El creciente malestar social que se constata de forma evidente en torno a la vivienda: precios, disponibilidad, apartamentos turísticos, fondos (buitre o no) nos obliga a dar una colleja a la administración. En los últimos tiempos ha habido una serie de factores previsibles que esta ha menospreciado de forma flagrante, factores que apuntaban a una reducción progresiva de la oferta disponible y que debería haberse tenido en consideración. Y es que, como todo, esto de la vivienda, nos guste o no, también se rige por la oferta y la demanda. No me estoy refiriendo a los precios disparados, que son la consecuencia y no la causa de todo. Me estoy refiriendo principalmente a la oferta disponible, que no ha crecido en los mismos índices en los que lo ha hecho su demanda.
"Y es que, como todo, lo de la vivienda, nos guste o no, también se rige por la oferta y la demanda"
Una acusación como esta merece una explicación. Voilà:
En el lado de la demanda hay tres ejes básicos que explican su alto incremento. El primero de ellos es que ya no somos seis millones. Concretamente, hace poco que hemos llegado a los ocho. Los que tenemos cierta edad recordamos la memorable campaña de la Generalitat, obra maestra de Lluís Bassat, para promover la lengua, fomentar la identidad catalana y proyectar una imagen moderna y dinámica de Catalunya (sí, lo confieso: le he pedido al Gemini de Google que me hiciera este resumen). Si recuerdo, aquí la campaña no es para celebrar su éxito sino para poner de relieve el crecimiento que supone este incremento de población: de seis a ocho millones, ¡¡un 33%!! (ahora piensen si la oferta de vivienda de su pueblo/ciudad se ha incrementado en un tercio...). Y, como apuntaba en el inicio, ese crecimiento no debería haber cogido por sorpresa a nadie, y menos a la administración.
Cambios de usos y costumbres
En segundo lugar, en los últimos 30-40 años ha habido un cambio brutal en usos y costumbres en lo que se refiere a la vivienda. En estos momentos estoy seguro de que les costaría encontrar en su entorno una familia donde convivan tres generaciones en la misma casa. Les costaría porque son la excepción. Sin embargo, hace 30-40 años la excepción era la casa donde no convivían abuelos, padres e hijos. Es difícil cuantificar el impacto de este fenómeno en la vivienda, ya que supongo no habrá ninguna estadística que lo mida, pero nadie duda de que este cambio de hábitos es un hecho.
"Hoy en día cuesta encontrar en nuestro entorno una familia donde convivan tres generaciones en la misma casa"
Por otra parte, tenemos una amplia demanda que viene de un sector hasta hace cuatro días inexistente: separados, divorciados y singles. Acabo de comprobar en el Instituto Nacional de Estadística (INE) que en los últimos 10 años, de forma más o menos estable, ha habido en Catalunya un total de 170.000 divorcios y separaciones. Sumen las separaciones no contabilizadas y el impacto que puede suponer el fenómeno single. Todo ello, otras dinámicas más que consolidadas a lo largo del tiempo. Y, por tanto, previsibles.
Cambios de usos y costumbres, cambios endógenos.
Huéspedes vendrán...
Y el tercer eje es el incremento de la demanda que provocan los cambios exógenos, gente que viene de fuera y pide también de un techo: estudiantes de másteres, nómadas digitales, erasmus, turistas (de corta o larga duración), profesionales desplazados temporalmente...
Siendo generosos, podríamos asumir que la administración no podía prever el impacto de los másters, los nómadas digitales y los erasmus. Pero... ¿y el turismo? ¿De verdad nadie no vio venir que, después de los JJ.OO y rehacer Barcelona de arriba abajo, los turistas no seguirían siendo los dos millones que venían anualmente en épocas de la transición? (el Idescat nos informa que desde 2016, salvo los años pandémicos, estamos por encima de los 17 millones de turistas anuales)
"Hay tres factores que han llevado la demanda a unos niveles nunca vistos: crecimiento de población, cambios endógenos y cambios exógenos"
En resumen, tres factores que han llevado la demanda a unos niveles nunca vistos: crecimiento de población, cambios endógenos y cambios exógenos. Ahora díganme ustedes si por parte de la administración (la que sea: estatal, autonómica, local...) ha habido alguna estrategia. Un mínimo de planificación para intentar reducir el gap entre la oferta disponible y una demanda que ha ido creciendo de manera desbocada. Se supone que la administración no sólo tiene que gestionar el día a día de las competencias que tiene asignadas, sino mirar (ni que sea mínimamente) el medio y el largo plazo. En el caso de la vivienda, esta mirada al horizonte merece un suspenso clamoroso.