El sexo mueve el mundo (y millones de euros)

La industria de la pornografía se reinventa para explotar el negocio a Internet mientras sigue viviendo a la sombra de los tabúes y la desprotección laboral de sus protagonistas

Que la industria del porno mueve millones se da por supuesto. El sexo mueve el mundo, pero también millones de euros. En casa nuestra, concretamente alrededor de 400 millones de euros. A falta de cifras oficiales, Juli Simón, director del Salón Erótico de Barcelona -que se celebra esta semana- calcula que el sector da trabajo en unos 500 trabajadores y aglutina 30 empresas, un tercio de las cuales son catalanas.

Actualmente el cine erótico como tal ya no existe en España, ya no se hacen películas, el que se hacen son escenas que se filman por su distribución y consumo por Internet. Hay dos tipo de empresa: las productoras que a la vez son empresas tecnológicas que distribuyen por Internet y, también, artistas que crean sus propias producciones y las venden fuera, sobre todo en los Estados Unidos o Alemania. Aparte del producto clásico, pero, también hay un gran negocio con el sexo por webcam "que es un filón para muchas empresas tecnológicas especializadas, hay que tienen miles de personas para interactuar con el público con contenido de cariz sexual", según dice Simón.

Una de las actrices que ha conseguido hacerse un nombre en esta industria es la madrileña Amarna Miller, a quien el spot del Salón Erótico ha acabado de hacer conocida para el gran público. "Si emprender en España es complicado, imagina hacerlo en el negocio de la pornografía, que tiene un estigma muy grande", explica a VÍA Emprendida. La actriz lamenta que las herramientas que normalmente utilizan todos los emprendedores en la red, quedan limitadas en este sector. "PayPal, YouTube o Vimeo no permiten nada que tenga que ver con la pornografía", recuerda. Esto, explica, hace que las pocas plataformas de pago que lo admiten, como CCBill, tengan "unos porcentajes increíbles de comisión. O facturas mucho desde el principio o no es rentable".

El vídeo promocional del Salón Erótico, con Amarna Miller, ha sido un fenómeno viral.


El trabajo actual
"La gente cree que en el porno tenemos bañeras llenas de dólares y estamos allá nadando, pero es totalmente falso", reivindica Amarna Miller. De hecho, sobre los niveles de remuneración, descarta dar cifras concretas pero constata que "cobramos infinitamente menos del que merecemos por el trabajo que estamos haciendo y del que se percibía hace 10 años".

"Antes una película la veías y la guardabas y duraba años. Internet ha hecho que la necesidad de renovar los contenidos en la red se dispare para mantener la cuota de mercado", dice Simón. Esto quiere decir que se necesitan muchos contenidos, una demanda que España, "un país con muchos productores, actores y directores" es capaz de satisfacer, explica el director del Salón.

Multinacionales como Kink o Brazzers se han fijado en el trabajo del país y "cada vez compran más y se llevan muchas escenas" de España, pero también de la República Checa o Hungría. Y esto es así porque "aquí encuentran una buena calidad, porque hay una industria bastante grande y porque el mercado nacional no puede absorber todo el que se produce", afirma Simón.

A pesar de todo, desde la posición de los protagonistas, Amarna Miller denuncia sus deficiencias. "En España hay un marco legal muy reducido donde acogernos, básicamente porque no hay ninguna asociación que nos permita negociar a escala sindical o de convenio colectivo". Reivindica la legalización y regulación del trabajo sexual como un primer paso imprescindible para garantizar sus derechos laborales, ahora prácticamente inexistentes. "No puede ser que nos hayamos de pagar nosotras las pruebas médicas para garantizar que estás sano para rodar", lamenta. En este sentido, Simón reivindica un indicador estadístico por las empresas del sector "que haría mucho más fácil obtener cifras oficiales".

El impacto de Internet
La tecnología ha impactado con fuerza la industria del cine erótico y lo ha transformado radicalmente. "Empezamos con el VHS y después el DVD, en una época en que el sector era muy potente y estaba muy concentrado, con un star system muy pequeño", dice Simón.

