'Smart Cities' en pausa?

La industria tecnológica reivindica la capacidad que tiene este movimiento para generar ocupación de alto valor añadido y mejorar la eficiencia de las ciudades

"Es una inversión clave para la ciudad". Ignasi Vilajosana, CEO de Worldsensing , no desfallece a la hora de intentar explicar por qué es importando la apuesta por las ciudades inteligentes o smart cities. "Es bueno por el ecosistema económico porque atrae nuevas compañías e inversiones. Y para la ciudad es bueno porque crea puestos de trabajo de alto valor añadido", añade. En unos días donde Barcelona vuelve a ser noticia por la incertidumbre sobre si finalmente se hará o no el centro de innovación que Cisco y Schneider habían planificado con el anterior gobierno municipal, desde la industria recuerdan las bondades de una apuesta que se tiene que medir a medio-largo plazo y que requiere importantes inversiones provenientes de modelos de colaboración publicoprivada.

"En la situación en que estamos, cuando te viene una tecnológica top y te dice que quiere invertir a desarrollar tecnología a tu ciudad, como le puedes decir que no?", se pregunta Vilajosana, por quien "la cuestión tiene que ser en qué condiciones y en qué termas se ejecuta esta inversión". Líder de una de las empresas catalanas más activas en el ámbito de la Smart City, encargada de elaborar sensores de todo tipo y plataformas de software que ayudan a optimizar infinidad de servicios y procesos (desde buscar aparcamiento hasta la sincronización de los semáforos), el CEO de Worldsensing reconoce que las compañías del sector "no queremos creer que Barcelona dejará de estar en el foco de la atracción del talento y la competitividad".

El cierto es que hemos vivido unos años en que la etiqueta de ciudad inteligente aparecía por todas partes a la capital catalana. Barcelona lidera iniciativas como el City Protocolo Society o el Smart City Expo WorldCongress , que tendrá lugar del 15 al 17 de noviembre. El año 2015, Barcelona pasó a ocupar la primera posición del ranking de Smart Cities mundiales elaborado por Juniper Research, por ante ciudades como Nueva York o Londres. Qué ha pasado ahora? Hemos quemado el concepto 'ciudad inteligente' y ahora toca cambiar el relato y hablar de los ciudadanos?

Vilajosana ya advertía hace unos meses que una visión a corto plazo de las smart cities puede hacer perder en los gobiernos municipales el liderazgo a la hora de enfocar el valor que estas pueden aportar. "Que se enfoque más a la governança y la filantropía o a la generación de negocios dependerá de la capacidad de los gobernantes para entenderlo avuy". En este sentido, Vilajosana insiste que "smart city no va de tecnología, va de alineación de todos los stakeholders, de transformación de una organización muy compleja donde hay una serie de métricas de rendimiento", asegura.

Una opinión que comparte Josep-Ramon Ferrer Escoda, exdirector de Barcelona Smart City y consejero internacional de DoxaIS : "La gracia del modelo Barcelona es la visión holística del modelo smart cities que habla de la energía, de la sostenibilidad, del agua, de la cultura, de la salud, de la logística... Por nosotros la tecnología es la manera de articularlo, sea con sensores o con otros mecanismos. Es decir, smart city no deja de ser una etiqueta de la transformación de las ciudades del siglo XXI".

Según Ferrer, "la oportunidad de las smart cities rae en el hecho que tú puedes repensar la ciudad desde todas sus vertientes y como gracias a la tecnología podemos mejorar desde la gestión de la energía hasta el urbanismo, como pasó con los Juegos Olímpicos. Cualquier ciudad del mundo puede ser smart city y transformarse a través de la tecnología con una visión a largo plazo".

La digitalización ha llegado para quedarse
Según estimaciones de la Comisión Europea, el desarrollo de lass mart cities en sectores urbanos como el transporte, la construcción, la energía y las TIC generará un mercado global que tendrá un valor estimado de más de un trillón de euros el 2020. Es decir, un mercado con grandes oportunidades para empresas y gobiernos.

En este contexto, el CEO de Worldsensing recuerda que "el espacio público es de todos y las administraciones lo tienen que gestionar. No pueden obviar que vivimos una era de digitalización de todo, y las ciudades son las primeras". En un marco global de competencia por el bienestar, por la competitividad económica y por el talento, "si las infraestructuras de comunicaciones o de servicios públicos no están preparadas, esta ciudad está perdiendo un tren", añade.

Sin este liderazgo municipal, destaca Vilajosana, "como ciudad no tienes un mapa claro de que quieres ser y tiene implicaciones a largo plazo". En este sentido, reivindica que como mínimo se apueste para maximizar el regreso para la ciudad con la creación de consorcios publicoprivats.

Oportunidad para las pymes
A pesar de que a menudo sólo se asocie a las grandes corporaciones, el sector de las smart cities también genera oportunidades para las startups y las pymes. Según ei consejero internacional de DoxaIS, "Can el Alier es la punta del iceberg de todo el proyecto. La gracia de este futuro centro de innovación no son Cisco y Schneider, sino todo el que se crea alrededor".

Ferrer argumenta que en los últimos años "Cataluña ha creado muchas pequeñas y medianas empresas innovadoras alrededor del sector móvil, gracias al contexto del Mobile World Congress y alrededor de las smart cities gracias al hecho que ha habido una serie de multinacionales que han apostado por Barcelona, como por ejemplo Cisco, IBM o Micorsoft". "Tenemos que ir detrás de estas empresas que tienen la capacidad de invertir y ser los tractores por nosotros poner las cireretes del pastel", añade Vilajosana.

El exdirector de Barcelona Smart City hace el paralelismo con Seat, "una empresa de 12.000 trabajadores que tiene un ecosistema de 400 o 500 pymes alrededor, de trabajos cualificados que generan investigación y desarrollo".

Este modelo de colaboración publicoprivada en el terreno de las ciudades inteligentes es el que ha traído Barcelona a ser un referente. "Ciudades como Hong Kong, Santiago de Chile o Bogotá quieren replicar el ecosistema que se ha generado en la capital catalana", explica Ferrer, que concluye que el éxito de Barcelona consiste a conseguir que "las grandes multinacionales que no tienen patria, trabajen con los tejidos productivos locales".
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