Ceras Roura, una empresa con luz propia

Un cura, antepasado de los actuales gerentes, fundó esta empresa centenaria, firma gerundense especializada en la producción de velas que ha sobrevivido cinco generaciones como una consolidada empresa familiar

Como un fénix, Ceras Roura se ha erigido muchas veces arran sus propias cenizas. Dedicados a la producción de velas desde principios del siglo XX, el fuego, compañero inseparable, ha desmenuzado sus fábricas hasta tres veces en diferentes periodos de su historia. Aún así, la quinta generación de la gerundense familia Roura, natural de Figueres, gestiona actualmente la empresa. Especializados en todo tipo de velas, desde las decorativas hasta las más clásicas que se usan cuando se va la luz a casa nuestra, facturan más de 9,5 millones de euros y dan trabajo a casi medio centenar de trabajadores.

El camino desde aquel 1912 ha sido tan intenso como curioso de descubrir. Miquel Roura, actual adjunto a gerencia y director de exportaciones de la compañía, explica como el primer fundador de Ceras Roura fue Sebastià Roura, un cura de la familia que quería hacer las misiones y a quién destinaron en las Islas Carolines, al Pacífico, allá por el 1908. A su retorno, el 1910, se convirtió en el sacerdote de una granja-escuela, "y él mismo se dedicaba a fabricarse dos velas para cantar la misa de domingo. Cuando alguien se enteró, le empezó a pedir velas y, despacio, empezó a producir por los otros", narra Miquel con cierta literatura.

Finalmente el cura, ajeno al anhelo empresarial, encontró que tenía bastante trabajo y le pidió ayuda en su hermano, Genís Roura, a quien finalmente trasladó la fabricación. A la cabeza de cuatro años, su hermano se la pasó su hijo, Gabriel Roura. Y de este modo se inició la historia de esta empresa familiar, que siempre ha sido gestionada por los Roura, una gesta de la cual se enorgullecen y que a estas alturas no saben como continuará, puesto que el relevo está asegurado con Miquel, quien también es padre de dos niños todavía pequeños. "Nos gustaría que la empresa continuara siendo familiar, tiene su parte romántica, pero por encima de todo está que la empresa sobreviva. Si conviene poner un gerente para que la empresa sobreviva porque las personas que hay no son bastante válidas, no sería tampoco descabellada la contratación de un gerente", explica.

Los incendios, traba repetitiva
Sin embargo, la supervivencia de la firma está en el ADN de esta alcurnia de empresarios catalanes. Durante la Guerra Civil la fábrica se consumió por los incendios provocados arran las diferentes batallas y, después de pasar por la prisión y el exilio en el País Vasco, Sebastià Roura, abuelo de Miquel, la volvió a levantar. Pero, de nuevo, un incendio provocado -"en este caso por una revancha política", explica- volvió a destruir la sede del negocio familiar.



El último obstáculo fue cuando en 1998 se registró el último incendio. "No sabíamos qué hacer, si cobrar del seguro y cerrar o salir adelante y decidimos marchar a un polígono industrial y construir una fábrica más moderna, que nos costaba mucho más del que nos daba el seguro", explica Miquel Roura, que en aquel momento hacía sólo 15 días que se había incorporado a la compañía.

Mercado sobre todo nacional
Sin más incidentes conocidos, a estas alturas Ceras Roura produce 3.000 toneladas de velas al año. El 80% se queda al mercado nacional y el 20% restante viaja a países europeos como Italia, Portugal, Francia, Grecia, Reino Unido, Austria, Suiza y Eslovaquia y otros como Marruecos, Turquía, Singapur y Corea.

Pero, al contrario del que ha pasado arran la crisis en numerosos sectores, el exterior no ha salvado la empresa durante estos años de cruenta recesión, sino que el mercado interno ha continuado sólidamente como cliente. "Por suerte, hemos continuado igual al mercado nacional. La venta no nos ha bajado sino que la crisis ha hecho que todos los clientes se han sentido valientes para pedirnos bajar los precios. Las unidades que hemos vendido son las mismas o más, pero hemos perdido parte del margen que teníamos antes", declara Roura.

Del 80% que se queda al mercado nacional, la mayoría de velas se distribuyen en grandes superficies y lineales de supermercados. No es extraño, por eso, encontrar su sello detrás de un total de ocho marcas blancas. Producen para la firma de cosméticos Alqvimia, Perfumerías Júlia, Natura, Desigual y Tous, entre otras muchas, y también son los responsables de las velas que comercializa el equipo de fútbol Real Madrid.

La modernización de los cirios llegó a los años setenta. Perfumes, colores y nuevas líneas más decorativas entraron en sus rutinas con el objetivo de agrandar un mercado más allá de las misas y los actos litúrgicos. Y a pesar de que actualmente continúan produciendo las velas que alumbran las iglesias, en la misma fábrica salen cada día más de 1.500 referencias diferentes. Un catálogo amplio que empezó padre Sebastià Roura diciendo aquello de "hermano, ven a ayudarme a hacer velas que el mío es hacer misa".
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