Cuando el 'crowdfunding' es más que financiación

Las campañas colectivas de inversión también sirven para validar el producto y salir al mercado con una apuesta segura

La idea más tendido del crowdfunding es que se trata de una herramienta de financiación. Es, pero, una definición que para el consultor Valentí Acconcia se queda corta. "Estamos hablando de una financiación que es colectivo y de una validación colectiva del proyecto", señala. Porque no consiste sólo a captar los recursos económicos necesarios para dar forma a un proyecto o crear el producto para comercializar, sino que también ha acontecido un tipo de estudio de mercado y testeig para saber si el producto es bueno o hacen falta modificaciones.

"Hemos pasado del marketing de siempre a un escenario donde antes de producir ya se sabe si el mercado lo querrá", insiste. De hecho, considera que el hecho de "presumir" es el protagonista de este nuevo juego: "Los inversores son personas que anticipan su consumo. Hemos pasado de producir para un consumidor pasivo a tener un primer cliente que dice qué se tiene que producir".

Por lo tanto, antes de embarcarse en una campaña, el experto cree que es vital tener en cuenta algunos elementos: "Validas el producto, sabes si la gente o quiere o no; validas su venta online, que es un canal nuevo diferente; y tienes que saber vender recompensas, porque el altruismo cuesta mucho, la gente apuesta para ofrecer una recompensa". Y, por supuesto, los costes de campaña, los cuales pueden ir desde la gratuidad hasta un 5%.

También se tiene que tener un ojo crítico a la hora de escoger la plataforma. De entrada, Acconcia menciona Indiegogo cómo "una de las primeras que mejor va funciona" y Kickstarter , "líder actual con casi 3.000 millones de dólares recaudados". Dos fondos de inversión que han utilizado cinco de las startups presentadas en un Almuerzo de Financiación de Acción y que sirven de ejemplo para entender qué se puede hacer y que no cuando preparas una campaña de crowdfunding..

Equivocarse a la primera, acertar después
3D Click es una startup que desde el principio nació con el objetivo de ser internacional, motivo por el cual escogieron trabajar con Indiegogo. Se trata de una plataforma que permite crear catálogos de productos e imágenes en 3D de manera sencilla y está principalmente enfocada al negocio B2B. Precisamente este era uno de sus puntos débiles, reconoce la fundadora y CEO de la compañía, Debora Alasraki, quien cree que las campañas de crowdfunding "no están pensadas para softwares ni para B2B, generalmente es B2C la persona final que invierte".

En su caso, hacían falta recursos económicos para desarrollar el producto comercial, pero los había que trabajar todavía su cliente potencial y saber si la idea que tenían a la cabeza es el que realmente necesitaba su mercado. "La campaña nos sirvió para validar la hipótesis, el cliente, la localización y la usabilitat. Saber si había interés real y conseguir los primeros clientes para hacer el seguimiento y convertirlos en betatesters", explica.

Consiguieron movilizar un 14% de la comunidad de Indiegogo, tuvieron 61 mecenas y una aportación mediana de 300 euros por inversor. Menos del que esperaban, afirma, pero porque cometieron "todos los errores posibles": "Empezamos en viernes, no planteamos bien la comunicación, lo hicimos demasiado rápido... Tendríamos que haberlo trabajar más". Pero de los errores se aprende y Alasraki sabe que no volverá a pasar por el mismo.

Otro de quienes mira con perspectiva su aventura en el crowdfunding, y saca ahora una lección positiva, es el creador de WeFitter, Carlos Rodara. Esta aplicación quiere activar la ciudadanía mediante la gamificació porque deje de ser sedentaria y mejore sus condiciones de salud con el deporte.

El hecho que Rodara califique su campaña de fracaso viene del hecho que él nunca estar 100% convencido: "Tienes que tener claro que lo quieres hacer. Yo no lo tenía y por eso no funcionó". Ahora bien, la experiencia le sirvió para "poner en su lugar el producto" y preparar un proyecto sólido que acabó obteniendo un Enisa y llegando a los Estados Unidos. "Si ahora iniciara una campaña, sí que estoy seguro de que funcionaría", admite.

A pesar de que ve el crowdfunding como una buena herramienta para obtener financiación, no cree que sea bueno para validar una idea. "Los inversores son early adopters a quienes los gustará seguro. Después puede no funciona igual al mercado", señala, por el que recomienda no embarcarse sólo con esta idea.

Demasiado optimistas
El caso de Bhoreal es otro que funcionó al segundo intento. Esta interfaz de control de código abierto por aplicaciones multimedia para músicos y hackers trabajó con Goteo y recaudó cerca de 15.000 euros, una cantidad que su creador, Àlex Puesta, considera pequeña para ser un hardward.

Puesta cree que su principal error fue hacer unos cálculos demasiado optimistas: "Tuvimos problemas continuamente, retrasos con los proveedores que hicieron que no tuviéramos el producto a tiempo, desajustos entre diseño y fabricación, falta de recurso humanos y económicos...". Con esta lista deja claro como es debido tenerlo todo de muy ligado, porque cuando salieron al mercado, otros se los habían avanzado.

A pesar de todo, ahora trabaja con Óvalo, un nuevo proyecto donde han podido trabajar con más calma los detalles y que ha obtenido 500.000 euros de financiación. Y todo gracias a los errores cometidos y que los han hecho aprender.

Crowdfunding para convencer tu inversor
Las calcetas de Cocoro y su campaña con Verkami son más que conocidas. Las dos emprendedoras que crearon la idea optaron por el crowdfunding al ver que no tenían avales por el banco y que obtener un préstamo era demasiado difícil. Pero además de los recursos económicos, vieron en la plataforma la opción de validar su producto y saber si tendría salida al mercado.

"La campaña nos ayudó para hablar del producto, crear comunidad y tener los primeros interesados", recuerda su codirectora, Eva Polío, "pero también para ver que antes de ibtenir dinero, tú tienes que invertir". Y es que ellas tuvieron que pagar para hacer vídeos y fotografías bastante buenas para poder anunciar su producto o hacer un prototipo, por ejemplo, un elemento con el cual muchos emprendedores no cuentan.

Pero su historia tiene un elemento curioso: fueron ellas las que van convencer su inversor para optar por el crowdfunding. "Le dijimos que sería bueno porque cuando saliera el producto al mercado ya estaría validado y tendría éxito seguro", explica. La elige de Verkami rae en qué es una plataforma estatal y conocida, justo el ámbito donde querían trabajar.

Superar los objetivos marcados
Urna Bios es el último ejemplo que ilustra como pueden salir de bien las campañas si se prepara todo con tino. Esta startup ha conseguido vender 85.000 urnas en 37 países diferentes desde el 2013 y ahora comercializa una incubadora donde plantar las entonces porque crezcan sin tenerse que preocupar por la reguera o por el solo. El aparato detecta a solas si hace falta o sobra agua, de forma que riega cuando es necesario.

La compañía inició una campaña a Kickstarter para obtener 60.000 euros para crear el producto y lanzarlo al mercado. A la cabeza de 31 días, habían obtenido 73.000. Ellos son otro ejemplo de cómo uno proyecte B2B puede funcionar, porque "el 50% de la campaña es financiada pe profesionales", puntualiza el responsable de marketing, Diego Sánchez.

Desde su experiencia, recomienda empezar a preparar la campaña unos meses antes, tener una comunidad de seguidores y saber elegir la plataforma. "Kickstarter está muy enfocada en los Estados Unidos, es la plataforma líder allá, y nosotros también pensamos crecer allá", argumenta. Y concluye mencionando el relato, el cual tiene que tener "un buen engagement para atrapar la gente".
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