La autoexclusión española de la patente unitaria europea

El Gobierno español renuncia al nuevo sistema europeo de registro de patentes porque el castellano no consta

Catalunya concentra un 34 % de las patentes solicitadas a España | iStock Catalunya concentra un 34 % de las patentes solicitadas a España | iStock

En medio del ruido político y mediático de estos días en torno a la lengua, ha pasado muy desapercibida la renuncia del Gobierno español al nuevo sistema europeo de registro de patentes porque el castellano no se podía usar junto al inglés, el francés y el alemán.

El poder blando de la lengua

El llamado soft power (el poder blando) es una práctica que conceptualizó hace relativamente pocos años el profesor JS Nyer Jr. Este definió el poder blando como "la habilidad de obtener lo que quieres a través de la atracción antes de que a través de la coerción o de las recompensas". Y lo propugnaba para la política exterior norteamericana, entonces inmersa en la Segunda Guerra del Golfo.

La teorización fecha de 2004, pero la práctica proviene de mucho antes. Por la caída de después de la Seguna Guerra Mundial. En Estados Unidos, Hollywood y la industria discográfica son dos de los ejemplos más conocidos de este poder blando. Por no hablar de los esfuerzos de la CIA por poner las artes plásticas norteamericanas y la ciudad de Nueva York al frente de la vanguardia mundial del arte y superar la hegemonía de París y de Europa en el arte occidental. El american way of life -el sueño americano-, ha acontecido durante décadas sinónimo de progreso y bienestar para la inmensa mayoría del mundo. La hegemonía del imaginario colectivo de matriz norteamericana en todo el mundo capitalista durante décadas ha contribuido enormemente a aceptar el liderazgo de Estados Unidos sin oposiciones muy efectivas hasta comienzos de este siglo.

Desde los romanos, la hegemonía lingüística ha sido una forma clara de ejercer el poder

Es curioso que Nyer deja la lengua, el inglés, fuera de su conceptualización del poder blando. Quizás porque la comparte con la antigua metrópoli y el resto de las excolonias británicas. Pero al menos desde los romanos, la hegemonía lingüística ha sido una forma clara de ejercer el poder. Felipe V y todos sus sucesores también lo han tenido muy claro en relación con Catalunya.

El catalán, un estorbo para Madrid

El Gobierno "no nacionalista" español también lo tiene muy claro. Mientras la reina abría una delegación de la Instituto Cervantes en el Senegal -quizás porque los inmigrantes que lleguen con patera ya lo hagan muy preparados-, en Madrid se conseguía con penas y trabajos un agujero para el catalán y el resto de lenguas cooficiales en la regulación de los nuevos reyes del audiovisual, las plataformas cinematográficas. Una pequeña rendija que tendremos que convertir en la falca para configurar, además, un imaginario colectivo propio, que desde la aparición de las televisiones privadas se ha ido adelgazando de mala manera. Y si no, que lo pregunten a esta generación Z, que sabe catalán, pero que ha dejado de utilizarlo.

Como decían desde el Gobierno español, no es que tengan nada contra del catalán. Lo que pasa es que con la nueva legislación se pretende crear la mejor pista de aterrizaje para que las plataformas hagan de España -es decir, de Madrid- un centro mundial de producción audiovisual. Y, evidentemente, cuanto menos exigencias y estorbos, mejor. Y el catalán, en el mejor de los casos, es esto, un estorbo para Madrid. El castellano, o español, no hay que decirlo, es la normalidad invisible y descontada por cualquiera que quiera operar en España.

Marcas y patentes entre Alicante y Madrid

La moderna relación entre España y las marcas y patentes en Europa tiene una dilatada trayectoria. En 1994, y dentro de la repartidora de sedes europeas de segundo nivel, España consiguió que se le adjudicara la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), que ubicó en Alicante: "la mejor terrilla del mundo" acontecida desde hace décadas la playa de Madrid.

