¿Condonar o perpetuar?

José Mª Gay de Liébana analiza si España podrá pagar su "voluminosa" deuda pública

Exterior de la sede del Banco Central Europeo | iStock Exterior de la sede del Banco Central Europeo | iStock

¿Tendría sentido económico y sería legal que el Banco Central Europeo (BCE) condonara sin más la deuda que tiene sobre los países? En asuntos de deuda, de quién es la culpa, ¿del que se endeuda por gastar reiteradamente más de lo que puede o de quien le financia? ¿Podrá pagar España su voluminosa deuda pública? ¿Por qué tanta deuda? ¿Habrá que perpetuar deuda soberana, es decir, reconvertir una parte en deuda perpetua, con vencimiento in sécula seculórum?

Condonar a la brava la deuda con el BCE no solo pondría contra las cuerdas su estabilidad y su contabilidad, también su reputación, credibilidad e independencia como banco central. Y el prestigio de países con deuda condonada, en plan república bananera, quedaría a la altura del betún. Pero la deuda se está convirtiendo en un polvorín, máxime, la pública, la de los gobiernos, que a veces con frivolidad echan mano de ella para sufragar gasto ocioso.

En España, de 2008 a 2019 los pasivos en circulación de las Administraciones Públicas han aumentado en 1,3 billones de euros, mientras que la deuda estrictamente computable a los efectos del Protocolo de Déficit excesivo que en 2008 sumaba 439.771 millones de euros, en noviembre de 2020 se eleva a 1.312.590 millones, incrementándose en esos años en 872.819 millones.

"Mientras las sociedades no financieras y las familias entre 2008 y 2020 han hecho excelentemente los deberes en cuestión de endeudamiento, el sector público se ha empeñado en acrecentar la deuda pública"

Es chocante, cuando menos, y paradójico que mientras las sociedades no financieras y las familias entre 2008 y 2020 han hecho excelentemente los deberes en cuestión de endeudamiento, el sector público, los gobiernos de turno, se hayan empeñado, incluso en los años bonancibles para la economía mundial, europea y española, que podemos concretar entre 2015 y 2019, en acrecentar la deuda pública.

De hecho, las familias, cuya deuda al cierre del maldito año 2008, cuando estalló la crisis financiera, sumaba 912.816 millones de euros, al finalizar 2020, con crisis derivada de la pandemia mediante, han recortado sus compromisos a 696.509 millones, lo que significa reducir sus deudas en 216.307 millones de euros.

La dura travesía

Por parte de las empresas, o sociedades no financieras, su endeudamiento de 31 de diciembre de 2008, 1.261.105 millones de euros, se reduce a 31 de diciembre de 2020 a 942.405 millones, con lo que la poda de obligaciones de pago, pandemia y crisis también mediante, es de 318.700 millones. En conjunto, pues, familias y empresas han sido capaces en esos años de dura travesía, de ajustes económicos y de plaga vírica, de ajustar sus pasivos en 535.007 millones de euros.

El BCE se ha erigido desde 2012, cuando su entonces presidente y hoy flamante primer ministro italiano, Mario Draghi, echó todo el resto, en el santo protector de la Europa del euro. En 2012, el balance del BCE lucía un activo total de 207.286 millones de euros, con 22.055 millones de valores emitidos a efectos de política monetaria. En 2019, antes de que el BCE soltara cantidades industriales de armamento monetario por la crisis, su activo ascendía a 4,7 billones de euros, incluyendo 2,8 billones de valores emitidos con fines de política monetaria y 624.000 millones de préstamos a entidades de crédito. Hoy, el activo del BCE supera los 7 billones de euros.

"¿Qué sería de España sin el BCE ni Christine Lagarde ni Mario Draghi?"

El BCE cubre al cierre de 2020 el 65% de nuestro PIB: 730.000 millones de euros, de los cuales 470.000 millones corresponden a deuda pública. Además, el BCE mantiene los tipos de interés con perfil plano. ¿Qué sería de España sin el BCE ni Christine Lagarde ni Mario Draghi?

Al margen de que pertenecer a la Zona Euro y contar con la santa protección del BCE, sobre todo con la que está cayendo, no solo es bueno, sino que es nuestro salvavidas, hay quienes piensan que desde la crisis financiera de 2008 la pertenencia de una serie de países a la divisa común, y que serían, además de España, Italia, Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre, les ha hecho perder competitividad ante las economías del norte de Europa.

Paliar el bulto del déficit público

Si nos ceñimos a los resultados y a la marcha económica de esos países, exceptuando a Irlanda cuya evolución es paradigmática, se entiende esa opinión negativa sobre determinadas economías europeas ínsitas en el euro.

El BCE se ha visto obligado, en su afán de ir rescatando a las llamadas economías periféricas de sus debilidades, a suministrar liquidez a tipos muy bajos para paliar sus abultados déficits públicos y rebajar los intereses de sus monumentales deudas públicas. Tal orientación de la política monetaria del BCE perjudica a los ahorradores de los países no necesitados de las inyecciones de dinero del BCE, como es el caso de Alemania y los denominados frugales, así como las repúblicas bálticas.

"La red protectora del BCE constituye una garantía para que España pueda recabar fondos en los mercados y mantener la prima de riesgo en niveles más o menos aceptables"

Este año 2021, España emitirá 100.000 millones de euros de nueva deuda, por lo menos, y otros 190.000 millones para financiar vencimientos de deuda vieja. Así que, en total, saldremos a los mercados financieros en 2021 solicitando, en el mejor de los casos, unos 300.000 millones de euros. ¿Quiénes prestarán a nuestro país tantos miles de millones de euros, conscientes de que el cuadro clínico de nuestra economía es muy preocupante?

Lógicamente, la red protectora del BCE constituye una garantía para que España pueda recabar fondos en los mercados y mantener la prima de riesgo en niveles más o menos aceptables. Pero España exhibe una deuda pública según el Protocolo de Déficit Excesivo de 1,3 billones de euros, con unos pasivos en circulación de 1,9 billones de euros y una deuda externa bruta de 2,2 billones. Exigiendo condonaciones de deuda con el BCE, ¿se gana adeptos para la causa de los tan manidos 140.000 millones de euros de los fondos europeos que cual maná vendrían desde Bruselas o, en cambio, se proporcionan más resquemores y argumentos en contra a quienes, en Europa, no ven con buenos ojos que España se aproveche de tan cuantiosa cifra, dudando de que los dineros se administren correctamente?

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