Enric Rovira, el chocolate que se estudia en Harvard

Desde su obrador en Castellbell i el Vilar, este maestro xocolater seduce paladares de todo el mundo con sus innovadores bombones y baldosas inspirados en la ciudad de Barcelona

Al regazo de la montaña de Montserrat, en Castellbell i el Vilar, hay uno de los templos mundiales del chocolate artístico. Es el obrador de Enric Rovira dónde, desde hace más de veinte años, este barcelonés crea bombones, baldosas y otras creaciones en chocolate que destacan por la calidad de sus ingredientes y un indiscutible sello de autor. Y Harvard lo sabe. Por eso, este barcelonés con alma de Willy Wonka ya hace cinco años que da clases en esta universidad norteamericana de la ciudad de Cambridge.

En esta catedral del conocimiento se reúnen desde el año 2000 buena parte de la élite gastronómica catalana dentro del curso Science & Cooking liderado por Ferran Adrià y organizado por Harvard y la Fundación Alícia. "Nosotros no vamos a explicar ciencia sino que vamos a explicar cocina y a través de la cocina ellos explican ciencia", afirma Enric Rovira, que volverá a esta universidad el próximo mes de marzo acompañado de Carme Ruscalleda. Una experiencia "interesante" que además, dice Rovira, lo ha servido como excusa "por profunditzar en la ciencia del chocolate y entender más el oficio".

El chocolate como obra de arte
La presencia de Enric Rovira en Harvard ya da una idea de que ha conseguido este barcelonés, todo un referente del mundo del chocolate contemporáneo, que se formó a la pastelería que su padre tenía en el barrio de las Cortes. "Intenté poner mis inquietudes creativas al servicio del oficio que tenía la familia", apunta Rovira. No siempre lo tuvo claro. De hecho, empezó a estudiar la carrera de Informática hasta que descubrió que el chocolate lo permitía desarrollar esta faceta artística.

El empujón definitivo para abrir su propio negocio llegó con los Juegos Olímpicos de Barcelona. "Fue un momento de revolución, de ebullición y diseño que me afectó y todo esto lo quise traer a mi mundo, al chocolate", explica Rovira. El 1993 inauguraba, junto con su primo Francesc Cerrojo, su obrador a una antigua destil·leria que la familia tenía en Castellbell i el Vilar donde actualmente trabajan una veintena de personas.

Barcelona, una inspiración constante
Una de las creaciones más conocidas de Enric Rovira, es la reproducción en chocolate de la icónica baldosa de Barcelona diseñada por Puig y Cadafalch. Barcelona se ha convertido sin duda en una continua fuente de inspiración por este mago del chocolate. "Ahora todo el mundo hace cosas con el modernismo y Gaudí , pero en aquel momento no era tan habitual. Nosotros fuimos unos pioneros", destaca. Desde sus inicios, Enric Rovira ha apostado por la innovación como sello distintivo y se ha atrevido a combinar el cacao con ingredientes como el wasabi, el tocino o el tomate. "Intentamos que nuestra empresa sea de autor, que todo tenga un porqué: el color de la caja, la forma o un concepto creativo que has ido trabajando hasta darle forma en un producto", sostiene Rovira. Creaciones como el Planetàrium o La Vuelta en el mundo en chocolate son, para citar algunos ejemplos, una buena muestra de la filosofía de este xocolater.



La competencia de Bélgica y Suiza
Bélgica y Suiza , con una larga tradición en el sector, todavía son unos potentes competidores a pesar de que, según Enric Rovira, la Ciutat Condal no tiene nada a envidiarlos. "Si sales a la calle en Cataluña o España y preguntas qué es el país donde el chocolate está mejor trabajado te dirán Bélgica o Suiza y no es mentira, pero quizás desconocen que Barcelona ha sido y es la capital del chocolate artístico", reivindica.

Además de vender sus productos a pastelerías y tiendas gourmet de todo el mundo, esta empresa con sede en el Bages elabora por encargo todo tipo de productos en chocolate por hoteles, empresas y diferentes acontecimientos. En este sentido la crisis también los ha tocado de cerca. "Queda volver a reinventarse y buscar otros caminos, pero es un momento difícil. Hay menos frentes para abordar", señala. 

Aún así, la mecánica del obrador no se para y Enric Rovira continúa pensando nuevas formas y nuevos sabores para convertir su chocolate en un objeto de deseo en todos los rincones del planeta. Ahora prácticamente tienen terminadas las creaciones que presentarán por la campaña de Pascua y ya piensan en las del próximo Nadal. Rovira lamenta, pero, que el chocolate ha perdido pes en estas festividades: "La Pascua es cada vez menos importante, la gente no valora comprar una pieza artesana de chocolate a la cual se han dedicado muchas horas y un trabajo creativo previo". 

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