Desde Alicante se gestiona el registro de marcas de la UE y de diseños comunitarios registrados

Desde Alicante, pues, se gestiona el registro de marcas de la UE y de diseños comunitarios registrados. Se estima que unas 800 personas trabajan de forma directa o indirecta alrededor de esta oficina que registra anualmente 135.000 marcas y borde a 100.000 imágenes o anagramas corporativos.

Aun así, es en Madrid donde está la delegación española de la Oficina Europea de Patentes (OEP), que es un organismo privado que incluye hasta 38 países, incluidos algunos de fuera de la Unión Europea y de la misma Europa. Hasta ahora, una patente europea se puede pedir a la OEP, que lo acepta o la deniega. Si lo acepta, después hay que validar y pagar a cada uno de los países donde se quiere obtener protección jurídica para la patente en cuestión.

La patente unitaria, que se prevé que empiece a ser operativa el año que viene, pretende simplificar los trámites de protección de la propiedad intelectual en la UE o, cuando menos, en los países que se adhieran. Cuando alguien pida una patente unitaria, automáticamente quedará validada en todos los estados adheridos mediante un único pago. Parece que estarán todos, excepto Polonia -un fijo en estas excentricidades europeas- Croacia y España.

Més info: Liberar patentes: la industria farmacéutica rompe el discurso "populista"

Por otro lado, para empresas de Estados Unidos o de China, los grandes generadores de patentes mundiales, junto con Alemania, será mucho más fácil conseguir protección europea con una sola gestión que no teniéndolo que hacer estado por estado europeo.

Catalunya concentra un tercio de las patentes españolas

Como casi siempre, la posición de España en estos ámbitos vinculados a la innovación es poco destacada, a pesar de que Catalunya sí que despunta entre la mediocridad general. España se sitúa alrededor de la quincena o decimosexta posición mundial en términos de generación de patentes, por debajo de Italia y de los Países Bajos y apenas por encima de Bélgica y sus once millones de habitantes. Catalunya concentra alrededor de un 34% de las patentes solicitadas en España, seguida por Madrid con un 19%. Los sectores que demandan más patentes son el farmacéutico, el del automóvil y de la tecnología médica.

Los laboratorios Esteve, la UAB y el Instituto de Ciències Fotòniques son las empresas y organizaciones catalanas que registraron más patentes en 2019. En España, el organismo público de investigación -el CSIC-, Telefónica y Tecnalia, estrechamente vinculada al Gobierno vasco, son los principales solicitantes de patentes europeas.

Barcelona podía aspirar a captar alguno de los organismos europeos, en este caso vinculados a las patentes

Como en el caso del EUIPO de Alicante y tantos otros, Barcelona podía aspirar a captar alguno de los organismos europeos, en este caso vinculados a las patentes. Con el Brexit, hay que buscar nueva ubicación en la oficina de Londres del Tribunal Unificado de Patentes, que actúa en el ámbito farmacéutico. El autoexclusión de España de la patente unitaria europea, una vez más, perjudica decisivamente las aspiraciones catalanas.

Las pymes, también esgrimidas como excusa para atrincherarse en la defensa del castellano, tendrán que pedir una patente española y presentar -eso sí, en inglés, francés o alemán- una patente europea. Doble trabajo que sus competidoras europeas. Y es que aquello de los supuestos 500 millones de hablantes, en términos de patentes, no parece que cuente mucho.

Afortunadamente, hoy en día la innovación va mucho más allá de las patentes y marcas. Los modelo de negocio -sean de Amazon, de Zara o de Glovo- no se pueden patentar. Las aplicaciones del móvil, tampoco. Barcelona figura entre las primeras ciudades de Europa en términos de innovación y de empresas emergentes. Como en tantos otros aspectos, sin el apoyo de un estado o, directamente en su contra. Imaginémonos donde podríamos llegar con un estado a nuestro favor.

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