Estas últimas semanas hemos sido testigos de las protestas del sector agrícola, que han llegado a las principales ciudades con sus tractores para hacer visibles sus reivindicaciones y dar a conocer al mundo la situación económica en la que se encuentra el sector. Una de las principales protagonistas del conflicto ha sido la Agenda 2030, que se originó el 25 de septiembre de 2015 en la Cumbre Mundial, donde los estados miembros de las Naciones Unidas la adoptaron por unanimidad para el Desarrollo Sostenible. Esta agenda comprende un total de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible globales, resumidos con las siglas ODS.
El éxito de la Agenda 2030 también está vinculado a la evolución de otros acuerdos, como los alcanzados en París sobre el cambio climático, los relacionados con la financiación del desarrollo o los de hábitat sobre la nueva agenda urbana, entre otros.
Para que la Agenda 2030 pueda convertirse en realidad, teniendo en cuenta que quedan pocos años, y para que las acciones sean eficientes, las administraciones públicas y los organismos privados deben encontrar maneras de trabajar conjuntamente para alcanzar dichos objetivos. Por ello, cuando me preguntan si estos objetivos son obligatorios, mi respuesta es que los gobiernos de los diferentes países, incluido el nuestro, se han comprometido a alcanzar una serie de objetivos que sólo son alcanzables si las empresas aplican cambios importantes y trabajan conjuntamente con el gobierno.
La manera de cumplir con la Agenda 2030 es trabajando los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abordan temáticas muy amplias como el hambre, la paz, la salud, las desigualdades, la prosperidad económica, la protección del planeta, la lucha contra el cambio climático, la inclusión, la educación, el consumo y la producción sostenibles, los pactos mundiales para mejorar la gobernanza, la pobreza, las ciudades y territorios, y la energía. Y, justamente, el sector agrícola es uno de los más afectados por los acuerdos europeos.
"Si sólo aplican los ODS unos cuantos, ponen en riesgo la supervivencia de aquellos que, por ley, se ven obligados a cumplir con dichos objetivos"
Cabe recordar que los ODS son globales, ya que están pensados para todos los países, y si sólo los aplican unos cuantos, ponen en riesgo la supervivencia de aquellos que, por ley, se ven obligados a cumplir con dichos objetivos y modificar el mercado, encareciendo su producto por el bien común de la sostenibilidad.
La sostenibilidad medioambiental es una necesidad, pero no se puede obviar la sostenibilidad económica del sector, y mucho menos el sustento de las personas que trabajan en él. Lo que demanda el sector no es obviar las mejoras, sino que se apliquen las mismas medidas en todos los estados miembros, así como en otros países que importan y que no están obligados a cumplir con las estrictas normas de la UE (medioambientales, fitosanitarias o laborales), lo que hace imposible a los agricultores ser competitivos en el mercado.
En España, además, la situación se ha agravado por la sequía y se demandan medidas que tengan en cuenta la realidad de cada zona, por ejemplo, priorizando el aprovechamiento de recursos como el agua. Estamos todos de acuerdo en que se debe respetar el medioambiente, pero haciendo una buena gestión del cambio y un correcto acompañamiento al sector, ya que de lo contrario estamos potenciando y premiando la competencia desleal, y acabaremos con un sector que nos proporciona alimentos a todos por querer hacer lo correcto sin medir las consecuencias ni los tiempos.