Barça: la gestión de las expectativas

Tenemos una generación de futbolistas jóvenes, con talento y ambición, apostemos por ellos, no hagamos más temeridades, con ellos no nos equivocaremos

Imagen de un niño con la camiseta del Barça | iStock Imagen de un niño con la camiseta del Barça | iStock

En todos los ámbitos de la vida, gestionar las expectativas es parte fundamental en el liderazgo de una institución. Ser capaces de mantener los equilibrios, valorar los riesgos y tomar decisiones en función de las posibilidades reales. En el caso del deporte, y en especial, en el fútbol, este hecho se magnífica y todavía toman más relevancia conceptos como la coherencia, el sentido común, la profesionalización de los entes de decisión o la protección de la institución. Más sentimiento, más racionalidad en la gestión. Más bilis, más sentido común. Más gritos, más profesionalización.

El modelo de gestión del Barça se ha caracterizado de forma, además, muy evidente estos últimos 10 años, por la falta de profesionalización tanto en la parte ejecutiva como en la parte directiva. Esto nos ha llevado a través de momentos muy complejos hasta donde estamos hoy: un club de expectativas incompletas. En el año 2017, la salida por sorpresa de Neymar evidencia todas estas carencias en la dirección del club. Aquel verano podíamos optar por desarrollar el proyecto más importante de la historia del Barça, haciendo y ejecutando el Espai Barça y utilizando aquel patrimonio financiero sobrevenido para hacer de nuestro campo el primero del mundo a transformarse, ante las exigencias de entretenimiento de las nuevas generaciones y la necesidad de incrementar ingresos para continuar compitiendo al máximo nivel.

En cambio, Bartomeu decidió salir al mercado con prisas, con las maletas llenas y sin criterio profesional ni técnico, a "comprar" jugadores. En el camino perdimos la esencia deportiva y, a la vez, abrazamos la temeridad con el incremento desorbitado de la deuda. Decidió incrementar la deuda por encima de cualquier indicador de prudencia financiera, siempre pensando que los ingresos continuarían creciendo in eternum, mientras ponía en riesgo la viabilidad del propio club.

El modelo de gestión del Barça se ha caracterizado, de forma muy evidente estos últimos 10 años, por la falta de profesionalización tanto en la parte ejecutiva como en la parte directiva

Además, Bartomeu añadió la renovación de contratos muy por encima del mercado de aquel momento y elevó los gastos generales hasta ser los más altos del mundo del deporte, haciendo insostenible la relación entre ingresos y gastos. Habíamos pasado de tener un club viable y sostenible, con una estructura deportiva mayoritariamente con gente de casa y un balance saneado, a una gestión basada en el miedo por la salida apresurada de Neymar, la temeridad por la incertidumbre de la inmediatez, y la falta de visión estratégica para orientar el rumbo de la institución. Al final, falta de profesionalización y la gestión malentendida desde las emociones derivó en la pérdida del rumbo y los referentes.

En 2021, la foto era la de un club con 600 millones de obligaciones financieras a corto plazo por refinanciar, con unos ingresos en decrecimiento y con una carga de compromisos salariales inalcanzables. Para completarlo llegaba la finalización del contrato de Leo Messi, líder de la marca Barça y el gran escudo del Barça, que había tapado tantas vergüenzas y mala praxis en los despachos, a base de talento y títulos en el césped.

La salida de Messi, precipitada e inexplicable por las formas, creó un relato incierto y lleno de intereses particulares. Avaladores que decían en portada que había acabado una era, que Messi ya no podía ser el líder de una nueva generación de jugadores, que había que pasar página... El tiempo, pero, pone todo el mundo en su lugar: no competir en Europa; no incrementar los ingresos por patrocinio, como los clubes con quienes compites; y no haber podido aprovechar una Copa del Mundo, el acontecimiento con el engagement más alto del mundo del deporte que el Barça no pudo capitalizar. Claramente, un error histórico en el diagnóstico. La mejor prueba del cual es el intento a la desesperada para recuperar un jugador icónico que nos hubiera asegurado a corto plazo incrementar los ingresos por matchday en Montjuic, nuevos patrocinios, incremento de consumo de la marca Barça.

En 2021, la foto era la de un club con 600 millones de obligaciones financieras a corto plazo por refinanciar, con unos ingresos en decrecimiento y con una carga de compromisos salariales inalcanzables

Todo esto es sencillamente innegable porque si no fuera cierto, no lo habríamos intentado recuperar. ¿Sencillo, verdad? En el plan financiero volvemos a 2021 para analizar más en profundidad cómo tenía que ser la única posibilidad de retener a Messi, más allá de un sueldo que el Barça no podía pagar y de unas expectativas deportivas que tampoco era razonable proyectar, sobre todo a corto plazo en Europa. Algunos conceptos de lo que podía haber sido y no fue:

  • El plan de la renovación de Messi tenía que ir más allá, era la posibilidad de capitalizar una historia única en el mundo del deporte que podíamos hacer nuestra por siempre jamás. El relato romántico más grande y más bonito de la historia del fútbol, la relación del chico de casa, del one club man más exitoso. 
     
