El nuevo café de toda la vida

Distribuidoras catalanas nacidas en 50 apuestan por las cápsulas para seguir creciente en un sector que mueve más de 500 millones de euros al año

Fijaos en la carta de cualquier restaurante mediano: una decena de vinos, varias marcas de cerveza, diferentes tipos de té... y el café, sólo café. "Solo", "cortado", "con leche" o "descafeinado". Esto nos parece el más normal y la mayor parte de nosotros no nos preguntamos donde lo han cultivado, qué características tiene ni quienes lo tuesta. Un hecho curioso, teniendo en cuenta que se trata de un sector que moverá 580 millones de euros el 2017 al Estado, según datos de DBK. De este volumen de negocio, casi tres cuartas partes corresponden a cafés servidos en restaurantes, cafeterías y bares. Y la realidad es que detrás de cada una de estas tazas hay toda una industria y unas marcas a menudo con décadas de historia a las espaldas.

Es el caso de Saula, por ejemplo, que acaba de celebrar su 65 aniversario. O de Bou Cafés, que el año que viene hará 60 años, y Cafés Novel, también con más de medio siglo de vida. E incluso podemos ir más atrás con la gerundense Cafés Cornellà, que tiene sus orígenes en 20. Todas ellas son empresas familiares que nacieron durante el Franquismo, cuando era el Sido quién controlaba el negocio del café; y no fue hasta los años 80 que se liberalizó este mercado mediante un decreto. Tres años después, se aprobaba la venta del café molido.

Estos cambios obligaron las empresas catalanas a hacer un esfuerzo para aprender a encontrar buenas materias primeras en buen precio. A la vez, tuvieron que invertir para reconvertir y adaptar sus fábricas a los estándares internacionales.

Las cápsulas, el nuevo reto
Adaptarse entonces los sirvió para sobrevivir a la liberalización del mercado, pero han tenido que repetir la operación multitud de golpes para seguir al pie del cañón seis décadas después. Saula y Bou Cafés, por ejemplo, se han centrado en la distribución por el canal HORECA (hostelería, restauración y càtering). En ambos casos, una de las últimas novedades que han incorporado en su catálogo de productos han sido las cápsulas para la hostelería.

Estas cápsulas contienen siete gramos de café -las de consumo doméstico compatibles con máquinas Nespresso tienen entre cinco y seis-, y no hay que comprar una máquina específica para usarlas: sólo hace falta un adaptador para la máquina profesional de toda la vida. Son especialmente adecuadas por establecimientos donde no se sirven muchos cafés porque no se tienen que tirar excedentes. Esto pasa con el café molido, que si no se usa en un periodo breve de tiempo pierde sus propiedades. Además, con las cápsulas se aprovecha hasta el último gramo de café, mientras que con los molinillos tradicionales siempre quedan restos a la máquina que acaban a la basura.

Compañías como Saula disfrutan de una larga tradición. Cedida


Para Bou Café, las cápsulas que empezaron a comercializar este verano no supondrán sólo una revolución por sus actuales clientes, sino que quieren que también sea su ticket de entrada al mercado europeo. El consejero delegado de la empresa, con sede en L'Hospitalet de Llobregat, Carlos Gustavo Gotor, explica que hasta ahora no se habían atrevido a dar el paso con fuerza -las exportaciones representan el 3% de su facturación- porque no tenían la capacidad de asegurar un acabado concreto en sus cafés al extranjero.

En cambio, con las cápsulas "el café siempre sale igual, lo haga quién lo haga", y esto los anima a hacer un apuesta firme por el mercado exterior que prevén que disparará su volumen de negocio un 30% en los cercanos tres años, hasta los 12 millones de euros. El objetivo es hacerse un lugar en países como el Reino Unido, Portugal, Francia, Alemania, Suiza y Croacia.

En el caso de Saula, que nació al Arrabal de Barcelona pero desde el 1974 tiene su sede en Sant Feliu de Llobregat (Baix Llobregat), las cápsulas traen ya tres años de recorrido. No obstante, su director general, Lluís Saula, detalla que sólo fabrican tres millones de unidades anuales y que, por ahora, no tienen intención de expandirse internacionalmente. "En su momento nos centramos en la hostelería de alta gama. Supimos encontrar un nicho de mercado", recalca el empresario, que apunta que su deseo es seguir ganando terreno en este segmento y no crecer exponencialmente. Aún así, este año prevén crecer un 6% y llegar a los 10,6 millones de euros de facturación, y de cara a los próximos ejercicios cuentan con mantener un ritmo similar.
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