
Juan Pallarès Bosch era comercial de botas de vino y capitaneaba un negocio de sal cuando, en un viaje a Estados Unidos y con la lección aprendida de la plaga de la filoxera, se alertó por un nuevo hongo que atacaba las viñas. Era finales del siglo XIX y decidió emplear el molino de sal para elaborar azufre como protección de campos agrícolas.
Fue el nacimiento de Azufrera y Fertilizantes Pallarès, que más de 130 años después se mantiene en manos de la misma familia y fabricante desde Constantí productos que cuidan de cultivos de un centenar de países de los cinco continentes y siendo un referente en el mundo de la viña.
Pioneros y tierra de agricultura
Manel Montaño, actual director general de Afepasa, señala que los Pallarès fueron de los primeros en elaborar y distribuir el azufre para la protección de los cultivos, haciéndose un lugar relevante en el sector de la viña catalana. Y desde el inicio con una vocación industrial que mantienen: "El concepto del fundador era crear una fábrica. En aquella época, era lo habitual. Pero ahora, seguimos igual y hemos invertido once millones en una nueva fábrica, cuando el producto lo podríamos traer de Asia o Latinoamérica".
Este ADN industrial es uno de los valores que ha marcado la trayectoria de Afepasa hasta el día de hoy. "El primer valor que nos marca es que somos industriales y, el segundo, es el de proximidad. Siempre hemos sido una empresa familiar y cercana", enfatiza Montaño.
La fuerza del azufre
A principios del siglo XX, Afepasa ya había entrado en el mercado del sur de Francia. El azufre para usos agrícolas fue el pilar de la compañía durante décadas y hasta los años ochenta se había estabilizado en la península Ibérica. Sin embargo, se habían hecho un hueco en otros sectores industriales que necesitaban azufre como la metalurgia o el caucho. Sea como sea, el siglo veinte fue esencialmente de mantenimiento de mercado y de producto.
Montaño: "Cuando sales fuera, te das cuenta de que ni eres el mejor ni el más guapo"
Fue con la llegada del siglo XXI cuando Afepasa quiso dar un paso adelante y una apuesta clara por el crecimiento. La estrategia se centró en dos vías: la internacionalización y la diversificación, que iban de la mano. "Vimos que no podíamos depender sólo de tres países", recuerda el director general.
Al querer cruzar más fronteras, también constataron que no lo podían hacer únicamente con un único producto, que era el azufre: "Faltaba catálogo y prestigio". "Cuando sales fuera, te das cuenta de que ni eres el mejor ni el más guapo y tienes que hacer cosas diferentes y nuevas", reflexiona Montaño. Y abrieron dos nuevas líneas que viven crecimientos exponenciales: primero, los bioestimulantes y, más adelante, los microorganismos. Todo para la protección y nutrición de cultivos.
Inversiones millonarias y los grandes retos
No ha sido un camino fácil y ha requerido una inversión millonaria y continuada en investigación y desarrollo de nuevos productos. Tampoco fue sencillo organizativamente: "Fue extremadamente complicado pasar de una empresa que no había exportado nunca a hacerlo a más de 100 países". Montaño recuerda que fue un proceso duro para la empresa y la cultura de la compañía.
Las cifras hablan por sí solas: en quince años han pasado de 25 a más de cien trabajadores y de seis a 25 millones de euros de facturación. "Para alcanzar estos crecimientos, se tiene que hacer con gente muy joven y es complejo", reconoce el director general. Los bioestimulantes son los que han ayudado a vivir esta gran expansión y los microorganismos deben ser la palanca para continuarla. Sin embargo, el azufre todavía es hoy el 70% de la facturación de Afepasa.
El boca a boca internacional
Los bioestimulantes son sustancias o microorganismos que estimulan los procesos naturales de las plantas, optimizando la absorción y asimilación de nutrientes, aumentando la resistencia y mejorando sus características. Pero Montaño añade otra clave: "Son la seguridad de que cumplen lo que prometen. Y, por desgracia, el agricultor no está acostumbrado a esta garantía".
Australia, Brasil o Sudáfrica son sólo un ejemplo de los países donde Afepasa exporta sus productos elaborados desde Constantí. Y, al contrario de lo que pueda parecer, la mayoría de sus clientes son pequeños y medianos agricultores: "Somos más de boca a boca, de pequeños clientes que nos tienen confianza".
La tenacidad de la gente joven
Para el director general, su talante y el hecho de ser una empresa familiar les aporta un valor añadido: "Aportamos flexibilidad y adaptación y proximidad al cliente. No hacemos las cosas por teléfono, sino cara a cara". Todo ello genera "confianza". Y también destaca la "tenacidad" que aporta un equipo con mucha gente joven.
Y la apuesta inalterable por la fabricación propia y en casa: "La fábrica genera dolores de cabeza cada día, pero a la larga te da control de calidad y de todo el proceso".