AB Biotics, de los quesos a referentes en probióticos

La empresa nace con la idea de crear cultivos bacterianos para fermentar leche, casi se arruinan y hoy en día son una referencia en probióticos

Miquel Àngel Bonachera y Sergi Audivert, fundadores y CEO de AB Biotics | Cedida Miquel Àngel Bonachera y Sergi Audivert, fundadores y CEO de AB Biotics | Cedida

AB Biotics es una empresa fundada el 2004 por Miquel Àngel Bonachera y Sergi Audivert dentro de la Universitat Autònoma de Barcelona. Inicialmente nació como un proyecto para desarrollar cultivos bacterianos para recuperar los sabores tradicionales y autóctonos de los quesos pero acabó convirtiéndose en una compañía referente en el sector de los probióticos y, ahora también, de la medicina de precisión. La historia de un primer fracaso que los fundadores supieron enderezar y que el 2018 acabó con 12 millones de euros de facturación y más de 2 millones de euros de beneficios netos.

"AB Biotics surge de un proyecto de la universidad, inicialmente consistía a desarrollar cultivos bacterianos para fermentar la leche y hacer quesos", explican sus fundadores y CEO de la compañía, situada actualmente a Esade-Creapolis de Sant Cugat del Vallès. Pero la idea inicial topó rápido con la realidad: "Pronto nos dimos cuenta que el potencial de mercado no estaba en los quesos, sino en ofrecer beneficios para la salud y recondujimos el proyecto hacia una vertiente más biomédica".

Bonachera y Audivert: "Casi nos arruinamos con los quesos"

"Casi nos arruinamos con los quesos. Es un sector muy tradicional y aparecíamos nosotros con una idea muy innovadora diciendo que tenían que invertir dinero", recuerdan. Dos años después de la fundación, empezaron a cambiar el rumbo de la compañía.

Fue el 2006, cuando de los probióticos aún no se hablaba demasiado: "Un día un futuro cliente que venía de un congreso de Japón nos dijo que se empezaba a hablar de probióticos. Decidimos ir a por la vertiente biosanitaria y empezamos a desarrollar un probiótico para ellos". Los probióticos son suplementos que contienen microorganismos (bacterias) que aportan beneficios a la salud de las personas, a través de equilibrar la macrobiota.

Así iniciaron un nuevo viaje, también físico, para hacer su propio banco de troncos, haciendo expediciones por todo el mundo buscando personas con condiciones sanitarias poco saludables y que preservaran bien las bacterias del tratco gastrointestinal. Dos años de tarea mirando hacia el futuro y que, actualmente, les permite comercializar siete productos propios, con más de 70 distribuidores de 35 mercados diferentes de los cinco continentes.

Neurofarmagen, una revolución en el ámbito psiquiátrico

En 2008, en plena apuesta por los probióticos, se encontraron con una noticia impactante en el ámbito mundial: "Una empresa neerlandesa hizo pruebas con probióticos con pacientes de pancreatitis aguda. Arriesgaron mucho y se les murieron pacientes, porque estaban muy graves. Los probióticos estuvieron en la primera línea por si eran seguros".

Esto les obligó a estudiar otras líneas de mercado, por si los probióticos acababan muriendo, cosa que finalmente no ha pasado y ahora están en pleno auge. Es cuando se adentraron en el mundo de la farmacogenética, la medicina de precisión. Una rama que consiste a identificar el fármaco más adecuado para cada paciente, según su ambiente y su genética. Así crearon Neurofarmagen, un test que determina el medicamento más efectivo para los tratamientos de personas con enfermedades psiquiátricas. Un test que ha quedado demostrado que reduce las recaídas y mejora las vidas de los pacientes.

"Es una revolución en el ámbito psiquiátrico que acabará llegando. Es un producto espectacular", aseguran. Ante la falta de apoyo del sistema sanitario catalán y español para distribuir el producto, el 2018 estuvieron a punto de tener que vender Neurofarmagen a una empresa norteamericana, presionados por el Consejo de Administración, puesto que había supuesto una inversión de siete millones de euros que no tenía regreso.

Bonachera y Audivert: "Lo coherente sería que el sistema te tuviera en cuenta"

En este punto es donde tienen una de sus quejas, especialmente con el papel de la administración pública, que no ha apostado por este producto: "Si tienes una empresa en tu casa, que se ha gastado un dineral de inversores de casa, que ocupa doctorados de tu casa, lo coherente sería que el sistema te tuviera en cuenta".