Si antes había una "dictadura de la oferta" y todo el que salía al mercado se vendía sin ningún tipo de problema, con la aparición de la red "se ha dado la vuelta a la situación y ahora es la demanda quien manda", explica Simón, "vivimos la dictadura del clic". El director del Salón relata que, si hace años el perfil más tecnológico de una empresa dedicada al porno era "la persona que encajaba los DVD's", ahora, en cambio, estas empresas dan trabajo a ingenieros, diseñadores web y el análisis de las tendencias en tiempo real es el día a día del sector. "Se analiza qué quiere el consumidor: rubia, gay, bdsm, el que sea, con la información que se recoge para satisfacer la demanda", afirma Simón.

Una visión que precisa la actriz, por quien la industria sigue escuchando sólo un tipo de consumidor. "El único perfil que paga por el porno es el de un hombre blanco, con una sexualidad normativa, heterosexual y que vive en Occidente. Es una parte muy pequeña de los usuarios potenciales, pero cómo que es el único que paga, es el único que decide el que se está produciendo", asegura. La actriz reflexiona sobre la habitual acusación de machismo a este tipo de cine: "Tiene todo el sentido del mundo que lo sea", atendiendo a quien paga para consumir.

Miller recuerda que el resto de la población "es la que consume a través de los tubers de manera gratuita y no está apoyando a las productoras alternativas, que existen. Hay porno hecho por y para mujeres, por y para lesbianas o transsexuals. El que tenemos que hacer, si queremos cambiar la industria, es empezar a pagar por las compañías que están rodante cosas nuevas y que no pueden subsistir porque no los pagamos el trabajo".

Una industria monopolizada
Sobre el modelo de negocio actual del sector, Miller se muestra convencida que el problema rae en "un monopolio muy grande por parte de MindGeek, que controla el 90% de las productoras mainstream". Además, añade, "también domina los tubas como youporn, xhamster, xtube y todas las plataformas de distribución gratuita de contenidos". Según el activo, "el porno gratuito es una estrategia de marketing. La misma compañía se une a la piratería porque no puede luchar".

La última edición del Salón Erótico acogió 20.000 visitantes y 84 expositores. Cedida


El funcionamiento, según ella, es el siguiente: "Tienen millones de vídeos, ponen una parte gratuita a los tubers y redirigen el público objetivo a la página principal donde se harán miembros y pagarán dinero". La actriz asegura que el cine convencional "todavía no ha asumido y sigue luchando contra la piratería. En cambio, el porno ha descubierto que en lugar de luchar contra las descargas ilegales, te tienes que unir y redirigir el público que quiera pagar para tener aquella escena en HD o tenerla completa en lugar del trailer".

El futuro del sector
A mediados de los 2000 había la tendencia de "rodar las cosas más extremas", recuerda Miller. Llegó un momento, pero, que "la gente no se sentía identificada con el producto porque nunca harían aquellas prácticas ni las personas que lo hacían eran creíbles. Chicas recautxutades, hombres súperforçuts y extradotats... son modelos que no están basados en la realidad", reconoce Miller.

Entonces apareció la productora X-Arte, "fue un antes y uno después. Se fue a la otra banda y empezó a rodar escenas muy románticas con un estilo muy natural que triunfó hasta ser número 1 de la industria". Había nacido el glam core. Ahora ya "hemos llegado a una estabilidad entre las dos bandas", dice la actriz, e insiste en la necesidad de entender que hay que pagar por el producto de "pequeños emprendedores que ruedan cosas nuevas". Sea como fuere, Juli Simón destaca que "la industria del porno ha estado de las que más apuesta y más se ha adaptado a las nuevas tecnologías". El futuro del sector, apunta, pasa por el 3D y la realidad virtual.

El Salón Erótico, un referente internacional
La feria dedicada en el cine erótico ya es un salón veterano, hace 24 años que se celebra y ha evolucionado de la mano del sector. Empezó como un festival de cine erótico, pero el 2009 cambió de nombre al actual para acontecer "el palo de pajar de la industria a nuestro país", dice Simón. "Estamos orgullosos de dar a conocer el porno, pero también damos entrada a otros muchos subsectors de la industria y la cultura del país", afirma el director del salón y recuerda que Empar Moliner, Roser Amills o Luís Berlanga han colaborado como jurado al acontecimiento.

El Salón se reivindica como la punta de lanza del sector y aglutina "la parte artística, empresarial, industrial y de conexión entre el público y profesionales", yendo más allá que sólo el cine e intentando que todas las preferencias sexuales se sientan representadas. La última edición acogió 20.000 visitantes y 84 expositores, "hemos recuperado las cifras previas a la crisis gracias a la reconversión que hemos hecho", afirma Simón.

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