Grandes citas deportivas: impacto económico o gol en propia puerta?

Las ciudades se pelean para ser la sede de acontecimientos deportivos internacionales, en busca de proyección internacional y de beneficios para su sector productivo

Qué tienen los grandes acontecimientos deportivos que hacen que tantas ciudades se peleen para conseguirlos? muy gestionados, con previsión y sin estirar más el brazo que la manga, unos Juegos Olímpicos, unos Mundiales o un torneo de prestigio pueden ser una máquina de hacer dinero y de dar proyección a las ciudades que los acogen. "Si están muy organizados y calculados generan un regreso muy importante en ingresos directos e indirectas", resuelve Carles Murillo, Catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Pompeu Fabra y director del Máster en Gestión y dirección del Deporte.

Pero hay que ser muy esmerados o la investigación del deseado impacto económico, el "maná" de las grandes citas deportivas, puede resultar mucho indigest. Que se lo pregunten si no en Atenas y sus Juegos Olímpicos de 2004. O un caso reciente a escala más pequeña, el mínimo de 2,7 millones de euros de pérdidas al Mundial de Ciclismo de Ponferrada 2014.

El tenis como activo
Esta semana se disputa el Barcelona Open Banco Sabadell, Trofeo Conde de Godó de tenis, y estas son los datos económicos que se vinculan. Con un presupuesto de 10 millones de euros, se prevé contratar 570 personas para el montaje del torneo, por el cual pasarán unos 20.000 espectadores. Se espera una audiencia televisiva de 28 millones de personas en todo el mundo, y unos ingresos por patrocinios de seis millones de euros, a los cuales suma el millón y medio más de los ingresos televisivos.

Se puede medir el impacto del Godó en clave puramente económica, pero economistas de referencia tienen claro que el más importante es la proyección que este otorga en Barcelona. José María Gay de Liébana, responsable de Economía y Finanzas del Deporte del Colegio de Economistas, apuntaba durante la presentación del torneo que el Godó contribuye a "posicionar" la capital catalana. Joan B. Casas, decano del Colegio, señalaba que el Conde de Godó es "uno de los activos que más contribuye a consolidar la marca Barcelona".

Dinero sobre patines
"Es difícil encontrar un recurso mejor que un acontecimiento deportivo para situar una población en el mapa mundial", apunta Murillo. El caso de Barcelona con los Juegos Olímpicos de 1992 es lo más paradigmático en el ámbito global. Del mismo modo que muchas ciudades intentan replicar "el efecto Guggenheim" de Bilbao a través de la arquitectura y los museos, otras muchas intentan repetir el éxito que tuvo la capital catalana. Pero no hay que acudir a apuestas tan masivas y caras. Reos acogió en octubre de 2014 el Mundial de Patinaje, un deporte minoritario pero en auge. Murillo, que ha liderado el estudio del impacto del Mundial realizado desde la UPF, destaca que fue "un éxito de participación y de organización", cosa que ha "reforzado la ciudad".

Según el estudio de impacto, el acontecimiento supuso una inversión de 85.000 euros y unos ingresos por el consumo de los participantes de 1'7 millones de euros, a los cuales hay que sumar los cerca de 300.000 gastados por la organización (compra de material, publicidad, seguridad, limpieza, etc.). Por lo tanto, el efecto directo del Mundial ha dejado en la ciudad casi 2,1 millones de euros, principalmente en sectores como el comercio, la hostelería y el transporte. Aquí hay que sumar cerca de 3,4 millones más en efectos indirectos e inducidos, con repercusión en ámbitos como los servicios a las empresas, la construcción, el transporte o el comercio. El efecto total se calcula en 5.587.000 euros, cifra muy considerable si se tiene en cuenta que la inversión necesaria y el gasto organizativo no llega a los 400.000 euros.

Capital deportiva del Mediterráneo
Desgranados todos estos números, en Reus hacen un buen balance de su apuesta para acoger el Mundial de Patinaje. Mientras tanto, a la vecina Tarragona tienen expectativas mucho más altas con los Juegos Mediterráneos 2017, de los cuales serán suyo. La ciudad acogerá durante 12 días más de 4.000 atletas, 1.000 jueces y árbitros, 1.000 periodistas, 3.500 voluntarios y 150.000 espectadores. Prevén 100.000 pernoctacions en la ciudad y su área de influencia. El impacto total de la actividad económica que generará los Juegos en efectos directos, indirectos e inducidos por la inversión en construcción y turismo se calcula en 862 millones de euros. En estos dos sectores se esperan crear 11.550 nuevos puestos de trabajo.

La organización calcula un impacto fiscal de 130 millones de euros en impuestos directos (IRPF, Sociedades, Cotizaciones Sociales) e indirectas (IVA) además de un ahorro en gastos de paro. La inversión directa es de 39 millones de euros repartidos entre Ayuntamiento, Generalitat y Diputación, en instalaciones que incluyen una nueva piscina de 50 metros, un Palacio de Deportes y un estadio de atletismo efímero a la Anilla Mediterránea de Campclar, y la reforma de varias instalaciones ya existentes como el actual estadio de atletismo y el velódromo. Además de Tarragona, los Juegos del Mediterráneo se reparten en 15 suyos más en ciudades como Salou, Cambrils o Vila-seca.

El 4t Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Tarragona, Javier Villamayor, es el responsable político de los Juegos Mediterráneos 2017, la candidatura de los cuales se planteó en época precrisi. "Cuando nos los concedieron, en 2011, la coyuntura económica era mucho más desfavorable, y esto nos hizo tocar de pies a tierra", destaca Villamayor. Desde entonces, la prioridad ha sido "centrarse en el impacto económico que el acontecimiento tendrá en la ciudad y en el territorio", según explica. Es decir, generación de ocupación, fomento y expansión del tejido empresarial y deportivo, y proyección Tarragona como marca en Cataluña, España y el Mediterráneo. "Es un concepto diferente del de muchos de los grandes acontecimientos deportivos que hemos conocido hasta ahora, porque nos basamos al aprovechar las instalaciones que ya tenemos y al ser un proyecto realista y sostenible desde el punto de vista financiero", añade el teniente de Alcalde.

Dejar un legado
La otra gran preocupación del Ayuntamiento de Tarragona es que los Juegos dejen "un legado" a la ciudad. Las instalaciones de nueva construcción o rehabilitadas no pueden convertirse ruinas, cómo ha pasado por ejemplo en Atenas o Pekín después de los respectivos Juegos Olímpicos. "Además de paliar déficits actuales en infraestructuras deportivas, nos tiene que servir para consolidar el Campo de Tarragona como un punto de referencia en turismo deportivo", destaca Villamayor. En el futuro, esperan convertirse en un polo de atracción para estancias de equipos y deportistas.

También quieren usar el acontecimiento como escaparate de su industria, especialmente el polo petroquímico, que es lo más importante del sur de Europa. Las instalaciones de los juegos contarán con los últimos adelantos tecnológicos de las grandes empresas del sector (Repsol, Bayer) en el ámbito de la vivienda y la construcción: aislamientos térmicos, cubiertas y asfaltos "verdes", o nuevas pinturas no contaminantes. La promoción de Tarragona y sus entornos como destino turístico evidentemente también entra en juego, con el objetivo en este caso de desestacionalitzar-se y mostrar otros atractivos (gastronomía, festivales, cultura popular) más allá del patrimonio y del solo y playa. En paralelo a los Juegos, además, se organizarán foros de debate centrados en la industria, el deporte, la salud y el turismo.
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