¿Cuánto vale tu intimidad?

La preservación de la intimidad en la era digital es un ángulo oscuro

Cómo preservar la intimidad en la era digital | iStock Cómo preservar la intimidad en la era digital | iStock

De repente, sin manipular el móvil, salta una publicidad de la radio antípoda a la que escuchas habitualmente. Invade tu intimidad y pica donde duele más con mensajes que nunca querrías escuchar. Es una prueba evidente de que algunos aprovechan las nuevas herramientas digitales al servicio de cosas por las que no fueron creadas. Algunas estrategias  requieren importantes ajustes.

La consulta hecha en el ChapGPT de Elon Musk sobre el tema no me permitió sacar ninguna conclusión. Inmediatamente después envié un tweet y algunos colegas expertos me respondieron amablemente. Se trata, me decía uno, ”de una campaña de adwords definida de acuerdo con la segmentación de perfiles”. Es decir, en alguna lista de direcciones que se compran y venden aparecen la emisora favorita, los periódicos, las revistas, los libros, los podcasts,..., vamos, mi perfil con las fuentes de información. "Lo más probable, escribe otro, es que la emisora antípoda haya puesto en marcha una campaña de publicidad, cuyo objetivo consiste en captar seguidores de la competencia". Un tercero me envía un artículo excelente que explica cómo desconectarse de esta GEO codificación. En el artículo de referencia, se ilustra el mecanismo por el que Google deja de recoger información sobre la actividad del propietario de un smartphone. Desde este dispositivo, es necesario ir a la página “mi actividad”, pulsar “controles de la actividad de tu cuenta” en el menú lateral, pulsar la opción “actividad en la web y en aplicaciones” y desactivar el interruptor . Si se quiere volatilizar la información histórica que Google posee de una persona a través de su móvil, será necesario acceder a la sección “eliminar actividad por”, e inscribir la fecha a partir de la cual uno quiere ser invisible. Así de sencillo. Si no se realiza este ejercicio, el perfil corre libre por defecto (como detalla Jordi Gisbert en este artículo).

Sólo cuando el smartphone está apagado o activado el modo avión se evita todo tipo de rastreo. De lo contrario, la persona es fácilmente GEO localizable a través de cualquiera de las aplicaciones que utiliza.

Yo y mi circunstancia

Muchos no sabríamos vivir sin el móvil al lado. Las reuniones. Las referencias. Los cumpleaños. El tiempo. El dato preciso. El mejor recorrido. La Wikipedia del interlocutor. La facturación y la radiografía de la empresa. La evolución de la bolsa en el minuto.... El yo y la circunstancia de Ortega y Gassset. Se ha creado una dependencia vital, a medida que determinados servicios ejercidos por otros profesionales recaen sobre cada uno. Este aparato, por el que pagas el hard y no el soft, se ha convertido en el retablo de las maravillas contemporáneas. En el entremés de Miguel de Cervantes del mismo nombre, publicado en 1615, los protagonistas abren al público la caja de sus títeres y comienzan a reírse del fallecido y de quien lo vela.

El uso de los datos requiere el consentimiento específico e inequívoco del usuario, no sirve que lo haya hecho de forma tácita

Las compañías que recogen información y gestionan sus datos personales siguen habitualmente los códigos de protección de datos y garantía de los derechos digitales de los individuos: saben que desde la transposición de la legislación comunitaria sobre la materia en 2018, el uso de los datos requiere el consentimiento específico e inequívoco del usuario; no sirve que lo haya hecho de forma tácita. El objetivo es que las empresas que adquieren la valiosa mercancía desarrollen servicios útiles. IBM, por ejemplo, cuando se refiere a la gestión de los datos, menciona la agilidad, la eficacia, la resistencia, la confianza, la escalabilidad, el cumplimiento de objetivos de gobernanza, la automatización y la aceleración de la implementación.

Ésta es la norma. Pero hay casos en los que no se han preservado ni mucho menos los derechos digitales de las personas. Por ejemplo, en Cambrigde Analytics, una empresa británica creada en 2013 por Steve Bannon con inversores trumpistas, dedicada al análisis y minería de datos. Firmó un convenio con Facebook para realizar estudios de perfiles de individuos. Ésta le permitiría acceder a usuarios que habían aceptado participar en el estudio científico. Pero cometió dos errores gravísimos. El primero, servirse de clientes que habían dado su consentimiento para acceder a más de 80 millones que no habían dado su permiso. El segundo, en vez de utilizar los datos para la investigación, como estaba previsto, acabaron vendiéndolos a otros clientes para fines comerciales y políticos. Los patrones psicológicos de los individuos que se habían dibujado, uno por uno, eran muy valiosos para venderles un producto u opción política. La consecuencia por Cambrigde Analytics fue su desaparición en 2018; por Facebook, las pérdidas millonarias y el cambio de nombre de la marca. Traicionaron la confianza a gran escala. 

En la práctica comercial y publicitaria, las empresas que desarrollan labores de intermediación en la compra-venta de datos, las list brokers, están muy controladas y adquieren un compromiso estricto; sin embargo, aunque están previstas fuertes sanciones en caso de no cumplir la normativa, nos preguntamos si este caso fue la excepción o la punta del iceberg.

Rastrear el móvil

La Dirección General de Tráfico dispondrá en breve de un sistema a través de la nube para conocer en tiempo real la ubicación de cada vehículo. Los datos serán confidenciales. La DGT sólo podrá utilizarlas a efectos estadísticos. Ahora bien, si se presume que existe riesgo por la seguridad vial, la autoridad podrá consultar el dato individual.

Para el seguimiento del Covid, el gobierno rastreó más de 40 millones de móviles y salvó vidas. La localización de los teléfonos está en manos de las compañías telefónicas. Sólo pueden usar legalmente esta información si tratan los datos de forma anónima al servicio de la información estadística y siempre agregada, o si el particular da permiso. Sería lógico que los gobiernos dispongan de datos individualizados cuando se trata del bien común -mejora del tráfico, prevención de pandemias, captura de mafias internacionales, aborto del crimen organizado...- pero, ¿quién define los criterios y las circunstancias? La Unión Europea está avanzando mucho en materia de legislación digital y cada vez acota más el campo, pero todavía queda un largo camino. Una cosa es utilizar la inteligencia artificial en la búsqueda de nuevos clientes y afinar al máximo el segmento al que desea dirigirse una empresa y otra, bien distinta, obligar a un cliente a recibir, sin su permiso, mensajes de productos o servicios, como en este caso, de una emisora antagónica de radio.

Xavier Cremades sostiene que las nuevas tecnologías digitales han llegado para fortalecer el micro poder de los ciudadanos de a pie: “el fundamento de la democracia del diálogo social es el surgimiento del micropoder de los individuos” (Micropoder, la fuerza del ciudadano digital, Cremades, Espasa, 2007 ) Cuando un coche avanza a otro vehículo en carretera, su conductor no puede pulsar el freno, pero, cuando hace la maniobra, debe estar atento para evitar la salida de algún despistado invadiendo el carril. Es lo que se llama el ángulo oscuro; la preservación de la intimidad en la era digital es también un gran ángulo oscuro. Primero habrá que definir bien el derecho y después hacerlo cumplir.

 

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