El coste de las mentiras

Una de las posibles vías para luchar contra la desinformación es ampliar el concepto de la sostenibilidad a la sostenibilidad democrática

Disponemos de recursos tecnológicos suficientes para detectar las mentiras | iStock
Disponemos de recursos tecnológicos suficientes para detectar las mentiras | iStock
Barcelona
20 de Junio de 2023

La cuestión no es escribir o expresar las ideas. A través de un artículo. De un libro. De una red social. De un manifiesto o panfleto. De un blog. De una intervención en radio o televisión. De un podcast. Del programa de un partido político o grupo social. De un poema. El problema es cómo averiguar las palabras veraces del resto, en estos tiempos de verborrea fácil. Quizás es hora, por un lado, de utilizar más intensivamente los medios tecnológicos existentes para dejar en evidencia las mentiras y la desinformación -y quien las propagan-, señalándolo claramente; y, por el otro, de dar apoyos adicionales a todos aquellos medios y canales que trabajan en información de calidad, y a aquellas empresas que invierten en publicidad en medios serios. La mentira y la desinformación salen demasiado caras por la salud democrática y distorsionan la economía.

 

Se trata de que "te entiendan cuando hablas", dice Frank Luntz, gurú de la opinión pública norteamericana, en el libro titulado La Palabra es poder (La Esfera de los Libros, 2011). Tanto si quieres aumentar las ventas en una empresa como ganar las elecciones, el politólogo pone énfasis en el mensaje y en la selección de las palabras adecuadas a cada auditorio, para influir, motivar, despertar emociones. Bru Rovira titulaba un artículo en el diario Ara, en noviembre de 2015, El valor de la palabra, el valor de escuchar. A propósito de la entrega del Nobel de literatura a la escritora rusa Svetlana Aleksiévitx, decía que la palabra "sirve para explicarnos a nosotros mismos y hacerlo con el máximo de puntos de vista posibles". Los poetas dramatizarán un poco al respeto. José Agustín Goytisolo en el poema El oficio del poeta se acerca a "contemplar las palabras sobre el papel escritas, medirlas, sopesar su cuerpo en el conjunto del poema, y después, como un artesano, separarse a mirar cómo la luz emerge de la sutil textura". El poeta vasco, Blas de Otero, en el poema Pido la paz y la palabra, la reivindica como último activo personal: "Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré como un anillo al agua, si he perdido la voz en la mala hierba, me queda la palabra". Pero en definitiva hay dos concepciones muy claras: la palabra entendida como medio de transmisión de las ideas propias para convencer; y la que lo ofrece como instrumento para tejer complicidades y entenderse.

La mentira y la desinformación salen demasiado caras para la salud democrática y distorsionan la economía

Aristóteles en su primer libro sobre política, defiende el debate público como un factor de amistad, que se desarrolla a base de debatir, de hablar de todas las cosas; la práctica de la res publica lo entiende como un discurso de continuidad entre todos, en el cual se amasan la ética, la política y la economía.

 

"A por ellos"

Asistimos estos días a la precampaña de las generales. Predominan los que usan la palabra para imponer que no con capacidad de escuchar. Para el primer grupo, la palabra es propaganda. Es el instrumento para la conquista del poder, a base de defender las ideas propias del partido o fracción contra las de los otros. Buscan las rendijas del contrario para ridiculizarlo, manipularlo e impedir que sus razones se escuchen; "y tú más..." o " a por ellos...", son los hijos legítimos de la desvalorización de la palabra. En la mayoría de los casos, esta actitud es fruto de la inseguridad en los mismos argumentos: borrar el debate, llenar el espacio con las mismas palabras para evitar que se puedan escuchar las de los otros. Para el segundo grupo, defender las ideas propias, con toda la sabiduría posible, abre el paso a escuchar las de los otros, para obtener como resultado una mejor percepción de las cosas y del conjunto de la sociedad; para estos, la palabra hablada o escrita del otro -pensada, reposada- tiene tanto valor como la propia, porque, al fin y al cabo, todo es calidoscópico; el puzzle solo se completa con todas las piezas.

Contemplando el escenario actual de las palabras, es muy comprensible la bajada este año del interés para las noticias en el Estado español. En un estudio que realiza cada año el Reuter Institute for the Study of Journalism, del Oxford University (Digital News Report 2023), se confirma la mayor caída de la confianza en los medios entre los 46 países analizados. Las industrias dedicadas a la mentira y a la desinformación difuminan, confunden muchas veces los ciudadanos.

Las industrias dedicadas a la mentira y a la desinformación difuminan, confunden muchas veces los ciudadanos

Ante esta realidad, hay dos vías. La primera, disponemos de recursos tecnológicos suficientes para detectar las mentiras tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales, si los lectores o seguidores actúan de forma crítica y no como fanáticos. Por ejemplo, una sencilla señal al ChatGPT, que aclarara a todo el mundo que aquello es fruto de la inteligencia artificial, o a los bots que generan noticias falsas, o a los medios que se dedican a manipular las informaciones. Y la segunda, Carlos Núñez, presidente de Prisa Media, plantea ampliar el concepto de la sostenibilidad a la sostenibilidad democrática; además de asociarla a las mejoras del cambio climático y a la preservación del medio ambiente, a la buena gobernanza de las corporaciones y al impacto social de sus actividades, incorporar este nuevo concepto relacionado con la consolidación de la democracia. Es decir, que todas aquellas empresas que invierten en medios de calidad, con veracidad y contra la desinformación sean reconocidas por su tarea en favor de la sostenibilidad ("Carlos Núñez pide ventajas para las empresas que ponen publicidad en medios de calidad", El País, 15/6/2023). Yo añadiría otra cosa: el apoyo directo a los medios que actúan en esta línea y contra el resto; del mismo modo que se apoyan para la defensa de la lengua y otros aspectos, incluir este nuevo.