Y la envidia?

La envidia puede tener consecuencias muy graves para las familias empresarias

El demonio de la envidia. | iStock El demonio de la envidia. | iStock

Uno de los lectores de las historias diabólicas publicadas este agosto en VIA Empresa, sobre los pecados capitales de la familia empresaria, me dijo: y la envidia?

La envidia es el sentimiento de odio, de tristeza o de irritación hacia quien posee una cosa material o inmaterial que nosotros no poseemos. Es muy cercana a los celos. La envidia no es un pecado capital de las familias empresarias, sino de todas las personas. Caín mató a su hermano Abel (Génesis,4) por envidia; y no tenían ningún negocio en común; uno era labrador y el otro ganadero. La envidia es un sentimiento que entre los hermanos puede venir de la niñez, en la que se tiene que competir por la atención de los progenitores; o de los nietos respecto a los abuelos.

La envidia no es un pecado capital de las familias empresarias, sino de todas las personas

La envidia tiene el sueño muy ligero; es como una hidra, la serpiente policèfala de la mitología griega que renacía sus cabezas con más fuerza cuando se cortaban. Está escondida y sale a la superficie para clavar sus dientes. El hecho de que hiciera falta el héroe Hércules para vencerla ya dice bastante de su fuerza. Dicen que "vale más hacer envidia que pena"; pero la envidia es muy corrosiva para quién la sufre y por las relaciones. En las familias empresarias la envidia puede tener consecuencias más graves que en las no empresarias, porque además de acabar con la relación familiar puede acabar con el negocio.

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La envidia puede ser en relación al poder que tiene una persona, o la autoridad que se le reconoce. En el éxito profesional o de otro tipo; el nivel de vida aparente; las retribuciones, o las ventajas no monetarios como podrían ser el vehículo de empresa o la utilización de activos de esta. Hay quien simplemente tiene envidia de la felicidad de otra persona.

Pitágoras recomendó huir de todo aquello que pueda causar envidia

La envidia puede ser alimentada por la persona con la que se comparte cama y que repite de forma insistente y reiterativa "mira tu hermano...". Nunca se tiene que despreciar la influencia, para bien y por mal, de los añadidos no de sangre; también conviene prestarles atención.

Los miembros de la familia empresaria que están alejados del negocio pueden recibir menos información y sentirse apartados. Los que están en el día a día, dirigiendo o gobernando, pueden pensar que los otros no quieren saber nada. En todo caso es responsabilidad de estos acercar a los primeros a la empresa, para que la conozcan y quieran, dando información, porque "lo que no se sabe, se supone". Otros recordatorios oportunos para minimizar las envidias son que "la mujer del César además de ser honrada, lo tiene que parecer", y que "la realidad que vale es la que percibe el otro". Pitágoras recomendó huir de todo aquello que pueda causar envidia.

"Si la envidia fuera tiña, medio mundo se rascaría"; por lo tanto "quien esté libre de culpa que tire la primera piedra" (Joan 8:7).

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