Abetos por judía tierna: los árboles de Navidad cultivados en el Maresme

La familia de Josep Jo vio cómo el cultivo de verduras caía en picado por la llegada de productos otros territorios y buscaron alternativas

Josep Jo en su campo de avetos | Cedida Josep Jo en su campo de avetos | Cedida

La familia de Josep Jo se dedicaba a la agricultura con tierras de cultivo en el Maresme. La globalización acabó con buena parte de su negocio y decidieron buscar alternativas. Y Josep pensó en cultivar abetos de navidad para venderlos a particulares y distribuidores. Fue el 1984 y actualmente distribuyen miles cada temporada. Árboles naturales para llevar la magia navideña a los hogares.

"Queríamos vivir de la agricultura", explica Josep Jo. Sus padres cultivaban judía tierna, patata y verdura en general: "La globalización lo mató". "El hecho que un camión con siete horas pueda venir de Andalucía nos hizo perder toda la competitividad", detalla. 

Y se vieron obligados a buscar alternativas para poder seguir viviendo del campo: "Fue en un bar, haciendo la típica cerveza, cuando surgió la idea de hacer abetos de Navidad. Y nos pusimos a ello". Todavía mantenían cultivos de judías del ganxet des de entonces, pero destinaron un rincón a plantar 10.000 abetos. La primera dificultad es que los abetos tardan cinco o seis años a crecer suficiente para poderlos vender, pero salieron adelante.

Cultivo en el Maresme

La plantación de la familia Jo se encuentra en Dosrius, en plena montaña del Maresme. Los abetos de Navidad se cultivan mayoritariamente en otras sitios, como el Montseny. Hacerlo en el Maresme les aporta otras propiedades: "Crecen más lento porque hace más calor, pero son mucho más tupidos".

Y fueron sembrando abetos cada año, hasta que consiguieron ser una empresa reconocida dentro del sector con campos de hasta 35.000 árboles. Jo explica el cambio de cultivar judía a abetos: "No fue complicado. Mis padres eran campesinos y yo continué haciendo de campesino, a pesar de que no quería serlo cuando tenía 14 o 15 años. Pero un año hice una sembrada y aluciné".

Un negocio para hacerse rico?

A pesar de vender miles de abetos cada temporada de Navidad, Josep Jo explica que no es un negocio del cual se puede vivir todo el año. Durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, el trabajo es frenético, pero el resto del año no reclama una gran dedicación. "Tienes que tener otros ingresos o trabajos", señala.

De hecho, normalmente hay ciclos de tres o cuatro años muy buenos y otro ciclo más malo: "Hay muchas tierras de cultivo que están a la expectativa y en años buenos siembran abetos y se hunden los mercados. Y después dicen que no es rentable y lo dejan tres o cuatro años".

"He tenido otros trabajos que me han dado la subsistencia, pero nunca he querido dejar los abetos. Ahora ya estoy jubilado y este es mi hobby", explica Jo, destacando su pasión por la tierra y añadiendo: "Cuando es octubre, piensas por qué te has puesto. Pero cuando acaba la temporada, siempre decimos que aguantaremos un año más".

Actualmente, sus abetos van principalmente a tres canales: particulares, grandes productores que exportan por todas partes y comerciantes que vienen al por menor. También disponen de parada en el mercado de la flor de Vilassar de Mar y han exportado a Francia o Andorra. 

Josep Jo: "Continuaremos porque he comprobat que nos une a la familia"

Además, más allá de ser un negocio, es también un proyecto familiar. Lejos de imágenes de empresas que rompen familias, al estilo Succession, su caso es el contrario: "Continuaremos porque he comprobado que nos une a la familia. Mis hijos se encargan de internet y algunos días me vienen a ayudar. Y el contacto con la tierra es fabuloso". Además, también dan trabajo a cuatro o cinco personas cada temporada.

Y, por encima de todo, la satisfacción de ver la ilusión de familias y niños que van a recoger sus árboles en Navidad: "Es una experiencia muy agradable, la gente está en modo de fiesta".

Josep Jo: "En Navidad, árbol natural. Y el verde de plástico lo intentamos erradicar"

Desde que empezaron el negocio, el sector de los árboles de Navidad ha vivido una revolución importante con el plástico, que cada vez es más habitual en las casas. "Es una gran pena", lamenta Jo, que recuerda que son productos contaminantes que surgen del petróleo.

Mientras estos proliferaron, los abetos naturales sufrieron cierta demonización: "A alguien se le pasó por la cabeza que el árbol de las casas viene de la expoliación de los bosques: es una aberración. No hay ningún árbol en un bosque que se comercialice. Es un cultivo más, como judías o patatas".

Josep jo cree que la gente lo empieza a entender. Además, los cultivos son esenciales para mantener la gente en el territorio y garantizar la preservación del entorno natural. Un campo de abetos favorece la fauna y, al mismo tiempo, corta la continuidad de masa forestal, que es un gran peligro por los incendios. "Estos cultivos son lo mejor que podemos hacer por el medio ambiente". Por eso, acaba con un mensaje: "En Navidad, árbol natural. Y el verde de plástico lo intentamos erradicar".

Los tions

Últimamente, han sumado al proyecto la venta de tions: "Es una manera de cambiar, hacer el mismo dato año nos aburre". Consiguen corcho para hacer troncos y, después, los llevan a casa de artistas que los visten y los ponen los detalles. "Ninguno tió es igual", apunta. Y, para redondearlo, ofrecen actividades de caza de tions en el campos de los abetos donde captan la "ilusión" de los niños.

Hoy Destacamos
Lo más leido