Un sindicato por los robots?

La cuarta revolución industrial afectará también las reivindicaciones laborales y la estructura y organización de las asociaciones de trabajadores

La robotització también afectará la manera de trabajar de los sindicatos La robotització también afectará la manera de trabajar de los sindicatos

La cabeza de Ford Motor Company, Henry Ford II, y uno de los líderes del sindicato United Automobile, Walter Reuther, visitaban juntos una de las fábricas más automatizadas de Ford en los Estados Unidos. Era en 1953. El empresario preguntó al sindicalista cómo conseguiría que aquellos robots pagaran la cuota del sindicato. Mientras andaban por los pasillos de la planta, Reuther le respondió: "Henry, yo el que me pido es, como hará usted que estos robots le compren sus coches?".

Esta conocida anécdota es sólo uno de los ejemplos de la guerra que el trabajo y las máquinas luchan desde hace años. Este conflicto se ha acontecido en cada revolución industrial y hasta nuestros días. Ahora, la cuarta revolución industrial amenaza de nuevo millones de lugares de trabajo –o su fin, como auguraba Jeremy Rifkin-. Cómo serán los sindicatos de la cuarta revolución industrial? Cómo será la reivindicación sindical cuando a las plantillas haya robots? Para hablar sobre las consecuencias de estos cambios en el trabajo y el sindicalismo, la UGT de Cataluña ha organizado el Foro 1 de Mayo: el sindicalismo como contrapoder.

Según datos del sindicato, hasta el año 2020 la robótica barrerá cinco millones de lugares de trabajo. La OCDE augura que en el Estado español el 12% de los lugares de trabajo estarán amenazados y será el tercer país europeo más afectado por la automatización.

El trabajo persiste
Los sindicatos del futuro se manifestarán porque los robots coticen a la Seguridad Social? El líder de la UGT, Josep M. Álvarez, ya propuso el año pasado que los robots que desplacen traballadors paguen impuestos a las arcas públicas para mantener el sistema de pensiones. Una propuesta que ya había contemplado el Foro de Davos y que permitiría redistribuir los beneficios que comporta esta revolución tecnológica que prescinde de mano de obra. Las cotizaciones, pero, todavía no está claro como se calcularían.

Por el profesor de ética empresarial de la IESE, Ricardo Calleja, "entre apocalípticos y optimistas, prever el futuro es imposible. Siempre se ha temido la destrucción del trabajo y el auge del ocio, pero todavía trabajamos de sol a solo y cobrando para sobrevivir".

El vicepresidente del clúsiter de la automoción de Cataluña y extreballador de Seat, Juan Ramon Rodríguez, afirma que "en una de las líneas de producción de Audi en Alemania hay un robot que abraza los trabajadores. Por qué? Porque nadie tiene que sacar nada a nadie, la máquina no tiene que robar el trabajo al humano".

Rodríguez augura que "los robots acabarán con los lugares de trabajo menos calificados, el reto del futuro será formar esta población y que su talento sea clave". Coincide con el parecer de Calleja cuando dice que "el objetivo no será darle a la gente un trabajo, sino que sean empleables. La formación que ofrece el ZOCO y los sindicatos ya es antigua y no será válida en el futuro". Por este motivo el vicepresidente del clúster cree que uno de los retos de futuro de los sindicatos será hacer presión por una mejor formación.

La contrapartida, pero, es que "la digitalización mejora la salud laboral", afirma Rodríguez: "En una mina, en una fundición o en una estampación yo pondría sólo robots. Hay empresas que han aumentado lugares de trabajo poniendo robots, contratando programadores, planificadores, ingenieros, etc."

El sindicato del futuro
Se tiene que tener en cuenta que la actividad sindical siempre ha sido muy presente a la industria y ha sido tradicionalmente más fuerte al sector primario que en otros sectores como por ejemplo los servicios. Las grandes empresas son grandes planteles de afiliados por los sindicatos. Si el número de trabajadores de la industria decae, los sindicatos también perderán pes y poder. Y por eso se tendrán que autoanalitzar para adaptarse.

La cuarta revolución industrial transformará el trabajo humano. Por Calleja, "en épocas de cambio es importante ver aquello que no cambia: el trabajo permanece, se transforma, pero no desaparece". En este sentido el profesor apunta que los sindicatos tendrán que observar e identificar "qué aspectos del trabajo de las personas son los que se tendrán que proteger o también la manera en que el trabajador hace su trabajo o se relaciona con las empresas" para redefinirlo.

Por el profesor del IESE la digitalización disolverá la relación típica entre capital y trabajo. Se impondrá la eficiencia del trabajo colaborativo por encima de la actual dependencia jerárquica: "Así, alrededor de la fábrica se genera un en torno a trabajadores por cuenta propia que trabajan y se encontrarán fuera de las murallas de los derechos laborales – y este es un reto de los sindicatos que tienen que cambiar de mentalidad. El trabajador no será sólo un empleado, sino el que trabaja, dentro o fuera de una organización". Esto, con la consecuente dismininució de sus ingresos por afiliaciones, porque los autónomos son un colectivo que "le cuesta más afiliarse".

Calleja apunta que en el futuro el capital principal serán la formación y las conexiones; y en el caso de los trabajos de menos calificación las diferencias se dispararán. A la vez, las estructuras dentro de la misma empresa y la manera de mandar y, por lo tanto, de retribuir e incentivar el trabajador, también variarán.

En último lugar, la relación entre los mismos empleados cambiará porque para muchos desaparece el puesto de trabajo físico, "cosa que tiene consecuencias en el asociacionismo y la creación de estados de opinión". Calleja también cree que el repunte de la inestabilidad laboral "a la vez afecta la socialización, la organización de las personas, el compromiso social y ciudadano, para no hablar de la estabilidad familiar o la salud". Las consecuencias de la nueva revolución industrial sobre el trabajo en las empresas en que los valores sociales de los trabajadores –y el sindicalismo- tengan una sólida implantación, serán muy diferentes de las empresas donde imperio el individualismo.

"Si esto es bueno o doliendo lo veremos con el hecho de si este trabajo es un trabajo digno. Hay que añadir que, a la vez, estos cambios afectarán gravemente la manera como se puede lograr la dignidad en el trabajo", y aquí los sindicatos tendrán que afilar el ingenio y conseguir que las personas sean el centro de la industria 4.0. O quizás cuando las máquinas tomen conciencia y se rebelen también fundarán un sindicato.

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