Qué pasaría si en el Parque Agrario sólo se hicieran alcachofas?

En un contexto en que la verdura ha dejado de ser rentable, expertos del sector defienden que hay que preservar la diversidad de cultivos porque la tierra no pierda productividad

La alcachofa del Prat está de moda y no es gracias a la dieta milagrosa de ninguna famosa del papel couché. Los últimos años, esta hortaliza con Indicación Geográfica Protegida (IGP) se ha hecho un agujero importante dentro de la gastronomía catalana y cada vez son más los adeptos. En este contexto, el aumento de la demanda tanto por parte de particulares como de restauradors, aparece como una oportunidad por los labradores del Parque Agrario del Baix Llobregat, puesto que este producto representa uno de los cultivos más rentables. Pero, que pasaría si todos decidieran dedicarse sólo a hacer alcachofas?

"De alcachofas puede morir el Parque Agrario", ha avisado Carlo Petrini, fundador del movimiento internacional Slow Food, en una conferencia en El Prat de Llobregat. El piamontés, que defiende el consumo responsable fuera de la economía de mercado y la recuperación de la cultura agrícola tradicional, ha asegurado que un monocultivo de alcachofa sería un absoluto "desastre" por el Baix Llobregat y por Cataluña.

Una hortaliza rentable
El Parque Agrario del Baix Llobregat tiene más de 2.000 hectáreas agrarias en activo, un 25% de las cuales están ocupadas por alcachofas. Xavi Oliva, uno de los labradores que trabaja en la zona, explica que esta hortaliza tiene un gran punto fuerte: su rentabilidad.

Cómo que su producción se concentra al arco mediterráneo, no hay tanta competencia como en el caso otros productos que se podrían cultivar en condiciones similares, y esto hace que el precio que reciben los productores sea más alto. Además, añade que los campos de alcachofa atraen pocas aves, con lo cual los labradores se ahorran tener que echarlas.

Sin embargo, puntualiza que cuando se trata de un cultivo intensivo de alcachofa aparecen dos problemas derivados de la presencia de un solo tipo de planta: cómo siempre se absorben los mismos nutrientes del tierra, el suelo pierde fertilidad, y además se favorece el establecimiento de determinadas plagas y hongos. "No decimos no al monocultivo porque sí, el que decimos es que si siempre plantas el mismo el campo se cansa", recalca el labrador.

En la misma línea, el gerente del Consorcio del Parque Agrario del Baix Llobregat, Raimon Rueda, ve un error apostar sólo por la alcachofa porque sería "poner todos los huevos al mismo cesto", y defiende que se haga "un poco de todo a lo largo del año", tal como marca la tradición.


Can Comas, Parque Agrario del Baix Llobregat.

Cómo se puede favorecer la variedad?
"La verdura ha dejado de ser rentable si no es porque hay complicaciones climáticas en otras zonas productoras", lamenta Oliva. Las limitaciones del terreno, el precio de este y las dificultades logísticas son algunos de los factores que encarecen el coste de hacer verduras al Parque Agrario, y que hacen que a los labradores los resulte complicado ser competitivos en precio y ganarse la vida a la vez.

En este sentido, Rueda reivindica el papel de la Administración para intentar disminuir los handicap con que bregan los labradores locales. "No estamos hablando necesariamente de subvenciones, sino de instrumentos para minimizar problemas como los robos, los efectos de la contaminación o el precio del suelo", subraya. Aún así, el gerente admite que faltan recursos y reclama que "se invierta en el territorio agrícola magnitudes similares a las que se destinan a proyectos estratégicos para la economía" como, por ejemplo, el distrito 22@ en Barcelona en su momento.

Precios justos para premiar el valor añadido
En ausencia de inversiones abundantes, Oliva defiende que la vía para favorecer la alternancia al Parque Agrario es que la compensación que se da a los labradores por las verduras tenga en cuenta el "valor añadido" del producto. Es decir, que cuando se compre un tomate no se pague sólo el alimento en si, sino que se premie la tarea medioambiental que hace el productor cultivándolo y los beneficios que esto representa por el territorio en su conjunto, puesto que mantienen el paisaje, hacen de conectores ecológicos, favorecen la biodiversidad y absorben dióxido de carbono.

En su conferencia, Petrini ha asegurado que los únicos que pueden forzar precios más justos son los consumidores a partir de su presa de conciencia. "Una sociedad que no respecto a sus labradores es una sociedad enferma", ha avisado.

En la misma línea, Rueda manlleva una reflexión de uno de los labradores del Parque Agrario a guisa de ejemplo: "Estas últimas semanas, a raíz del mal tiempo ha subido el precio de la verdura y ha habido muchas quejas. Cuando alguien protesta porque una pieza de brécol le cuesta 2 euros, le diría que piense que de allá pueden comer cuatro personas y que tenga en cuenta los meses que el producto se ha pasado en la tierra hasta que llegar a su cocina. Ahora, que lo compare con un café solo que le puede costar 1,10 euros al bar. De verdad el brécol es tanto caro?".

Los mercados de labrador, una vía de sensibilización
Cada vez son más las personas que deciden cambiar la manera de acceder a los alimentos y que deciden comprar en mercados de labrador y agrobotigues sin intermediarios o circuitos cortos de comercialización. Se trata de un ciclo virtuoso: el aumento de demanda hace que haya más espacios de este tipo, y estos espacios sirven de reclamo para muchos consumidores.

Un ejemplo es el Mercado de la Tierra, que desde este año se celebra semanalmente en los Jardines de las Tres Chimeneas de Barcelona de la mano de la Asociación Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán. Desde esta entidad, la Analisa Giocoli explica que en la actualidad participan una veintena de productores que venden frutas y verduras, pero también algunos productos de origen animal.

Los requisitos para poder montar una paradeta son muy simples: los cultivos tienen que ser ecológicos -si no están certificados los organizadores se acercan a las tierras del labrador para ver como trabaja- y los productos de origen animal no pueden provenir de pastos alimentados con piensos transgénicos. Giocoli asegura que el mercado está recibiendo muy buena respuesta por parte de los vecinos, algunos de los cuales ya reservan el sábado para hacer la compra semanal, y reclama que en un futuro se pueda integrar en la Red de Mercados Municipales de Barcelona, puesto que esto los facilitaría el trabajo.
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