Can Bech, los higos confitados catalanes que han llegado a medio mundo

Can Bech empezó elaborando higos confitados para su restaurante y ahora dispone de un amplio catálogo de productos reconocidos internacionalmente

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La familia Bech adquirió una masía catalana en runas el 1780 que se encontraba en Fontanilles, en el Baix Empordà. Cómo muchas fincas de la zona, contaban con manzanos y 200 años después las empezaron a distribuir. Y el 1981 abrieron uno de los primeros restaurantes orientados a la clientela de Barcelona. Allá, crearon unos postres hechos con higos confitados que tuvo mucho éxito.

Aquella creación se acabó convirtiendo en un negocio de venta de higos confitados, que actualmente factura más de 9 millones de euros anuales y ha recibido reconocimientos internacionales. Incluso, el chef Joan Roca las ha reconocido.

El éxito de higos

Gerard Bech, responsable de Can Bech, explica que sus padres abrieron el restaurante el 1981 y, bien pronto, apostaron para hacer una cocina más elaborada. "Teníamos alguna higuera en casa y aprendieron a confitarlas. Y las combinaron con un requesón de trapo y gustó muchísimo. La gente las pedía para comprarlas y podérselas llevar", recuerda Gerard.

Pensaron en hacerlas y guardarlas en botes de cristal para venderlas a los clientes que iban al restaurante y querían más. Y un punto de inflexión fue cuando Sol Daurella va les propuso que hicieran botes más grandes para vender a la hostelería. Fue el 1995 y deciden abrir un obrador para producirlas. Se pasó de elaborar unos 2.000 kilos el año a 20.000.

Gerard Bech: "Fue inconsciencia pura y dura. No quería trabajar más en la hostelería"

En aquellos momentos, Gerard Bech trabaja al restaurante con sus padres. Pero se quería dedicar 100 % al negocio de los higos: "Fue inconsciencia pura y dura. No quería trabajar más en la hostelería y tenía ganas de emprender un negocio por mi cuenta". Y cogió las riendas del proyecto el 2002, cuando se hacían unos 20.000 kilos anuales y una facturación de 80.000 euros. "No era suficiente", recuerda.

Se empezó a mover en ferias y mercados de fines de semana, donde llegó a tener cinco paradas móviles. También con distribuidoras para el sector de la restauración. Y haciendo un envío masivo del producto a un millar de restaurantes de la Guía Michelin de todo el Estado. "Pensaba que me responderían un 10 o 12%. Y fueron tres", explica.

El Óscar del sabor

Gerard Bech tenía claro que para hacer crecer el proyecto tenía que ampliar el abanico y empezó a hacer salsas, mermeladas, otras frutas en almíbar, escalivada o comida precocinado de origen cárnico.

Y la gran revolución para Can Bech fue la línea Just for Cheese, unas mermeladas especialmente diseñadas para combinar con los quesos. "Nos abrió la puerta de una treintena de países de golpe", destaca. Y es que era un producto innovador, con poca competencia. Estados Unidos, México o Alemania son solo algunos ejemplos.

Y obtuvieron recompensa. El 2019, sus productos Just for Cheese ganaron dos premios superiores de los Taste Awards, el certamen internacional con más reconocimiento por productos alimentarios. "El Óscar del sabor", apunta Bech. Además, también recibieron un premio por su Plancha de Pato Moulard. Y, el 2020, la salsa dulce Just for Cheese de uva negra con almendras de Mallorca recibe el premio Great Taste. El 2022 repitieron este galardón con los higos en almíbar y la jalea de pétalos de rosa. De hecho, muchos de sus productos han recibido reconocimientos internacionales.

Gerard Bech: "Tocamos producto natural, recetas con sentido común. Todo está pensado y calculado"

"Por la compañía, este reconocimiento nos va bien para reafirmar el trabajo que hemos hecho y los años que nos ha costado, justifica la inversión que has hecho en tiempo y dinero", señala Bech, que destaca el secreto: "Tocamos producto natural, recetas con sentido común. Todo está pensado y calculado".

La importancia de la imagen

Gerard Bech tenía claro que el crecimiento pasaba por la internacionalización, y así lo empezaron a hacer el 2008: "Cuando tienes España todo mirado y te cuesta hacer nuevos clientes, te abres al mundo".

El responsable del proyecto destaca que en España hay muy buen producto, pero a menudo no se vende todo lo bien que lo hacen a otros países cómo Italia o Francia. Por eso, la imagen era importante y decidieron incorporar un diseñador por el embalaje.

De hecho, el 2012 recibieron el premio Best Pack en Alimentaría por el embalaje triangular de Just For Cheese: "Nos abrió muchas puertas y en un año y medio llegamos a una treintena de países".

Gerard Bech: "Yo me voy haciendo mayot, para el futuro nos planteamos la reducción de productos, también tienes que destinar tiempos a otras cosas"

En todo este tiempo, Can Bech ha pasado de producir higos confitados a disponer de un catálogo muy amplio, que va de de la fruta en almíbar o la escalivada hasta carnes confitadas. Han abierto diferentes marcas, cómo Casa Nita o GBech. Y con una facturación que el 2022 rondará los 9,5 millones de euros y una cincuentena de personas, exportando un 30% de los productos. Hoy, el higo confitado es solo un 1% del negocio, mientras que la estrella es el rabo de buey.

En estos veinte años han evolucionado de una compañía muy especializada a atender muchos productos y procesos, abriendo también nuevas plantas. Y de aquí surge la última reflexión de Gerard Bech: "Te obligas a estar a un nivel que no se puede aguantar, cuesta mucho. Haces muchos productos, hay muchas variables; hay un control obsesivo de los procesos. Si reducimos a la mitad, lo disfrutaríamos más. Yo me voy haciendo mayor, para el futuro nos planteamos la reducción de productos, también tienes que destinar tiempos a otras cosas".

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