Una escuela en un laboratorio

El Liceo Politécnico de Rubí cuenta desde el 2015 con uno de los primeros laboratorios de Europa dentro del fenómeno Fablab@school, donde las asignaturas se conectan a través de la tecnología

La ciudad de Rubí cuenta desde el 2015 con uno de los primeros Fablab@school de Europa y el antes que nada el Estado español. Un laboratorio de fabricación y experimentación ubicado a una escuela, concretamente al Liceo Politécnico. El profesor de la Universidad de Stanford Paulo Blikstein fue pionero a impulsar este concepto, que primero se implementó a Silicon Valley y que, con el tiempo, se ha introducido en seis escuelas de todo el mundo (también en una universidad de Dinamarca). Su objetivo es mejorar el aprendizaje de los alumnos, ofreciendo un espacio singular que fomente su creatividad, su talento y su iniciativa. Miquel Carreras, ingeniero en Informática por la UPC, ha sido el encargado de poner en marcha el laboratorio de Rubí, dedicado en la tecnología y la robótica.

Carreras ha dedicado los últimos años de su vida a la consultoría tecnológica. El año 2012, junto con unos amigos, compró la gestión del Liceo Politécnico de Rubí, que entonces era un centro de Infantil y Primaria. Un año después, empezó a introducir en la escuela actividades extraescolares de tecnología: electrónica con productos Arduino y robótica con Lego Mindstorms, un robot educativo que ya usan muchas escuelas. En enero del 2015, lo dejó todo para centrarse en la implementación del Fablab@school en el centro, con la ayuda de Stanford. "La tecnología tiene que formar parte del currículum educativo de una escuela. Por eso, a Primaria ofrecemos robótica como asignatura 'pre-FabLab', con el objetivo de preparar los alumnos para el que se encontrarán a la ESO", comenta.

Los estudiantes han mejorado un 11%
Diferentes estudios demuestran que la tecnología mejora la creatividad de quien la practica. La Universidad de Stanford lo pudo comprobar in situ en la escuela de Rubí: los alumnos han mejorado un 11% gracias al Fablab@school. Por eso, según Carreras, este tipo de laboratorios son tan importantes. "Haría falta que todas las asignaturas existentes, y no sólo Tecnología, fomentaran la creatividad. Un FabLab no es fabricar para fabricar, sino que trabaja porque las asignaturas estén conectadas. Hemos conseguido conectar Matemáticas, Tecnología, Historia, Ciencias, Música y Anglès en un proyecto común. En este sentido, al laboratorio intentamos ligar la robótica con otras asignaturas. El último proyecto de robótica, sin ir más lejos, lo ha llevado a cabo la profesora de Música, haciendo un concierto a tres voces con robots", relata.

Tueste romano hecho por los alumnos del Liceo Politécnico de Rubí. Cedida


Al laboratorio se fabrica todo aquello que permite a los alumnos profundizar en un tema determinado y mejorar los objetivos académicos. "Hagamos todo aquello que conecta las asignaturas entre ellas. Todos los proyectos tienen esta finalidad. Construimos columnas, sienes, foros, acueductos, liras...", narra el director.

Presentes a la Mobile Week Barcelona
Este miércoles Miquel Carreras participará en una conferencia sobre educación y tecnología al Instituto Escuela del Trabajo de Barcelona, en el marco de la Mobile Week Barcelona. Allá, el director explicará su experiencia al Liceo Politécnico y las características del Fablab@school, así como su coste. "A pesar de que la idea es que los FabLabs sean laboratorios de bajo coste, el cierto es que tienen un coste, sobre todo en cuanto a material. A un FabLab hay talladores láser, impresoras 3D y productos de electrónica, entre otros cosas", comenta.

Carreras también recuerda en qué consistió el proyecto de diseño de maquetas Barcino que llevaron a cabo en el centro. "Se trataba de construir Barcelona a escala porque los alumnos conocieran la historia de la ciudad, desde la época romana hasta la Smart City, pasando por la Edad Media y el Modernismo", apunta. Ahora mismo, tienen otros proyectos en marcha. "Cada año es muy intenso", añade.

Maqueta de Barcelona. Cedida


En tres años, el Liceo Politécnico de Rubí ha crecido un 68%, según fuentes de la escuela. Ha pasado de tener 196 alumnos a 315, y se ha convertido en un lugar de encuentro para padres, profesores y alumnos, que trabajan porque "ir a la escuela pague la pena", apuntan desde el centro.
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