  • Emocionalmente, llevaba a hacer un esfuerzo para forjar un acuerdo entre las fundaciones del Barça y la de Leo Messi, más allá de contratos deportivos. Una alianza estratégica extendida en el tiempo que permitiera devolverle a la sociedad una pequeña parte de todo aquello que esta ha dado al club y a Leo, y hacerlo juntos.
     
  • El reclamo y la excelencia deportiva, apostar firmemente por la Masía y por Messi como símbolo de toda una generación de futbolistas "nacidos" en la Masia que cambiaron el mundo, nos hicieron eternos. Nosotros teníamos que saber reconducirlo para que ellos nos tutelaran y dieran paso a la nueva generación.
     
  • Marca Barça, marca Leo Messi. Esta asociación era estratégica para lograr niveles de facturación históricos a nivel de BLM. La creación de productos exclusivos con una marca propia, nacida de la globalización del Mejor Club del Mundo y el mejor jugador de la historia, era imbatible. Los ingresos con crecimiento de dos dígitos los primeros años, y yendo mucho más allá de la pura carrera deportiva, eran un plan de vida para Messi y un seguro a nivel de imagen y proyección para el Barça. Negocios compartidos con variables por constantes, crecientes y haciendo una alineación natural de los intereses de las dos partes.
     
  • One Club Man, el relato imbatible de un deportista hecho en casa, que seduce el mundo haciendo aquello que tanto nos enamora, y haciéndolo en su club, el club que apostó por él y le dio la oportunidad, lo cuidó y lo llevó hasta el liderazgo del mejor equipo del mundo. Este relato nos volvía al primer nivel, en la lucha por patrocinadores, en el engagement generado con nuestros seguidores y en la proyección de la marca Barça.

Era, en definitiva, la carta de presentación y la palanca (ahora que están tan de moda) que tenía que servir para posicionar y hacer crecer Barça Studios. No lo supimos ver y, en cambio, solo se nos ocurrió ofrecerle un contrato más a un jugador único y eterno. Hoy, año 2023, lo mismo. Un contrato que no podemos ofrecer, que no podemos garantizar, y con la necesidad de rebajar, traspasar otros jugadores, todo en medio de una situación de máxima dificultad económica, en la que se han vendido activos por valor de más de 700 millones que han servido para tapar los agujeros del balance ordinario, no para crear valor, no para crear patrimonio.

La foto real por ahora, con los ejercicios auditados y las previsiones de desviaciones de presupuesto, es negativa. Pérdidas de 487 millones de euros en el negocio ordinario en dos ejercicios económicos. Sumaremos 200 millones más con el exilio a Montjuic, por lo tanto, estaremos alrededor de un agujero ordinario de 700 millones que se ha compensado con la venta de activos del Barça. Nos queda BLM, la gran apuesta del club, con un plan de negocio que puede facturar más de 500 millones, puesto que también tendremos que vender una parte para cubrir las pérdidas del día a día del negocio del club.

Con esta imagen anda el Barça hoy y no me hace daño el intento de recuperar a Messi, me hace daño intentarlo desnudo, sin ningún proyecto más que un contrato de dinero, por dinero. Y aquí, hoy, y contra los clubes Estado o conglomerados empresariales, siempre perderemos. Si intentamos gestionar el club como ellos, perderemos el club y perderemos al campo. Profesionalización real, multiliderazgos, especialistas incontestables en cada área estratégica del club. Y sobre todo, perfil moderado, negociaciones de puertas adentro, la ilusión que sea desmesurada después de conseguir el reto, después de firmar el contrato, después de ganar el partido decisivo.

No me hace daño el intento de recuperar a Messi, me hace daño intentarlo desnudo, sin ningún proyecto más que un contrato de dinero, por dinero

El efecto boomerang de una expectativa irrealizable será evidente y nos afectará en la línea de flotación de los ingresos, en la parte de match day, patrocinios y engagement. Nos hicieron creer que lo haríamos, nuestros acompañantes y posibles acompañantes también, ahora, la realidad nos pone frente al espejo y nos avisa en forma de matchball de un cambio urgente en el modelo de gestión, única vía para tener posibilidades de salvar nuestro modelo de propiedad.

Tenemos una generación de futbolistas jóvenes, con talento y ambición, apostemos por ellos, no hagamos más temeridades, con ellos no nos equivocaremos. Quizás no ganaremos siempre, pero salvaremos el club. Recuperaremos la esencia y crearemos nuevos liderazgos. Sí, lo podemos hacer, solo somos nosotros. Solo el Barça.

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