétera también incrementan su valor.

Tradición, copias y negocio

Una de las zonas con más tradición de seda es el País Valencià, como bien muestra la Fallera Mayor. En València, el Colegio del Arte Mayor de la Seda puso en marcha una iniciativa para proteger el sector de productores de seda valenciana, que en los últimos años ha sufrido un retroceso por, entre otros motivos, la importación de producto chino e indio.

El 2012, el colegio puso en marcha aun sistema de certificaciones, como una denominación de orígen, como marca de garantía y certificación industrial.

En estos momentos, la industria de productores de la seda, situada en València y municipios del área metropolitana, vive básicamente de la indumentaria valenciana: "Lo que hace sobrevivir la industria de la seda son las tradiciones, las Fallas, sobre todo".

Así, la indumentaria vlenciana representa el 70 o 80% de la producción, el negocio que mantiene los principales sedeors que sobreviven en el siglo XXI. Permanecen varias empresas: Vives i Marí, Mar de Seda, Gironés, Garin, Bartual, entre otros que proveen en las tiendas a donde van los falleros. En las tres últimas décadas han desaparecido entre seis y ocho firmas sederas en la provincia de València, apuntan desde el Colegio.

La industria sedera valenciana vive también, pero, "de encargos para liturgia o decoración de palacios", añade Llorens. El sector, que data de la época de la conquista musulmana, vivió su esplendor en el siglo XVIII. De hecho, el Gremi de Velluters data de 1474. "La industria sedera valenciana la mató la francesa, y a la francesa la italiana, y a la italiana la china", sentencia Llorens.

Tiene pinta que la seda continuará siendo un producto de lujo durante muchos años y no sólo por su coste y valor, sino porque las alternativas veganes como el nilón, poliéster, algodón, bambú, plátano, loto, piña, cactus, satén o seda de araña hecha por humanos han popularizado su tacto. La seda seguirá siendo, así, un lujo para muchos y un must para las falleras.

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