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La casa de acogida Pere Oliveras acompaña a 370 personas en reinserción penitenciaria en cinco años

Càritas constata que todavía hay estigmas y prejuicios sobre las personas en situación penitenciaria, y esto dificulta sus posibilidades de reinsertarse en el mercado laboral

“Proyectos como Pere Oliveras o Llar Betània son únicos en el conjunto de Catalunya", afirman desde Càritas | ACN
“Proyectos como Pere Oliveras o Llar Betània son únicos en el conjunto de Catalunya", afirman desde Càritas | ACN
Redacción VIA Empresa
Barcelona
08 de Abril de 2024
Act. 08 de Abril de 2024

La casa de acogida Pere Oliveras ha celebrado su quinto aniversario. El proyecto, inaugurado el 24 de marzo de 2019, da respuesta a hombres que se encuentran en proceso de reinserción penitenciaria. Por medio de 16 plazas residenciales y un equipo profesional presente durante las 24 h del día, Cáritas ofrece un espacio donde iniciar un proceso de recuperación personal, emocional y relacional, así como un seguimiento intensivo hasta el cumplimiento definitivo de la condena. La casa de acogida está situada junto a la Parroquia de Santa María de Sants y lleva el nombre de mosén Pere Oliveras, una figura muy arraigada en el barrio de Sants por su trabajo con personas en riesgo de exclusión social.

 

La casa de acogida da respuesta a internos en segundo grado, tercer grado o en libertad condicional que cuentan con permisos para salir de prisión. “Las personas que pueden disfrutar de permisos necesitan un domicilio al que ir. En muchas ocasiones, no disponen de una red familiar que pueda acogerlas y tampoco con un hogar o ingresos para disponer de una vivienda. En estas situaciones, las personas pueden decidir, voluntariamente, venir a Pere Oliveras”, explica Lourdes Ginestà, responsable de los servicios de acogida para personas en reinserción de Cáritas Barcelona. La mayoría de los que llegan están una media de 40 días, aunque hay hombres que residen allí durante más tiempo, hasta su libertad total.

“El nuestro es un trabajo desde la vida cotidiana, desde la comunidad. Las personas necesitan un acompañamiento para hacer frente al impacto que supone volver a estar en contacto con la sociedad tras el paso por la cárcel. Desde este proyecto trabajamos para que tengan una total autonomía en el momento de la salida definitiva”, afirma Ginestà. Desde 2019 han pasado 370 personas por el proyecto, y durante 2023 se ha dado respuesta a 133 hombres de entre 23 y 80 años. De ellos, casi la mitad son de nacionalidad española, aunque durante el último año han pasado personas de hasta 25 nacionalidades distintas.

 

Un acompañamiento integral

Cuando la persona decide entrar en la casa de acogida, empiezan a trabajarse todos los hábitos de la vida cotidiana. “Les explicamos cómo moverse por una ciudad que ha cambiado desde que entraron en prisión, pero también trabajamos la búsqueda de trabajo, cómo elaborar el currículum o cómo mejorar aspectos del ámbito relacional, entre otros”. Cuando la persona ya está preparada para tener un trabajo y mantenerlo, se comienza el acompañamiento en la búsqueda de vivienda.