Lo ve como una "carencia de visión estratégica" que es un handicap no sólo para ellos, sino para todo el sector de empresas emergentes del mundo médico y biomédico. "El sistema sanitario español gasta 4.000 millones de euros anuales en medicación y servicios asociados a la salud. Nosotros con 5 millones de euros de ventas, nos habríamos comido el mundo, porque habríamos obtenido una prueba de concepto en un mercado de referencia como el español".

"Si este sistema se hubiera gastado 5 millones de euros, habríamos podido demostrar que los pacientes psiquiátricos están menos deprimidos que en cualquier lugar del mundo. Ya lo demostramos en 300 pacientes de un hospital privado de Madrid, los enfermos difíciles los redujimos a la mitad", destacan.

De Catalunya al mundo

Con todo, la venta de probióticos representa el 90% de la facturación de la empresa, mientras que Neurofarmagen es el 10% restante. Su mercado es el mundo y es que el 87% de sus ventas son fuera del Estado español. China, Estados Unidos, Latinoamérica, Indonesia, Corea, Australia, Japón o Rusia son sólo algunos de los lugares donde llegan los productos de AB Biotics.

Bonachera y Audivert: "Nuestro principal cliente en ventas es ruso"

La empresa catalana se dedica principalmente a la investigación de los probióticos y a comercializarlos a través de grandes distribuidoras de los países de origen. No fabrican y no hacen venta directa a los consumidores. "Nuestro principal cliente en ventas es ruso. En general son empresas farmacéuticas ubicadas en estos países que ven que tenemos un producto diferencial y que licencian para vender en su territorio".

Después de unos años en que la empresa acumulaba pérdidas, principalmente por las grandes inversiones en investigación que han ido tirando para desarrollar nuevos productos, ahora ya empieza a crecer exponencialmente. Para el año 2018, tenían una proyección de ventas de 8,3 millones y llegaron a los 12. Una cifra que casi multiplica por cuatro la facturación de 3,96 millones del 2016. Los beneficios también han crecido de manera muy importante, pasando de 6 millones de pérdidas el 2016 a 1,2 millones de beneficio neto el 2018.

Una empresa flexible sin producción

"No tenemos fábricas. AB Bióticos es investigación, patente y licencia", destacan. Una de las consecuencias es que es un negocio muy desapalancat y flexible: "Si un cliente nos pide 10.000 unidades de un producto, trucamos a dos proveedores y, cuando lo tienen, decimos al cliente que lo puede pasar a buscar por allá".

Esto genera un problema en el margen de beneficio, puesto que no puede ser tan alto cómo si produjeran. Pero los permite ir al mercado de manera mucho más fácil, con menos riesgo y con más previsión de crecimiento. "Si duplicamos ventas, no necesitamos duplicar infraestructuras ni inversiones".

"En cuanto a márgenes, no somos la empresa más rentable del mundo, pero el EBIDTA es altísimo". Las previsiones indican que en los próximos años llegarán a los 27 millones de euros de facturación, mientras que el gasto operativo creen que apenas pasará de los 3,5 millones a los 5 millones.

Bonachera y Audivert: "Podríamos ser una referencia en el ámbito global"

AB Biotics es una de las muchas empresas del sector médico y biomédico del país. Un sector que consideran dinámico y con muy potencial, pero que se encuentra con esta falta de apuesta por parte del sector público. "Siempre pensamos en Silicon Valley, pero aquí tenemos una mina", aseguran.

"Falta que la regulación se adapte a la innovación, es muy difícil poder vender tus productos fuera cuando no has podido hacer una prueba de concepto a casa. A veces cuando vas fuera, te preguntan como lo vendemos en casa, y la respuesta es que no lo sabemos porque la regularización no nos lo permite. Es un tema de país", lamentan.

La solución sería una ley de compra pública de tecnología innovadora por la cual el Estado compre estas nuevas tecnologías a cambio de futuros beneficios. Una legislación que quiso tirar adelante la ministra socialista Cristina Garmendia pero que no acabó fructificando.

"Es la pata que le falta al sector salud y biotecnológico para ser más innovador aquí. Podríamos ser una referencia a escala global. Cuando la administración pública es cliente, los inversores lo tienen mucho más claro", concluyen Bonachera y Audivert.

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