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La Tasa Amazon: el último pulso a las tecnológicas

Barcelona vuelve a ser pionera y es la primera ciudad europea que graba el reparto del comercio electrónico

Exterior de un almacén Amazon | iStock
Exterior de un almacén Amazon | iStock
Quie Martín
Economista
Barcelona
30 de Marzo de 2023
Act. 30 de Marzo de 2023

La Tasa Amazon es el último capítulo de la cruzada del Ajuntament de Barcelona contra los gigantes tecnológicos. Este es el último intento de aumentar los ingresos municipales y abordar los problemas asociados con el turismo masivo y la gentrificación.

 

Para entender esta tasa hay que remontarse a la historia reciente de la ciudad condal. Barcelona ha sufrido en los últimos años el impacto de la irrupción de las plataformas digitales, que han desestabilizado algunos sectores y han generado malestar en algunos colectivos. Las protestas de los taxistas y los hoteleros han sido la expresión más visible de esta crisis, pero hay otros gremios afectados, como los pequeños comerciantes, que ven en esta medida un rayo de esperanza.

La propuesta de la Tasa Amazon fue presentada por el Ajuntament de Barcelona en julio de 2021, y en septiembre de ese mismo año la Generalitat de Catalunya anunció que trabajaría en una propuesta de ley para establecer una tasa a nivel regional que afectaría a las grandes empresas digitales que operen en toda Catalunya, no solo en Barcelona. Finalmente, la tasa llega a dos meses de las elecciones, antes incluso de lo que esperaba el gobierno municipal.

 

La medida grava con un 1,25% las ventas en línea de estas empresas que facturen más de 200 millones de euros anuales, y un millón al año en la capital catalana

El objetivo es garantizar que estas empresas tecnológicas contribuyan de manera proporcional a la financiación de los servicios públicos que utilizan para operar en la ciudad, así como compensar los efectos negativos que pueden tener en el comercio local y en el uso del espacio público. La idea es que paguen su parte justa de impuestos donde generan beneficios, no solo en países con bajas tasas impositivas, contribuyendo al bienestar común, en línea con los principios de justicia fiscal y redistribución de la riqueza. 

La alcaldesa Ada Colau señalaba que "el modelo Amazon es insostenible tanto en términos sociales como ecológicos. Para efectuar entregas masivas a domicilio, las grandes compañías de comercio electrónico llenan las ciudades de coches, congestionando las calles, contaminando el aire y poniendo en riesgo el comercio local. Su modelo se sustenta en el trabajo mayoritariamente precario y, a menudo, ni siquiera pagan impuestos allá donde operan”.

De acuerdo con el cálculo hecho por el ayuntamiento, un total de 26 empresas postales en Barcelona tendrán que pagar un impuesto. Entre ellas, cinco concentran el 62% del volumen de negocio de la ciudad, siendo Amazon la que lidera el grupo. Además de éstas, se encuentran otras plataformas como DHL, Seur o UPS. Si alguna firma subcontrata la actividad a otras empresas o personas autónomas, la tasa también se aplicará, pero la responsabilidad de pagarla recaerá en el operador postal.

Colau: "El modelo Amazon es insostenible tanto en términos sociales como ecológicos"

Este impuesto convierte la capital catalana en la primera ciudad española en recaudarlo. Se espera que genere unos ingresos de 2,6 millones de euros para las arcas públicas, una cantidad que se ha determinado después de calcular cuánto se aprovecha el espacio público.

La medida, que grava con un 1,25% las ventas en línea de estas empresas que facturen más de 200 millones de euros anuales, y un millón al año en la capital catalana, ha levantado ampollas entre los defensores del libre mercado y ha sido celebrada por aquellos que ven en ella una herramienta para combatir la evasión fiscal y proteger el pequeño comercio. Pero ¿realmente es la solución o se trata de un problema más?

¿Solución o problema?

La medida no está exenta de polémica. Esta propuesta ha generado cierta controversia entre las empresas afectadas y algunos sectores empresariales y políticos, que argumentan que la tasa podría afectar negativamente la inversión y el empleo en la ciudad. Como todas, tiene pros y contras.

