Competitividad: la importancia de la transferencia y los clústeres

La competencia deja de ser lo que era y ya no solo recae en la productividad de las empresas sino en los objetivos

Que diferencia una empresa de otra? | iStock Que diferencia una empresa de otra? | iStock

En las ultimas décadas los elementos que configuran la competitividad han variado sustancialmente. Antes la competitividad residía básicamente en la productividad, hacer más con menos. Ahora bien, en la actualidad y a merced de los adelantos en cuanto a producción científica y las nuevas herramientas tecnológicas, lograr la competitividad es mucho más complejo, dado que obsolescencia de los productos es notoria, al igual que la de las cadenas de producción y, a la vez, la sostenibilidad de los desarrollos y la necesidad de la protección ambiental obligan, sin demoras, a cambios notorios en la forma de producir, utilizar y reciclar los productos.

Todo un conjunto de realidades que exigen mejoras permanentes y continuadas de la competitividad en un contexto internacional caracterizado por la competencia asimétrica entre Estados, la presión de Oriente, los rápidos adelantos tecnocientíficos y la requerida descarbonización de los procesos productivos y la actividad social. La competitividad en estos escenario esta delimitada para saberse mover, de forma óptima, en la elegida: innovación, internacionalización y productividad.

La competitividad en estos escenario esta delimitada para saberse mover, de forma óptima, en la elegida: innovación, internacionalización y productividad

En cuanto a la innovación, hay que desarrollarla mediante un proceso basado en el binomio "Generar conocimiento y aplicarlo", el cual obliga a ​​garantizar el flujo permanente entre la invención y el proceso productivo para generar valor tangible a corto, a medio y a largo plazo. Esto exige, la capacidad de generar conocimiento y transferirlo con rapidez a las cadenas de producción considerando el acceso, teóricamente universal, a los adelantos tecnológicos. Transferir conocimiento es clave en todo proceso de innovación ya sea en los productos o servicio, me los procesos productivos y en el modelo organizativo de toda empresa.

En cuanto a la internacionalización, que no es solo exportar, hay que encuadrarla en el contexto de un mercado mundial único, un hecho que aporta riesgos enormes y, a la vez, abre inmensas posibilidades a aquellas organizaciones capaces de abordarla y gestionarla con eficacia, lealtad y respeto social, cultural y medioambiental. Un proceso que exige ​​a su vez un volumen adecuado de la organización, capacidad financiera, aproximación a los mercados y de fragmentación del proceso productivos, con el fin de que sean desarrollados en las localizaciones y ecosistemas más adecuados.

Finalmente, en cuanto a la productividad, tercer componente del esquema que posibilita la competitividad, requiere gestionar eficazmente los intangibles de la organización, como es el talento y el capital humano, de forma simultánea con las infraestructuras propias y las del entorno o ecosistema en que se desarrolla la actividad. El ecosistema acontece un elemento compartido capital, la mejor productividad se obtiene cuando se logra la simbiosis con una excelentes gestión del talento en un espacio geográfico, con extensiones telemáticas, donde las empresas interconectadas de un sector interactúan entre sí y, a la vez, con empresas de servicios y proveedores especializados, con un claro apoyo institucional. En definitiva, aquello que Alfred Marshall denominó "clúster" al final del siglo XIX y que Michael Porter, en 1990, formuló como una herramienta fundamental para reforzar la productividad y la competitividad atribuyéndole una gran importancia a las condiciones socioeconómicas del ámbito geográfico donde las empresas desarrollan su actividad y toman las decisiones.

El ecosistema acontece un elemento compartido capital, la mejor productividad se obtiene cuánto se logra la simbiosis con una excelentes gestión del talento en un espacio geográfico

Hoy en día, disponer de buenas infraestructuras físicas de comunicación y de investigación, una alta capacidad de transferencia de conocimiento, entre quien lo genera y quien lo incorpora a los productos y servicios mediante procesos de innovación, y de clústeres que funcionen óptimamente, se puede asegurar que es la clave para asegurar el progreso socioeconómico de todo colectivo humano.

Es en este contexto, donde hay que encuadrar las dos recientes iniciativas del Govern de la Generalitat encaminadas a potenciar realmente la competitividad de las empresas y las organizaciones de nuestro país. La primera, dirigida a potenciar las clústeres en el periodo 2021-2023, anunciada por Albert Castellanos, secretario de Empresa i Competitivita del Departament de Empresa i Treball dirigido por el conseller Roger Torrent, el pasado 29 de julio y, la segunda, relativa a la creación de la Direcció General de Transferència de Coneixement, anunciada el 3 de agosto, por el Departament de Investigació i Universitats dirigido por la consellera Gemma Geis.

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Dos iniciativas, en mi opinión, indispensables para posibilitar la requerida competitividad, entendida como la terna Innovación, Internacionalización y Productividad. Ahora hace falta que ambas iniciativas, reciban la dotación presupuestaría requerida. Una dotación que forzosamente tiene que ser importante porque disponer de empresas altamente competitivas, en el marco de la economía global del conocimiento, nos dispuso de trabajo de calidad, retener y atraer talento, asegurar el progreso social y económico y acontecer un país donde el futuro no sea una quimera.

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