Almorzando con el director general

Uno de los factores diferenciales de una empresa familiar de éxito es la calidad de sus relaciones personales, un aspecto condicionado por la educación que reciben los hijos y que puede hacer peligrar el relevo generacional

El 60% de las empresas familiares que desaparecen no lo hacen por problemas empresariales sino por problemas familiares. Unos conflictos que derivan no sólo de las características del negocio, sino también del modelo imperante en la familia y, en consecuencia, en la compañía. Es decir, aquello que pasa a la cocina, al comedor o a la cama de los miembros de la familia empresaria tiene una gran influencia en la continuidad de la compañía con el paso de las sucesivas generaciones.

Qué cultura existe en mi familia y en consecuencia en la empresa familiar? Esta no es una conversación nada fácil, sobre todo por los padres. "Hacer de padre tiene dos grandes dimensiones: nutrir (abrazar, apoyar, generar autoestima...) y exigir (asumir responsabilidades, cumplir objetivos...). El impacto de la nutrición es la capacidad social y de autoestima; por el contrario la exigencia genera capacidad para resolver conflictos y autocontrol", expone Alberto Gimeno, profesor del Departamento de Dirección general y Estrategia de Esade y director del Family Business Lab de la escuela de negocios. Cuando combinamos ambas dimensiones es cuando vemos qué estilo de crianza estamos desarrollando y si educamos de acuerdo con un modelo autoritario, permisivo, autoritatiu o negligente.

Todos los expertos coinciden a decir que la continuidad es el fin más preciado de toda empresa familiar. Una premisa que han conseguido muchas empresas catalanas como la tasca y marca de conservas Espinaler de Vilassar de Mar, y la principal proveedora de piel para firmas de lujo, Curtidos Badia de Igualada; ambas empresas con la cuarta generación al frente. Cuál es la receta de aqestes dos compañías? Almorzar en familia.

Control y exigencia, unos padres autoritarios
Una capacidad social escasa, de pensamiento rígido y dependientes de la anterior generación. Esta sería la caricatura de un hijo de empresario, como resultado de un estilo jerárquico y controlador propio de un modelo familiar autoritario. "Las personas que han sido educadas en un modelo autoritario tienen una alta capacidad para ejecutar, pero una baja capacidad para evolucionar", argumenta Gimeno, que añade que "son modelos donde hay una persona dominante y donde la cohesión familiar es baja".

Es decir, si la empresa necesita transformación, este estilo autoritario es contraproducente, puesto que es un modelo que no acepta los retos y que no contempla romper con el pasado. Según el profesor de Esade "en un modelo donde la nutrición ha siete muy baja, ya puedes tener un protocolo, un consejo familiar y cincuenta instrumentos más que estas capacidades no se llegarán a desarrollar nunca".

La satisfacción del individuo, un modelo permisivo
Son hijos sin retos ni desafíos porque viven sin límites, en una lógica hedonista propia de un modelo permisivo. "Genera una cohesión familiar basada en los intereses de cada cual, pero no hay una cohesión de proyecto común", expone Gimeno. "Este perfil no distingue entre el que soy y el que hago, es decir, no hay diferenciación entre la persona y el rol, por lo cual le cuesta distinguir cuando tiene que actuar como ejecutivo", remarca.

Además, según el académico, los hijos que han siete educados de acuerdo con un modelo permisivo, tienen enormes dificultades para incorporar sistemas de gobiernos, imprescindibles en una empresa familiar. Por el contrario, tienen una alta imaginación.

El balance de la empresa y la persona
El modelo autoritatiu comporta un equilibrio entre necesidades de la empresa y el individuo. Genera relaciones de interdependencia, donde el hijo entiende que tiene su individualidad pero también que el que él hace afecta a otros. Es decir, cohesión y flexibilidad sin ahogar ni desintegrar la familia, un balance perfecto. "Este modelo permite que el individuo pueda hacer de propietario de la empresa en un determinado momento y cambiar de comportamiento cuando deja este rol", explica Gimeno.

Una de las características más preciadas de este modelo educativo es que genera capacidades para liderar y capacidades para seguir. Ante la frase "yo sigo a cualquier persona menos a mi hermana", no hay un conflicto de liderazgo, sino en la capacidad de seguimiento, una capacidad intrínseca de este estilo de crianza. "Este modelo tiene la capacidad para seguir porque para seguir es importante tener autoestima; que es el que se consigue con la nutrición", matiza el profesor.

Armonía familiar a través de la educación
Qué pasa cuando a estos patrones generales se los introducimos la complejidad de una familia numerosa y un patrimonio familiar considerable? No es el mismo ser hijo único que tener cinco germanos accionistas, con sus cónyuges respectivos; del mismo modo que no es el mismo tener cuatro pisos, que poder vivir del patrimonio familiar sin tener que trabajar. Ambas variables afectan la cultura familiar y, en consecuencia, el empresarial.

En un modelo autoritario, la lucha por el poder acaba generando situaciones de ganadores y perdedores, donde los vencidos se alejan de la familia y de la empresa. "O estás dentro y te sometes al modelo o huyes el más rápido posible, ya sea a estudiar en otro país o dedicándote a un sector opuesto al negocio familiar".

Por el contrario, en un modelo permisivo, el foco no está en quien tiene el poder por el simple hecho de ejecutarlo, sino en el prestigio de los cargos. Es decir, conflicto entre hermanos por quienes tiene los roles con más prestigio. Y el patrimonio? Teniendo en cuenta que es un estilo educativo donde los hijos viven sin límites, el patrimonio nunca será suficiente. "Confunden necesidad y deseo y las relaciones se basan en la comparación", concluye Gimeno.

En definitiva, es evidente que la rivalidad es un proceso natural e inevitable entre hermanos, pero una buena gestión de las normas, los valores y las emociones, puede ayudar a resolver conflictos, a cooperar y a negociar en un futuro de poderes compartidos.
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