La supervivencia de la tienda de la Catedral de Barcelona

Después de un 2020 en blanco, el establecimiento ha apostado por la venta online y el interés por los artículos religiosos

La Botiga de la Catedral de Barcelona | Cedida La Botiga de la Catedral de Barcelona | Cedida

La pandemia ha llevado a muchos negocios al límite de su capacidad económica y de resiliencia. Pero también ha habido quien ha sabido encontrar una oportunidad. La tienda de la Catedral de Barcelona ha podido superar los estragos de la crisis de la covid-19, después de un 2020 prácticamente en blanco, gracias a la apuesta por la digitalización y la creciente demanda de artículos religiosos. Poco más de un año después del cambio de rumbo, la empresa, que regentan Íngrid Pi y Bernat Fàbregues, ha podido revertir la situación económica y mira al futuro con optimismo.

"Al inicio de la pandemia, tuvimos que cerrar la tienda durante tres meses y cuando pudimos reabrir nos encontramos sin clientes", explica Fàbregues. A pesar de las iniciales reticencias a la venta online, "vimos claro que era la única salida a la situación y que había que apostar de lo lindo". "Fue un esfuerzo terrible para fotografiar un a uno cerca de 3.000 artículos para subirlos a nuestro web", subraya. "Incluso compramos una caja de luz para hacer las imágenes". Desde el momento que pudieron abrir su escaparate en la red a finales de 2020, las ventas digitales no han parado de crecer y ya representan un 15% del total. El último año han gestionado más 1.500 pedidos online, una cifra que esperan que tenga "un crecimiento exponencial". La digitalización del negocio ha supuesto a la empresa una inversión de 10.000 euros.

La venta online centra ahora parte de la actividad de la empresa que recibe pedidos de diferentes puntos del planeta cada día, de Singapur a Irlanda pasando por los Estados Unidos y Sudamèrica. También desde diferentes lugares de España, uno de sus mercados importantes, sobre todo de Andalucía, la Comunidad de Madrid y las comunidades norteñas del Estado. Pi y Fàbregues asocian la creciente demanda de artículos religiosos a los últimos dos años a la pandemia y los momentos difíciles que mucha gente ha vivido.

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