Los detractores de la Tasa Amazon alegan que es posible que afecte a las pequeñas empresas que dependen de plataformas digitales para su supervivencia. Al limitar su actividad, se limitaría también la oportunidad de hacer negocios. Esta tasa podría obligar a Amazon (y al resto de compañías) a reducir el número de vendedores en su plataforma, y a limitar su actividad en la capital catalana.

Además, es posible que esta medida desincentive a las empresas tecnológicas de invertir en Barcelona. Éstas podrían optar por retirarse de la ciudad o reducir su presencia, afectando la economía local. Una menor inversión y una reducción del emprendimiento en el sector digital, sin duda, afectaría la competitividad de las empresas.

La medida no está exenta de polémica. Esta propuesta ha generado cierta controversia entre las empresas afectadas y algunos sectores empresariales y políticos.

La idea es que sean las empresas las que asuman el coste del impuesto. Sin embargo, este impuesto podría terminar siendo transferido a los consumidores a través de un aumento en los precios. Este incremento podría tener un efecto disuasorio en el consumo en línea, reduciendo el gasto total de los consumidores y afectando, de nuevo negativamente, a la economía de la ciudad condal.

Así lo reflejó Francisco Aranda, presidente de la patronal UNO, a través de un comunicado, en el cual afirmó que este impuesto es un “tributo discriminatorio y una medida antisocial, que justo llega en medio de la incertidumbre y la tensión económica a nivel mundial”. A esto, Aranda añade que la medida “incrementa los costes de un servicio de interés económico general y reduce la posibilidad de venta de empresas minoristas ya sean grandes, medianas o pequeñas. En este orden de idea, se verán obligadas a asumir mayores costes o a trasladarlos a sus clientes”.

El hecho de incorporar nuevos costes a una empresa, indica Aranda, lo que hace es perjudicar las compañías y por tanto, frenar la creación de oportunidades de ocupación. Esta medida, siempre según el presidente de UNO, “provocaría al final, una ralentización de la recuperación económica”.

Aranda: "Es un tributo discriminatorio y una medida antisocial"

Los defensores, por su parte, argumentan que se trata de una forma de equilibrar la balanza entre las empresas tradicionales y las digitales, y de hacer frente a la elusión fiscal de estas últimas. Consideran, es una forma legítima de hacer que estas empresas contribuyan más al bienestar de la ciudad y reducir las desigualdades que generan, aumentando los ingresos del municipio.

Esta medida podría ayudar a controlar la actividad de las grandes empresas tecnológicas en Barcelona, fomentando una mayor competencia en el mercado, y permitiendo a los pequeños comercios y negocios locales competir en igualdad de condiciones con los gigantes tecnológicos.

Barcelona no está sola 

El Ayuntamiento ha optado por una vía intervencionista que no está exenta de riesgos y que ha sido criticada por algunos sectores. Sea como fuere, es importante tener en cuenta que la Tasa Amazon no es una medida aislada, sino que forma parte de un debate global sobre la tributación de las empresas digitales y su contribución proporcional a la financiación de los servicios públicos. Es más, está de acuerdo con otras iniciativas que buscan una mayor justicia fiscal y una economía más equitativa. La Unión Europea, por ejemplo, está estudiando la implementación de un impuesto sobre los servicios digitales que garanticen una mayor justicia y equidad fiscal.

La Tasa Amazon no es una medida aislada, sino que forma parte de un debate global sobre la tributación de las empresas digitales y su contribución proporcional a la financiación de los servicios públicos

En definitiva, la propuesta de es un símbolo más de la pugna entre la globalización y el proteccionismo, entre el mercado y el Estado, entre el libre comercio y la regulación. Un debate que está lejos de resolverse y que seguirá dando que hablar en los próximos años. Por el momento, no es ni la solución ni el problema. Es una medida que deberá seguirse de cerca y que, no cabe duda, ha puesto el foco en un debate de largo recorrido: el papel de las grandes empresas tecnológicas en la economía global y su relación con los estados y los ciudadanos.