En el Cruïlla de la vida: Manel, Netflix y budismo

El Cruïlla lo sabe todo de ti, pero tú quizás todavía no lo sabes todo de este festival musical de datos

El cantante de Manel, Guillem Gisbert, en el Festival Cruïlla. | ACN El cantante de Manel, Guillem Gisbert, en el Festival Cruïlla. | ACN

Al Cruïlla de la vida podría ser el título de un libro, una película o una serie de camins, pero en este caso es La Tribuna de esta semana que si me lo permitís, es algo más personal que de costumbre. Cómo su propio nombre indica, a lo largo de estas líneas hablaremos de la visita guiada que hice este fin de semana para conocer el backstage del Festival Cruïlla y donde me encontré cantantes y músicos, pero también empresarios, políticos y periodistas. Después de casi un año y medio, todo el mundo con ganas de compartir cultura y música pero sobre todo comprobar de propia piel y a viva voz que la cultura es segura, que la tenemos que salvar y no solo por amor al arte sino por bienestar y salud (mental y física).

Avanzando por el recinto del Parque del Fórum resonaba dentro de mí una frase del colaborador Genís Roca en un artículo reciente en VIA Empresa: "Con la salud no se improvisa, y con el futuro de la cultura tampoco". Paso a paso.

La primera parte del espectáculo era similar a la del calentamiento antes de un gran partido o un gran concierto en tiempos de pandemia: registrarse e identificarse, cargar la pulsera desde el móvil, comprobar la temperatura, hacerse el test de antígenos en la sala de cribaje y ponerse la mascarilla FP2 del festival. En cifras, 450 profesionales sanitarios haciendo tests a 4.600 personas por hora y solo 289 positivos en tres días. Un vídeo vale más que mil palabras.

 

"Cruïlla es un festival que ya tiene por costumbre incorporar tecnología e innovar en procesos", defiende Roca. Y es que a lo largo de estos 11 años de vida, el Cruïlla ha sido el primero de la clase en eliminar el efectivo y permitir pagar con una pulsera electrónica, las experiencias inmersivas en 5G o el cero plástico. Del Cruïlla también sorprende y mucho su sala de control de datos del público en tiempo real.

En la sala de máquinas del Fòrum

Eso sí, siempre respetando la privacitat y los derechos de cada persona y sus datos gracias a un comité ético, según insisten desde la organización del festival. Uno de sus trabajadores explica a este diario que "el Cruïlla es una pequeña ciudad durante tres días". Una ciudad que prácticamente no duerme y que lo sabe casi todo de sus miles de ciudadanos.

"El Cruïlla es una pequeña ciudad durante tres días. Un poco cómo Netflix, haces un festival a medida para tus usuarios"

"No tenemos datos para influenciar tendencias de consumo sino para analizar intereses de nuestro público", aseguran. En la sala de control de datos se puede visualizar todo tipo de social listening (menciones y percepciones en tiempo real) del mismo modo que se sabe qué usuarios repiten y desde hace cuánto tiempo en el festival, de quién es el cumpleaños para regalarle un pastel, cuántos hombres y cuántas mujeres hay, qué foodtrucks venden más, cuál es la bebida más consumida o cuáles son los grupos preferidos para el público. Con el mejor trago de Estrella Damm, el top 3 es Love of Lesbian, Manel y Vetusta Morla.

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El programa de datos que utilizan en el Cruïlla es de Microsoft, tiene un nombre "poderoso" y apuntan fuentes de este diario que es un viejo conocido del Departament de Salut. "El Cruïlla es un poco cómo Netflix, haces un festival a medida para tus usuarios y toda la estrategia de marketing se basa en la fidelización", aseguran desde la organización. Tanto es así que su base de fidelización no solo se mantiene sino que crece año tras año. Los datos son poderosos, los datos tienen y dan poder.

La cultura, siempre la cultura

"La cultura se ha puesto al frente para encontrar soluciones y ha demostrado que hay modelos en los que se puede garantizar la seguridad", aseguraba el director del Cruïlla, Jordi Herreruela, antes de la celebración del festival. "Hacer un concierto en directo y proyectarlo por streaming no tiene nada de innovador. La innovación tiene que transformar los contenidos. Por qué el artista tiene que ir a buscar el foco y no es el mismo foco quién lo sigue a él?", reflexionaba.

Herreruela: "La cultura se ha puesto al frente para encontrar soluciones y ha demostrado que hay modelos en que se puede garantizar la seguridad"

Innovar contra la pandemia quizás no es una noticia de última hora que llena grandes portadas, pero sí una actitud y una necesidad para prácticamente todos los públicos. Quizás por eso, entre pasillos del Cruïlla me encontré a empresarios, altos directivos, políticos y exconsellers de la Generalitat. Incluso, al budista lama Thubten Wangh, presidente y fundador de la Casa del Tíbet de Barcelona, que grababa el concierto de Amaral desde su móvil. Quizás también es a esto a lo que se refiere su maestro Dalai Lama cuando habla en sus libros del arte de la felicidad y la alegría, el camino hacia la iluminación o la libertad y el sentido de la vida. 

Parafraseando al actor Charles Chaplin, la vida es una obra de teatro y también un festival de música cómo el Cruïlla que no permite ensayos sin tests de antígenos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive cada momento, antes de que baje el telón y la obra acabe sin aplausos. Merece la pena aplaudir una vez más la salud, la cultura, la música y sobre todo la vida!

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